Cuando el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, procedió este pasado jueves a abrir la Puerta Santa de la Quintana, dando paso a un periodo de indulgencias plenarias para quienes crucen los muros catedralicios, muy pocos estaban al corriente de lo que iba a ... ocurrir. La sorpresa llegó cuando al término de la liturgia, el nuncio Bernardino Auza, enviado del Papa Francisco, dio lectura a un decreto de la Penitenciaría Apostólica por el que se decidía prorrogar nada menos que hasta finales de 2022 los beneficios religiosos del Jubileo debido a las circunstancias derivadas del Covid-19. La decisión ha sido recibida con un estallido de alegría en Galicia, ante lo que se presumía ya un descalabro económico por obra y gracia de la pandemia.
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La medida es inédita –nunca antes el Jubileo había durado dos años, aunque sí llegó a aplazarse durante la Guerra Civil– y da respuesta a una demanda unánime en esta comunidad y en otras muchas por donde discurre el Camino, que lleva lustros encadenando récords de asistencia y dejando pingües beneficios. El propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, había trasladado a las autoridades eclesiásticas la necesidad de un gesto que mitigase el impacto negativo, toda vez que las restricciones a la movilidad y el largo camino que le queda a la vacuna para mostrarse efectiva impiden aprovechar este primer semestre. Eso en el mejor de los escenarios.
El decreto, firmado el 1 de diciembre por el cardenal Piacenzza en Roma, tiene por objeto «evitar aglomeraciones, prohibidas o no aconsejadas, buscando la gloria de Dios y del apóstol Santiago». La peregrinación a la tumba del Apóstol Santiago es una de las tradiciones más antiguas de la cultura europea y el emblema más internacional de esta comunidad.
Las reacciones no se han hecho esperar, la primera de ellas la del propio Feijóo, que el mismo jueves agradecía a la Santa Sede una decisión que supera, admitía, «nuestras expectativas más positivas» y que, en su opinión, augura un 2022 «excepcional». Del mismo modo, el presidente de la Xunta ha reconocido que esta prórroga incrementa las posibilidades de que el Papa Francisco visite Galicia durante el Año Santo, sobre todo teniendo en cuenta que en 2022 se celebra también el aniversario de la fundación de la congregación jesuita.
El objetivo es claro, subraya Feijóo, que anima a aprovechar los próximos 24 meses de Año Santo para «relanzar Galicia». Un horizonte que ahora se podrá afrontar sin prisas y con unos primeros compases en clave más intimista, que se podrá ir abriendo a medida que se vayan generalizando las vacunas. «Lo que teníamos planeado para 2021, lo haremos en 2022», ha deslizado en las últimas horas.
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Un alivio comprensible. Porque a nadie escapa que el Año Xacobeo arrancaba con los peores augurios de su historia. Un informe del BBVA publicado en noviembre pronosticaba un rebote de la economía gallega del 6,2% para este año –insuficiente para compensar el desplome del 10,4% registrado en 2020–, un comportamiento en el que por primera vez apenas tendrá impacto el turismo. Dos eran las razones que barajaba el estudio: por una parte, las sempiternas restricciones a la movilidad, dentro y fuera de nuestras fronteras (el 60% de los peregrinos son extranjeros); por otra, el cambio de comportamiento derivado de la pandemia, que tardará meses en diluirse.
Las cifras que ha manejado este 2020 recién acabado la Oficina del Peregrino son catastróficas. Según César Rúa, uno de sus coordinadores, en 2019, con la Ruta Jacobea lanzada a velocidad de crucero, 347.578 personas sellaron la 'Compostela' en el número 33 de la calle Carretas. «Este año de confinamientos, cierres perimetrales y autonomías blindadas, con el paso franco poco más que en verano, apenas han sido 53.890. Una sexta parte». El goteo es desolador, «dos o tres peregrinos llegan por jornada, otras ninguno», confirmaba desolado días atrás.
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Y eso gracias a que los que vienen de cubrir largas distancias –Francia o Alemania– tienen una dispensa para seguir su itinerario siempre y cuando lo hayan empezado antes del 30 de octubre. También aquellos que echan a andar dentro de los límites de Galicia y que a partir de Sarria, en el caso del Camino Francés, suman los 100 kilómetros necesarios para merecer la anhelada carta. Pero sin vuelos que conecten con Lationamérica, USA, Corea del Sur o Australia –los grandes caladeros más allá de la UE–, las expectativas tardarán en despegar.
Lo sabe bien Luis Gutiérrez Perrino, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Amigos de los Caminos de Santiago, que ha asistido, impotente, a un cierre escalonado de los albergues que jalonan las distintas rutas (en toda Europa suman 286 itinerarios, 80.000 kilómetros marcados a lo largo de 28 Estados). El también hospitalero, partidario de recuperar valores espirituales «más allá del mero turismo», aplaude la decisión de la Santa Sede porque entiende que invita a la prudencia. «Nuestro papel no es prohibir, pero sí rogar a la gente que se informe antes de emprender la ruta. La medida contribuirá a templar los ánimos de quienes se sientes tentados de afrontar la Ruta en unas condiciones temerarias». Y más en un momento en que muchos albergues han cerrado, algunos para no volver a abrir». Y añade: «Hemos pasado de casi morir de éxito a estar como ese enfermo al que se mantiene sedado».
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Los que sí han abierto, públicos en su inmensa mayoría, siguen unos protocolos de seguridad estrictos no, férreos. Descalzarse a la entrada, tomar la temperatura, cierre de cocinas, sábanas desechables, aseos que se deben desinfectar tras cada uso... amén del uso a discreción de geles y mascarillas. Eso, asegura Gutiérrez Perrino, explica que «no se hayan registrado contagios entre peregrinos ni hospitaleros», colectivo este último que conforman 700 voluntarios en toda España.
El último Año Xacobeo se celebró en 2010 y Galicia recibió 9,2 millones de visitantes, de los que 270.000 eran peregrinos, una cifra que no ha dejado de sumar sucesivos incrementos hasta hace un año. Meses antes de que estallara la emergencia sanitaria, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, calculaba que esa cifra alcanzaría los 420.000 caminantes y a ellos fiaba una subida del 0,9% del PIBgallego y 11.500 empleos a tiempo completo a lo largo de cuatro años (2019-2022). La crisis le ha quitado la razón, aunque las últimas noticias obrarán sin duda como un revulsivo.
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Antonio Fontenla, presidente de la Confederación de Empresarios de Galicia, estaba ayer exultante. «Mire usted, lograr esta prórroga no ha sido fácil. Pero tampoco lo fue traer al Apóstol en una barca de piedra... y aquí estamos». Él conoce muy bien los réditos que brinda esta costumbre milenaria. «En 2020, esta comunidad ingresó un 46% menos por turismo que el año anterior, 3.100 millones menos con que contribuir al PIB. La caída de peregrinos es fundamental, ya que cada uno tiene el mismo impacto económico que 2,3 turistas nacionales. ¿Por qué si gastan menos al día? «Porque están más tiempo –triplican la estancia– y eso les hace más rentables, aparte de que su consumo se centra en bienes y servicios locales, llevando sus ganancias a lugares apartados sin otro modo de acceder a esos ingresos».
La apuesta, sostiene Emilio de la Iglesia, gerente de Turismo Galicia, es clara. «Se trata de trasladar la idea de que este es un destino seguro, de reinventarnos y no desfallecer, aunque los esfuerzos no empiecen a rendir frutos hasta después de Semana Santa o quién sabe si más tarde». Con este fin, la Xunta ha habilitado una partida de 85 millones orientada no sólo a acondicionar los albergues al nuevo escenario o a digitalizar la Ruta; también a un programa de actividades culturales donde destaca un festival de tres días de duración –si la recuperación lo permite– y una batería de conciertos entre los que parecen ya confirmados Marc Anthony y Extremoduro. Que vayan a celebrarse en junio, tal y como estaba previsto antes de conocerse la prórroga, ya es otro cantar.
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La estrella del plan, sin embargo, es el 'Seguro Covid', gratuito y de aplicación automática para todo aquel, turista o peregrino, que se aloje en un establecimiento reglado –hoteles, casas rurales o los propios albergues– esté cubierto en caso de resultar contagiado, de manera que pueda guardar cuarentena en un hotel, sufragar sus gastos farmacéuticos o la repatriación al país de origen. La prima, que corre por cuenta de la Xunta, asciende a 1,3 millones.
Todo es poco para salvar un emblema que, en palabras de Tommi Alvarellos, portavoz de los guías oficiales, es sinónimo de «oportunidad con mayúsculas». Y lo cierto es que las últimas noticias han obrado un efecto balsámico sobre esta oportunidad, impidiendo que quede arruinada. Aunque a la vista de las primeras cancelaciones de las agencias de viajes, aún toque encomendarse al santo. A él y, por supuesto, a la vacuna.
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Emilio de la Iglesia. Gerente de Turismo Galicia «Vamos a lanzar un Seguro Covid, gratuito para todos los turistas, peregrinos o no. Para estar cubierto bastará con alojarse en un establecimiento reglado»
Antonio Fontenla. Confederación de Empresarios «Lograr esta prórroga no ha sido fácil. Pero tampoco lo fue traer al Apóstol Santiago en una barca de piedra y aquí estamos»
Tommi Alvarellos. Pte. Guías Oficiales de Turismo «Es una buena noticia, ahora que ya estaban llegando cancelaciones de grupos previstos para el primer semestre»
César Rúa. Coordinador Oficina del Peregrino «Plantearse salir del túnel antes de que se extienda la vacuna no tiene sentido. El 60% de los que hacen el Camino son extranjeros»
53.890 peregrinos sellaron la 'Compostela' este pasado 2020, una sexta de los que lo habían hecho un año antes. La mayoría (20.000) lo hicieron en agosto.
2,3 El impacto económico de cada caminante equivale al de 2,3 turistas nacionales, una ganancia que además se concentra en los municipios más pequeños. Su estancia triplica a la de un turista convencional.
1.014 euros es lo que se gastaban de media los peregrinos para abrazar al Apóstol, según un estudio de 2018 elaborado por la Federación Española de Asociaciones de Amigos de los Caminos de Santiago.
Es la obra de restauración más ambiciosa que se acomete en España y ni siquiera el Covid ha conseguido que se estancaran los trabajos. Daniel Lorenzo, canónigo de la catedral, califica de «milagro» que las labores vayan a estar concluidas el próximo mes de junio. La nave central ya ha recobrado su aspecto imponente y lo mismo se puede decir del altar, libre de plásticos y andamiajes desde el día 18. Quedan por rematar la Escalinata y Cripta del Obradoiro, o las cubiertas, donde continúa la faena a marchas forzadas.
Las visitas, interrumpidas a mediados de noviembre por seguridad ante la necesidad de desplazar y desmontar andamios que pesaban toneladas, se han retomado desde el viernes y el culto ha recuperado su horario habitual, incluidas las misas de peregrinos a las 12.00 y a las 19.30 horas.
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