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El campo va perdiendo profesiones y una de ellas es la de cortacino, el encargado de arreglar las encinas para que el monte goce de buena salud. «El mayor problema que tiene un empresario es que no hay gente para trabajar en este oficio porque ... no está valorado el riesgo que supone estar encima del árbol», afirma José Luis Egido, que a sus 28 años, recuerda que comenzó en esta profesión «cuando me salieron los dientes».
Asegura que «todos los años busco gente que quiera aprender, pero hay quien viene un día y no vuelve más; a la gente no le llama la atención porque es mucho trabajo y poco dinero. Para que una personas pueda estar sola necesita, mínimo, tres semanas de aprendizaje».
Su tarea comienza colocándose las botas y los pantalones de seguridad. «Antes de subir al árbol –aclara– limpiamos todo lo que hay en el tronco que nos pueda molestar y hacemos lo mismo con las ramas para poder trabajar». En unos árboles realiza tareas de desmoche, «le da más vida al árbol, pero tiene menos producción de bellota», aclara, «olivar es limpiar la encina por dentro y dejar la copa para que produzca más bellota». Una encina puede variar su producción en un 50% «de estar a no estar olivada». En el caso del desmoche hay que esperar unos cinco años para que vuelva a tener bellota.
Estas tareas de cuidado de los árboles se pueden realizar hasta finales del mes de abril, aunque todo depende de si se adelanta el calor. «Si la temperatura es alta y brota la encina, hasta ahí dura el trabajo; de todas formas, no es lo mismo la leña que se desmocha en abril. Los árboles te dicen si hay que desmocharles u olivarles, luego está el criterio del ganadero y las normativas medioambientales a las que tenemos que ajustarnos sobre todo lo demás».
'Ramoneo'
A medida que José Luis avanza con su tarea, parte del ganado de la finca Los Talayos de Ciudad Rodrigo, donde realiza su trabajo en estos días, coge confianza y se acerca para 'ramonear' todas esas ramas que van cayendo. Las vacas aprovechan todo.
Este cortacino, que se mueve por toda la provincia de Salamanca hasta Portugal, se queja de que el monte no está cuidado, «no está olivada ni una cuarta parte; solo desde que el marrano de bellota ha valido algo más es cuando se ha empezado a cuidar».
El profesional entiende que sin ayudas la gente no siempre puede hacer frente a los gastos que supone este mantenimiento. «La gente se busca la vida e intenta compensar el olivo con el desmoche para que tú no le cobres el trabajo y te lleves la leña, así van olivando y desmochando algo». Piensa que la solución pasa por ayudar a los propietarios con subvenciones para que sea posible afrontar los gastos.
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