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Cultivo de quinoa. S. C.
La búsqueda de rentabilidad abre paso a quinoa y trigo sarraceno

La búsqueda de rentabilidad abre paso a quinoa y trigo sarraceno

Itacyl impulsa el proyecto CULTIEMER en el que se investigan pseudocerales y otros cultivos cuyas propiedades funcionales y contenidos nutricionales gozan de gran divulgación en los mercados

Silvia G. Rojo

Salamanca

Viernes, 7 de abril 2023, 00:27

El auge de los pseudocereales, tales como la quinoa, el amaranto, el trigo sarraceno y otros cultivos como la chía o el cáñamo y su incorporación en la dieta debido a una gran divulgación de sus propiedades funcionales y contenidos nutricionales, han mostrado al ... sector primario una clara oportunidad de mercado.

«Se denominan pseudocereales porque sus semillas son como las de los cereales, ricos en materiales harinosos y aptos para la panificación, pero son especies dicotiledóneas (plantas con hojas embrionarias o cotiledones en sus semillas), mientras que los cereales propiamente dichos, como el arroz, el sorgo, el maíz y el trigo, son monocotiledóneas gramíneas (con una sola hoja embrionaria)», explica Nieves Aparicio, investigador de la Unidad de Herbáceos del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) . «Como estas dicotiledóneas no contienen gluten, son fácilmente digeribles, lo que ha provocado un auge en el consumo de estos alimentos en los últimos años, sobre todo en países europeos donde es mayor la incidencia de la enfermedad celíaca (intolerancia al gluten)», aclara.

En un contexto como el actual, de búsqueda de sostenibilidad y rentabilidad de las explotaciones agrarias, la necesidad de integrar nuevos cultivos herbáceos alternativos, tanto para las explotaciones de secano como para las de regadío, se está convirtiendo en un requerimiento para el sector primario y por ello, en el año 2020, se puso en marcha el proyecto FEADER «CULTIEMER», coordinado por el Itacyl y con la colaboración de tres empresas: CeraltoSiro, Salutef y Semillas Batlle.

Este proyecto CULTIMIER, Cultivos Herbáceos emergentes: contribución a la diversificaicón de los sistemas de cultivo en Castilla y León, está financiado por la Unión Europea a través del Programa de Desarrollo Rural y tiene como objetivo «avanzar en el conocimiento y proporcionar al sector primario y agroalimentario de Castilla y León un escenario más competitivo, a través del desarrollo de estos nuevos cultivos/productos, permitiendo a ambos sectores mayores posibilidades para rentabilizar sus explotaciones/empresas», añade Aparicio.

Experiencia con la quinoa

Es originaria de los Andes y se trata de un recurso alimentario natural de alto valor nutritivo cuya importancia es cada vez más reconocida en la seguridad alimentaria. «Ante el desafío de elevar la producción de alimentos de calidad para alimentar a la población del planeta en un contexto de cambio climático, la quinoa aparece como una alternativa para aquellos países que sufren inseguridad alimentaria», comenta la investigadora.

En España, Andalucía es la principal productora de quinoa, llegando en alguna campaña a sobrepasar las 3.000 hectáreas. En Castilla y León, en la campaña 2022 se llegaron a las 162 hectáreas, situándose León, con 128, como principal provincia.

En el marco del proyecto CULTIEMER, se están realizando ensayos para el estudio de la adaptación de diferentes variedades de quinoa, tanto dentro de la Finca Experimental de Zamadueñas como con agricultores colaboradores de la comunidad. En total se ha estudiado el comportamiento agronómico de 12 variedades de orígenes diversos, como Perú, Dubai, Dinamarca, Chile, y cada año se trata de incorporar nuevo material a ensayar, como es el caso de una variedad italiana que se ensayará por primera vez en el 2023.

Todas las variedades se ensayan bajo las mismas condiciones edafoclimáticas y se determina cuál es la más productiva. Se manejan diferentes ciclos, más tardías y más tempranas, asi como materiales amargos (con saponinas) y materiales dulces.

«En las condiciones climáticas de nuestra comunidad se ha observado que la mejor época de siembra se situa a finales de marzo principios de abril y siendo la cosecha a prinicpios de septiembre», informa la experta. Para la siembra y cosecha se utiliza la maquinaria disponible en cualquier explotación. La siembra se realiza a chorrillo o con una sembradora monograno y la cosecha se realiza como el cereal. No existen productos herbicidas permitidos para el manejo de las adventicias, por lo que la distancia entre líneas, a 50cm, permitiráa aricar y poder reducir la presencia de las mismas en el cultivo. En regadío se ha observado que algunas variedades son más susceptibles al mildium, pero no se llega al umbral de daño como para precisar tratamiento. Por ello, es un cualtivo a considerar en manejo ecológico.

«El objetivo es envasar la quinoa nosotros mismos»

José Luis Grajal es un agricultor de Castroverde de Campos (Zamora) que por tercer año, en colaboración con el Itacyl, ha optado por este cultivo. «De momento hemos tenido un año bueno y uno malo, estamos aprendiendo y viendo cómo es su manejo». Asegura que la semilla se encuentra «pero no es tan fácil como la de un cereal», y destaca como el aspecto más complicado de todo el proceso la limpieza del grano: «no hay un sitio para limpiarlo al 100%, al final, lo hicimos con una limpiadora de las antiguas, la gente mayor es muy lista». Grajal dice que, de momento, «estamos empezando y vamos al tran tran», sus más allegados han probado el producto y su idea es «envasarla nosotros mismos y venderla directamente», igual que hacen con los garbanzos.

Trigo sarraceno

Otro de esos cultivos con los que se está probando es el trigo sarraceno, una especie originaria de Asia, con Rusia y China como principales países productores y consumidores. En Europa, Polonia y Francia, son los principales países en cuanto a superficie y producción. «Es una especie con un ciclo de cultivo muy corto y el principal condicionante es la intolerancia al frío, por lo que no se debe sembrar hasta que no llegue el periodo libre de heladas, por lo que en alguna zona de nuestra comunidad hasta mitad de mayo», indica Aparicio. Otro de los problemas del cultivo es la determinación del momento de cosecha, debido a que la planta es de porte indeterminado y «si nos retrasamos mucho en la misma, la semilla se desprende y perdemos parte de la producción; su polinización es por insectos, siendo mielífera, lo que le hace un cultivo interesante para incrementar la biodiversidad de nuestros sistemas agrícolas».

Las pruebas que ha desarrollado Itacyl hasta el momento se han hecho con seis variedades de cuatro orígenes: Polonia, Serbia, España y Francia. Todas las variedades poseen el mismo ciclo y la siembra se realiza a principios del mes de julio, siendo posible atrasarla hasta finales de dicho mes, lo que le permitiría ser considerado como segundo cultivo. La siembra se realiza también con un sembradora a chorrillo, normalmente a una dosis de 50 kg/hectárea, y siendo en este caso el marco de siembra el mismo que el del cereal, entre 12-20 cm. Debido a que su siembra es más tardía, se recomienda zonas de regadío, si bien también puede ser sembrado en secanos frescos, siendo el rendimiento final obtenido menor.

La rápida implantación del cultivo y el rápido crecimiento y desarrollo del mismo, le hacen competir perfectamente con las adventicias, de manera que no es necesario la realización de tratamientos herbicidas y tampoco requiere de tratamientos ni fungicos ni insecticidas, lo que le hace también un cultivo adecuado para su manejo en condiciones de cultivo ecológico. Si bien el problema, como se ha comentado previamente, es determinar el momento de la cosecha. «En principio cuando el 70% de las semillas estén marrones, se recomienda cosechar. Las semillas pequeñas y verdes se perderán con la limpieza del grano, que se recomienda realizar cuanto antes, para evitar fermentaciones», recomienda la experta.

Una de las conclusiones de los estudios llevados a cabo durante estas campañas es que, para el desarrollo de estos cultivos no es necesario desarrollar nuevas herramientas para su cultivo, desde la siembra hasta la cosecha, pudiéndose utilizar la tecnología existente dentro de las explotaciones. Sin embargo, lo que sí que se precisa son nuevas tecnologías para el procesamiento y acondicionamiento de la semilla para ponerlas a disposición tanto de las empresas transformadores como de los consumidores. Es en este punto donde se encuntra el freno al desarrollo de estos cultivos. «Cada uno de ellos precisa una tecnología de procesamiento diferente y no existe en estos momentos en nuestra comunidad ninguna empresa que apueste por dar estos servicios, por lo que los agricultores que han visto que agronómicamente los cultivos son «fáciles de manejar» se encuentran con que no pueden dar salida a los productos, por lo que se desaniman y los dejan de cultivar», lamenta.

Por ello, «se precisa que surjan empresas que apuesten por estas alternativas en Castilla y León y de esta manera el agricultor logrará dar salida a sus materias primas y podrá diversificar al encontrar una rentabilidad. Pero si el agricultor no puede acceder al mercado por no encontrar forma de acondicionar su cosecha, dejará de apostar por ellos, pese a que el consumidor los siga demandando», concluye.

Floración de trigo sarraceno. S. C.

«Para el trigo sarraceno hay un mercado interesante»

El Centro de Desarrollo Rural Valdecea, ubicado en la localidad vallisoletana de Mayorga, también forma parte de un proyecto de investigación promovido por el Ministerio de Transición Ecológica sobre cultivos alternativos y en el que, auspiciados por el Itacyl, optaron por la siembra del trigo sarraceno a través de varios agricultores. «Es un cultivo alternativo complementario, como segunda cosecha», comenta Jacinto Alonso, técnico de programas de medio ambiente de este Centro. De hecho, los agricultores con los que trabajan lo van a sembrar sobre vezas esta campaña, una vez segadas en mayo. En la última campaña sembraron el 8 de julio y cosecharon el 20 de cotubre y la producción media rondó los 1.800 kilos/hectárea, «pero creo que tienen margen de mejora». En su caso, han adquirido una descascarilladora para poder limpiar la semilla pues «no hay dónde hacer el proceso, la semilla limpia la tuvimos que mandar a Murcia para moler y nos hicieron la harina». A pesar de lo dicho, aprecia que el producto tiene buena salida, «hay un mercado interesante, un kilo de esta harina puede costar entre cinco y seis euros en la tiendas».

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