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El interés por el pistacho no deja de crecer en Castilla y León. En tan solo un año se ha pasado de casi 2.000 hectáreas destinadas a este cultivo, a las 2.950 de las que hablan los últimos datos de la PAC (Política ... Agraria Común).
Avanzar y aportar soluciones en el manejo agronómico de los pistacheros es uno de los aspectos en los que trabaja el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), dependiente de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural.
En sus inicios, cuando se puso de moda su cultivo, los expertos insistieron en la importancia de la ubicación. «Depende de dónde se hayan ubicado esas plantaciones las producciones son muy buenas o buenas y en otros casos malas, y es que en función del suelo, de la heladas, de la temperatura o de la humedad relativa el pistacho está en peor calidad y cantidad», explican desde la Unidad de Cultivos Leñosos de Itacyl, dentro del Área de Agricultura.
El siguiente paso es enfrentarse a una realidad que ya está aquí, la sequía, y por otra parte, estudiar nuevas enfermedades. Ese es el trabajo que se está haciendo a través del proyecto Pistalmond, financiado con fondos Feder y en colaboración con productores y empresas de la región y en el que también está incluido el estudio de la almendra.
«La sequía y las dotaciones de agua que cada vez serán más limitadas, son un problema para el pistacho que se queda en una mala producción por no llegar a llenar bien el fruto».
Este trabajo que ha comenzado este año y se extenderá hasta 2025, tratará de demostrar qué dosis son las más adecuadas para el riego y en qué momento es más conveniente realizarlas. «No es tanto la cantidad de agua, sino el momento idóneo, en qué momentos del ciclo son más necesarios los riegos y las dosis más adecuadas por edad y carga», insisten desde el Instituto Agrario.
Hasta el momento, el problema no era tal porque los árboles estaban en fase juvenil; ahora, en edad adulta con más de diez años y cargas de pistachos de entre 10 y 20 kilos, se comprueba que para hacer madurar el fruto necesita agua suficiente.
«De momento hemos visto lo evidente, que a más agua, más producción y calidad. Hay que estudiar los momentos más adecuados para el riego y que el pistacho pueda abrir en las condiciones y calidad adecuadas». En definitiva, se trata de dar un paso adelante en «aprender a cultivarlos y manejarlos bien».
Sensores en el suelo
Los trabajos se apoyan en sensores de suelo como herramienta para optimizar los recursos hídricos. De este modo, el riego inteligente mediante la instalación de sensores de suelo en las parcelas permite definir las horas de riego en función de las necesidades.
Por otra lado, la aplicación de teledetección mediante el uso de drones facilita conocer y evaluar en tiempo real el estado tanto vegetativo como sanitario de los árboles. La sanidad vegetal es otra de las patas de este proyecto mediante la realización de prospecciones en campo y recogida de material.
Su buena adaptación a determinadas zonas y, hasta el momento, la alta rentabilidad con la que ya parece que se comienza a jugar a nivel de precios, le convierten en una interesante alternativa a los cultivos tradicionales.
Desde ahora y durante el mes de octubre se produce la recogida del pistacho en la región.
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