Vuelve la pesadilla de 'las manadas'
VIOLENCIA SEXUAL ·
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VIOLENCIA SEXUAL ·
La ausencia de una verdadera educación sexual y el acceso temprano a la pornografía explican la irrupción en pocos días de violaciones grupalesSe creía que a raíz del caso de La Manada se había exacerbado el rechazo social a las violaciones grupales. No estábamos vacunados, pero al menos sí algo más sensibilizados con el fenómeno de las agresiones sexuales en cadena. Sin embargo, la repentina afloración en ... pocos días de casos en Burjassot (Valencia), Pulpí (Almería) o Vila-real (Castellón) contradice esta percepción. Vuelve el mal sueño de 'las manadas', aunque en realidad nunca se fueron.
Los pocos estudios que existen sobre el asunto hablan de patrones comunes en este tipo de ataques. Suelen durante la noche de los fines de semana o en jornadas festivas. Estas violaciones están estrechamente vinculadas con el ocio y los espacios de fiesta. En la presunta agresión múltiple de Vila-real, por ejemplo, los hechos sucedieron de madrugada durante las fiestas de Sant Pasqual. Entre el 50% y el 60% de los casos las víctimas tienen entre 18 y 35 años. Se trata del delito en que más semejanza de edad hay entre el agresor y la víctima. Por añadidura, sucede a medida que la edad de los atacantes disminuye, aumenta el tamaño del grupo.
DIANA DÍAZ, FUNDACIÓN ANAR
Lo llamativo de estas violaciones grupales es la involucración de adolescentes. Algunos estudios ya anticipaban una tendencia larvada que parece que está asomando la cabeza. «Un informe nuestro que tuvo mucho impacto ya lo revelaba. Así, el abuso sexual a menores perpetrado por dos o más personas contra una sola víctima en la última década ha pasado de un 2,1% a un 10,5% en 2018. Hemos observado nuevas tendencias. No solo se producen abusos de adultos contra menores, sino también entre iguales, con la peculiaridad de los agresores han visto mucha pornografía», asegura Diana Díaz, argumenta la directora de Líneas de ayuda de la Fundación ANAR.
La era internet, los móviles y las redes sociales han hecho de la pornografía una actividad omnipresente, ilimitada y gratuita. Tanto es así que Díaz cifra en diez u once años la edad de inicio de los niños en el acceso a contenidos pornográficos, imágenes que casi siempre someten a la mujer a una relación de sumisión. Lo inquietante es que los niños están construyendo su deseo sexual sobre unas bases irreales y fundamentadas en la desigualdad y el sometimiento de la mujer al hombre. «Hemos de preguntarnos por qué la sexualidad se ha convertido en un tabú. Los padres no han tenido esa conversación necesaria con sus hijos para hablar de su cuerpo y de lo que significa. Tenemos que advertir a los niños de manera tranquila y a través de la educación afectivo-sexual que el cuerpo pertenece solo ellos», alega Díaz.
En algunos casos, como en Burjassot y Vila-real, los menores han quedado en libertad bajo medidas cautelares. El presidente del Foro Judicial Independiente, Fernando Portillo, cree que los jueces han debido de estimar que con esa decisión no se iban a destruir pruebas ni a reincidir. «Desconozco los motivos, pero en cualquier caso la alarma social se eliminó hace muchos años de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para decidir la privación de libertad», dice Portillo. Los expertos consultados aducen que la libertad provisional para los implicados por el caso de la Malagueta por una supuesta agresión grupal no es motivo para que se incurra en actitudes negacionistas, e insisten en que las denuncias falsas son exiguas.
Ni la Fiscalía General del Estado ni el Ministerio del Interior disponen de datos desglosados sobre violaciones grupales. Las estadísticas del departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska indican que en el 2021 se cometieron 17.016 delitos contra la libertad e indemnidad sexual, el mayor número de la serie histórica, que data de 2013. Las autoridades de Interior creen que ahora hay una mayor disposición a denunciar estos delitos. Algo de luz arroja el portal Geoviolencia Sexual, dirigido por Graciela Atencio, quien recopila estos ataques a partir de los casos publicados en la prensa. En el periodo comprendido entre 2016 y 2021 se cometieron 274 agresiones múltiples. Los años con más casos fueron 2018 y 2019, con 67 y 87 casos, respectivamente.
Pese a que salen a la luz más casos, aún impera la ley del silencio. Solo un 8% de las mujeres que fueron agredidas sexualmente fuera del ámbito de la pareja denunciaron a su atacante, según la Macroencuesta de Violencia contra las Mujeres de 2019.
El papel de la pornografía como motor de la agresión sexual en grupo es relativizado por Bárbara Tardón, experta en violencia sexual y asesora del Ministerio de Igualdad. «Cuando no existía pornografía también se producían agresiones sexuales en contextos y conflictos armados. A las mujeres se las viola grupalmente no solo porque hay porno, sino porque existe una socialización diferenciada a través de una ideología machista que disciplina, a ellas y su libertad sexual, desde el origen de los tiempos».
Para Jesús de la Torre Laso, profesor de Psicología en la Universidad de Salamanca, autor de una investigación sobre la cuestión, es frecuente que los agresores sexuales nieguen su responsabilidad y el daño infligido. Así, el atacante «utiliza la información para interpretar un acontecimiento y hacer un juicio causal. En estas situaciones, el agresor aparece como víctima y la víctima como responsable de la agresión. Por ejemplo, pueden pensar que ocurrió el acontecimiento porque estaban borrachos».
bárbaRA tardón. Experta en violencia sexual
A la pobre educación sexual, tanto en la familia como en la escuela, se une el hecho de que un partido como Vox, con representantes en el Gobierno de Castilla y León, reniega de cualquier educación sexual que suponga un «adoctrinamiento». «Encima hay formaciones que no solo piensan que no hay que hablar de sexualidad, sino que fomentan el veto de los padres a través del 'pin parental'. O hablamos a la chavalería de lo que es la libertad sexual y el consentimiento, o las violencias sexuales se van a seguir produciéndose», pronostica Bárbara Tardón.
Una de los grandes incógnitas es si 'las manadas' generan un efecto contagio. Para la portavoz de la Asociación Juezas y Jueces para la Democracia (JyJD), Ascensión Martín, con 15 años de experiencia como magistrada de menores, los jóvenes incurren en el «mimetismo. Pasa lo mismo que con el suicidio». A su entender, en las agresiones grupales, hay elementos estacionales que influyen en la aparición de estos delitos. A juzgar por los datos de la web Geoviolencia Sexual, la mitad de los casos se registran entre mayo y septiembre.
Portillo arguye que por ahora estas agresiones se reflejan más en el ámbito policial que judicial. El juez piensa que «cometer un delito en solitario garantiza cierta impunidad». «En cambio, el menor, al actuar en grupo, revela un carácter más temerario. Hay un atrevimiento que puede ser propio de la edad; al haber varios agresores, existe el peligro de que unos revelen la identidad de los demás», señala.
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