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Lo que más satisfacción le produce a Justo de la Fuente es pasear por la finca ganadera que ahora gestionan su esposa e hijos: Henar Santos, Víctor y Álvaro. Justo llevó la ganadería junto a Henar y ahora, ya jubilado, la disfruta con placenteros paseos esquivando solo una cosa, y bendita cosa: el agua que aflora a la superficie y que, también con generosidad, fluye por un arroyo que desagua en el Duratón dentro del término municipal de San Miguel de Bernuy (Segovia).
El trabajo de esta época del año absorbe a tiempo completo a sus dos hijos y su mujer al frente de la explotación ganadera, por lo que Justo (de Torre de Peñafiel, Valladolid) ofrece su visión del futuro del sector.
El enorme prado donde pastan las 200 reses de Ganados de la Fuente –de raza limusina y asturiana de la montaña–es un ecosistema. Un humedal en el que cigüeñas, corzos y otros animales hacen acopio de alimento y agua, con el croar de fondo de innumerables ranas. Un oasis que, como observó Justo el año pasado, también mostró los signos de la sequía. «Fue en septiembre pasado cuando el agua del arroyo y de la superficie descendió, lo que influyó en los pastos; se redujeron, por lo que hubo que alimentar a los animales con forrajes y paja antes de lo habitual, que suele ser en octubre. Este año ya veremos si esto no se adelanta a agosto», lo que incrementaría los gastos de producción. «Se ha maltratado a la naturaleza, de ahí la situación general de todo», concluye Justo.
El ciclo de esta granja vacuna «es cerrado», lo cual aminora esos gastos, de ahí que De la Fuente recalque la importancia de planificar este tipo de proyectos de extensivo desde el principio, proyectos de vida en muchos casos y a largo plazo siempre. El ciclo cerrado consiste en contar con excelentes pastos y agua, elementos que allí proporciona generosamente la naturaleza durante meses, y en producir el propio alimento para los momentos de carestía. Para ello la finca tiene sus propias parcelas para producir forrajes y paja. Otro factor determinante en la sostenibilidad de este tipo de negocio es ser actor directo en la cadena de distribución, con la venta del producto a carniceros de la zona. Es decir, aplicar la filosofía de producto de kilómetro cero y de alta calidad que tan en boga está ahora y que, además de generar riqueza en un territorio, es mejor para el medioambiente.
Hacer políticas inteligentes y «sensatas», diseñadas sobe el terreno «escuchando a los profesionales» y no sobre la moqueta del despacho, homogeneizando medidas para territorios muy distintos. Políticas y planes coordinados entre administraciones con un enfoque preventivo o de anticipación de acontecimientos para que cuando el problema apenas se atisbe en el horizonte se pongan en marcha.
En relación a los tratados internacionales en los que se utiliza la agricultura y la ganadería como fichas de juego, Justo entiende que quienes los rubrican no deberían «perjudicar al país, porque: ¿y tu gente de qué vive?», sentencia.
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