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Miembros del grupo de investigación de ingeniería y agricultura sostenible del El norte
La universidad mira al agro

La universidad mira al agro

Grupos de investigación centran su labor en el sector agrario, lo que resalta el papel de punta de lanza de la agricultura y la ganadería

Silvia G. Rojo

Salamanca

Sábado, 15 de mayo 2021

«Estamos pegados al territorio, seguimos adelante con un montón de proyectos que surgen de los contactos con empresas y agricultores, cualquiera puede contactar con nosotros». Esas palabras de Pedro Casquero, jefe del Grupo de Investigación de Ingeniería y Agricultura Sostenible de la Universidad de ... León (ULE), ponen de manifiesto cómo la universidad va de la mano con el sector primario y le acompaña en sus necesidades sin olvidar que «nosotros aprendemos constantemente de los agricultores», señala Casquero.

«Dirijo un grupo multidisciplinar en el que nos dedicamos a utilizar diversas técnicas de microbiología y biotecnología para las protección de cultivos encaminados a una producción sostenible», explica Casquero, catedrático del Área de Producción Vegetal en la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal de la ULE.

Tres cultivos

Los proyectos de este grupo están centrados en tres cultivos: judía o alubia, viña y lúpulo y, de manera general, «destacamos en técnicas con microorganismos y sustancias naturales para ayudar al crecimiento de las plantas y el control de plagas y enfermedades».

Uno de los proyectos recién finalizado, y que entronca con nuevas investigaciones, se ha centrado en ver la influencia de los microorganismos en el control de las enfermedades que afectan a la madera de vid. Así, han descubierto que la 'Trichoderma' es capaz de bloquear el hongo patógeno, 'Phaeoacremonium minimum'. En esta iniciativa han colaborado investigadores de Austria y Francia y se trata de «una novedad a nivel mundial». Casquero va más allá cuando define esta enfermedad como «la filoxera del siglo XXI».

El siguiente paso se centra en conseguir que ese hongo, «que hemos visto que es capaz de bloquear al hongo patógeno, sea fácil de aplicar. Investigamos para facilitar su aplicación, estamos viendo cómo hacer un formulado para aplicarlo y sacar una patente para poder comercializarlo».

En el caso de la alubia, el proyecto que desarrollan tiene ciertas similitudes con el anterior, desde el punto de vista de que tratan de controlar los hongos basculares que están en el suelo. «Hacemos una selección de la capa de 'trichoderma' en los suelos de cultivo con mayor riqueza de hongos que no han utilizado pesticidas. En el laboratorio les enfrentamos a las enfermedades». Dentro del proceso que llevan a cabo, inoculan la semilla con una mezcla de microorganismos con turba, restos de cono de lúpulo o algas. De manera muy resumida, lo que sucede cuando la planta germina es que se alimenta de los restos de lúpulo o algas y finalmente, la planta de alubia crea una relación simbiótica con ellos, algo que se traduce en una protección que evita el uso de pesticidas. «Cada vez se están retirando un mayor número de ellos».

Los investigadores Guzmán Carro y Sara Mayo, de la Universidad de León, en el laboratorio. El norte

Control natural

En un mundo globalizado, cuyo reto es el de alimentar a una población en constante crecimiento, el profesor Pedro Casquero está convencido de que las enfermedades de las grandes producciones se pueden controlar de una manera natural. «Yo veo más problema en la distribución de lo que producimos. Hay cosas que no tienen mucho sentido, como traer de Francia productos que tenemos aquí y al revés».

Destaca el interés de la Unión Europea en potenciar trabajos encaminados a esa producción sostenible y explica que «hay un montón de gente trabajando en esto. Nuestro grupo es muy grande y los mejores estudiantes que desarrollan sus tesis y doctorados se enganchan porque ofrecemos conocimiento y futuro». De manera más concreta, el grupo de trabajo se divide en dos secciones: una centrada en la microbiología, que está en Ponferrada, y la de la capital leonesa, que aplica el conocimiento de microorganismos.

Sus trabajos están apoyados por todo tipo de administraciones o empresas, «no nos va mal, pero estaría bien que nos mimaran un poco más, que nos lo pusieran un poco más fácil porque esto es para el sector y nosotros no existiríamos sin ellos y al revés», aprecia.

En el cultivo del lúpulo participan en un grupo operativo con agricultores, empresas de plantas, cooperativas y otras universidades en el desarrollo del control de enfermedades y promoción del crecimiento y la calidad. El mayor problema que afecta a este cultivo es el oidio.

Este tipo de proyectos suman una duración que puede variar entre los dos y los cuatro años, plazos no demasiado amplios para los científicos que «necesitamos tiempo para validar», aclara.

Pero su labor de estudio es mucho más amplia, independientemente de los objetivos concretos de cada proyecto en el que se embarcan. «Luego nos preguntamos otras cosas que nos hacen crecer en el ámbito científico, aunque sobre todo estamos centrados en la investigación aplicada».

Innovación digital (DIH)

Los sistemas para desarrollar investigaciones son variados y en el caso de la Universidad de Burgos, junto con otros 50 socios de Castilla y León, acaba de presentar un Centro de Innovación Digital (DIH), orientado a los sectores ganadero, ambiental, agrícola y forestal. Se concibe a modo de 'ventanilla única', a través de la cual empresas, tecnólogos e instituciones pueden acceder al conocimiento, tecnologías, servicios e instalaciones que precisan para abordar con éxito sus procesos de transformación digital. Se trata de una entidad con personalidad jurídica propia, constituida para ofrecer, sin ánimo de lucro, servicios de apoyo a la transformación digital de las empresas, especialmente las PYMEs, con el objetivo de impulsar su crecimiento, crear nuevos empleos y abrir nuevos modelos de negocio y oportunidades de innovación.

En este caso concreto, el objetivo general es la transformación digital del sector primario, que se debe traducir en la introducción de los procesos de digitalización, la sensorización eficiente para la correcta adquisición de datos relevantes, el manejo de grandes y complejos volúmenes de información o la aplicación de técnicas de inteligencia artificial en la toma de decisiones para la gestión de las pequeñas y medianas explotaciones. Todo ello en un sector productivo caracterizado por su fragmentación y dispersión en un territorio regional extraordinariamente amplio.

Este tipo de concepto se introdujo hace ya cinco años por la Comisión Europea para acceder a la transformación digital. El catedrático de Inteligencia Artificial de la Universidad de Burgos Álvaro Herrero es una de las personas que forma parte de este centro y aclara que los proyectos que desarrollan no necesariamente son para los socios. En cartera tienen una propuesta para tecnificar el riego en una zona de Perú.

El repaso de proyectos merece muchas más páginas y un recorrido por todas las universidades de la región, que SomosCampo, en elnortedecastilla.es, llevará puntualmente a sus lectores. Desde el punto de vista ganadero, la Universidad de Valladolid a través de su campus de Palencia, destaca por su trabajo 'Life Ammonia Trapping', ideado para la reducción de emisiones de amoniaco de las deyecciones ganaderas y recuperarlo como fertilizante nitrogenado.

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