DOMENICO CHIAPPE
Domingo, 20 de febrero 2022, 00:05
En el centro de la capital soriana, una mujer detiene a Ángel Ceña, funcionario experto en transportes, de 55 años, y ahora líder de Soria ¡Ya!, para abrazarle. Le conoce desde pequeño aunque no le ha visto desde el final de la campaña en la ... que su plataforma cívica, recién reconvertida en partido político, arrasó con los votos de la provincia. «¡Qué majo. Y su familia, qué buena!», dice Araceli, casada con un exprofesor de Ceña en los escolapios. «Si él no puede hacer nada, no será por falta de empeño, porque trabajador es». Ella es una más de los vecinos que paran a Ángel Ceña por las calles en pocos minutos: cuatro mujeres a la salida del café que quieren darle la enhorabuena; otra, dentro, se ofrece a colaborar; un hombre, de lejos, con un movimiento de cabeza y otro que le recuerda que él es cuñado de alguien cercano. «Aquí nos conocemos todos», dice el líder de Soria ¡Ya! . Otro más le abraza. «23 entrevistas el lunes y ya paré de contar», le comenta Ceña, aficionado del Atlético de Madrid, casado, sin hijos «pero con sobrinos», que entró en política en diciembre, cuando la plataforma decidió seguir los pasos de Teruel Existe. En sus primeras elecciones ha cosechado el apoyo del 42% de los votantes.
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¿Qué pasa en Soria? «La gente ha dado un puñetazo en la mesa. Hay hartazgo por las promesas incumplidas», responde. En medio de un «escenario complicado», donde los votos de Soria ¡Ya! no son suficientes para condicionar al Partido Popular, ganador de las elecciones de Castilla y León, Ángel Ceña confía en que la inestabilidad del gobierno regional le permita hacer «mucho trabajo parlamentario».
Sus votantes han protagonizado una silenciosa rebelión contra los partidos tradicionales y sus alternativas en ambos extremos «de forma inesperada», explica Ernesto López, 'Nano', actor y gestor cultural que organiza el Carnaval y el Festival de las Ánimas. «Soria ¡Ya!, que conocemos desde hace tiempo, ha conseguido eclipsar al bipartidismo. Es una auténtica barbaridad. Dicen que es un voto inútil pero es una llamada de atención y un punto de partida». La cercanía entre elector y político activa aún más la ilusión. «Es gente cercana, que come en tu restaurante, compra en tu pescadería, coincide contigo en la Peña de Sanjuanes y si no le conoces personalmente, sí a su prima», asegura López. «Lo de 'España vaciada' tiene sentido. No está vacía de contenido pero sí de recursos humanos».
Ernesto López, 'Nano'Gestor cultural
Carlos Iruela, Comercial
A lo emocional se le superponen los hechos, tal como lo expresan los sorianos. A algunos pueblos va un médico una vez al mes, en los ambulatorios rurales tienen que aguardar «tres horas» para ser atendido; la lista de espera puede llegar a cuatro semanas para la primera consulta con un especialista. «Estamos escasos en todo: desde atención primaria hasta enfermería», reconoce un funcionario del sector sanitario, que prefiere el anonimato. La radioterapia más cercana está a 200 kilómetros y hay un solo oncólogo en toda la provincia, asegura una vecina de Duruelo, un pueblo que «antes tenía 200 niños en la escuela y ahora sólo hay 27 con el mío». Excepto la autovía a Madrid, hay que recorrer carreteras nacionales o de alta montaña para llegar a las ciudades más cercanas, como Logroño, Valladolid o Pamplona. No hay tren ni avión.
«Somos muy poca gente, muy pocos votos, que no cuentan para nada a nivel nacional», analiza Samuel Moreno, adjunto a la dirección en Moreno Sáez, la empresa familiar detrás de los famosos 'torreznos de Soria' y eslabón final de la industria que estuvo en medio de la polémica electoralista por los modelos de ganadería. «Nos sentimos atacados. Se habla con ignorancia y desde un frente populista. La realidad es que la demanda hace necesarias las macrogranjas. Los problemas están claros: despoblación y falta de infraestructura».
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Para la temida despoblación, Ángel Ceña tiene un ejemplo: «cuando murió mi padre, en su pueblo, Valloria, había 250 habitantes, una población estable desde hacía dos siglos. Ahora viven cuatro personas». Desde el pueblo el futuro se mira con incertidumbre. «Los que estamos aquí sobrevivimos y nos resistimos a irnos», dice la vecina de Duruelo. «Pero yo no sé hasta cuándo me quedaré porque tengo hijos y cuando crezcan me tendré que ir. Todas las que estudiaron conmigo se han ido».
Ninguno de los tres hijos de Pedro, que se dedica al sector financiero, siguen en la provincia. Están en Madrid, dedicados a la psicología, el derecho y la comunicación audiovisual. «No creo que vuelvan. Hemos sido muy pacientes. A poco que Soria ¡Ya! consiga algo, ya será más de lo que han dado los otros partidos».
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Unos 700 adolescentes se marchan cada año para cursar estudios universitarios, calculan en Soria ¡Ya! Esto supone un «esfuerzo extra por la matrícula, el alojamiento, la manutención, los traslados», asegura Carlos Iruela, comercial de una empresa de equipamientos informáticos y que tiene dos hijos. Antiguo votante del PSOE que optó por la abstención durante varios años hasta ese domingo en que votó por la plataforma soriana, no se muestra optimista. «Deseo que mis hijos estudien y se vayan. Tal como está la provincia, es la única forma de que tengan futuro. Los que se quedan es porque tienen tierras heredadas o se hacen autónomos».
En estas familias, la migración se impone como parte de la enseñanza. «Criamos madrileños nacidos en Soria», asegura López, actor de 45 años y cómico con tablas como monologuista en Madrid, a donde migró para regresar años más tarde. Tiene tres hijos entre doce y seis años, «Me gustaría que mis hijos tuvieran la oportunidad de quedarse, pero cuando cumplan los 18 los subiré a un autobús porque no hay aquí una gran universidad. Se establecerán fuera, no terminaré de criarlos y tendré que viajar para verlos. Ése es mi temor».
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Carlos Martínez, Alcalde de Soria
Carmen, Encargada de tienda
En sentido contrario migró Iván del Pozo, dedicado a la restauración, y ahora jefe de sala y de bodega en un gran restaurante. A los 24 años salió de su Ávila natal para establecerse en la ciudad de Soria. «Vine por trabajo y me quedo porque me da la calidad de vida de las ciudades pequeñas», mantiene. Han pasado cuatro años desde entonces y no acudió a las urnas en estas elecciones por su «opinión desfavorable de los políticos». «Yo perdí la ilusión de ir a votar porque no van a velar por mis intereses».
omo forastero en un territorio acostumbrado a ver cómo se marchan los que tienen su edad, Del Pozo señala otras razones de la despoblación. «Hay mucha hipocresía. Algunos votan a Soria ¡Ya! pero tienen pisos vacíos y no los quieren alquilar a un precio accesible. Ni siquiera cuando saben dónde trabajas, que eres fiable. O pueden pedir hasta 600 euros por un piso para una persona sola. Como no tengas pareja que también trabaje o un buen sueldo es complicado quedarte aquí».
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La «clave» del análisis para entender el apoyo masivo a la plataforma regional está en el sentimiento de agravio que existe entre los votantes, que depositaron su papeleta con el «corazón», reflexiona Carlos Martínez, alcalde de la capital por el PSOE. «Con la marca de Soria ¡Ya! todos nos veíamos reflejados», reconoce quien gobierna la ciudad desde 2007. «Es un toque de atención a los grandes partidos en una clave más sentimental. Generan expectativas muy altas, pero a partir de ahora hay que juzgarles por la gestión. La involución a los localismos no produce una mayor eficacia a la hora de resolver las políticas públicas, que son diseñadas por los partidos nacionales».
Dos frases se repiten de boca en boca entre los sorianos. Una, «aquí nos conocemos todos», que hace que en las sobremesas se baje la voz y se hable de uno u otro político. «¿Sabes lo que pasa? Que se creen que esto es suyo», murmura un hombre en la mesa de un bar. La otra frase, refiriéndose a Soria ¡Ya!, es que «con poco que hagan ya van a superar a los otros». La ilusión del primer día se enfría, no obstante, por las críticas a la nueva formación política. Se desconfía de su inexperiencia en negociación política y su nula influencia más allá de la provincia.
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Samuel Moreno, Empresario
A pesar del gran respaldo en la ciudad no son muchas las banderas de la plataforma regional que ondean en las ventanas. En las semanas pasadas, Ángel Ceña -que descubrió su vocación en 2019 durante la manifestación 'La revuelta de la España vaciada'- pegó carteles de madrugada en pueblos a menos ocho grados de temperatura y dio mítines para cuatro personas. Ahora camina cuesta arriba rumbo a su despacho, en sus últimos días de trabajo habitual. A la espera de su reunión con el PP, le queda lo más difícil en un territorio donde le recuerdan a cada paso que aquí «nos conocemos todos».
Estudios. El campus soriano de la UVA tiene seis facultades con educación, ingeniería forestal, fisioterapia, traducción, empresariales y enfermería.
Pandemia. En Soria han fallecido 645 personas por covid hasta enero, casi el 0,75% de la población de la provincia, cuya esperanza de vida es la más alta de España (84,8 años)
5,3 kilómetros cuadrados por habitante tiene el municipio más deshabitado de la provincia, Valdeprado. Es una densidad menor a la de Siberia, de 3 km2 / persona.
83 minutos se tarda en coche hasta Logroño, la ciudad más cercana de Soria capital, por una carretera nacional a unos 50 km/h de media.
6,77 minutos se tarda en coche hasta Logroño, la ciudad más cercana de Soria capital, por una carretera nacional a unos 50 km/h de media.
En un negocio de ultramarinos, donde todavía se escucha aquello de «me lo pagas mañana», corre un rumor: se llevarán la facultad de fisioterapia a Valladolid. En una sede donde sólo hay otras cinco opciones --magisterio, enfermería, ingeniería forestal, traducción y empresariales-- ese cotilleo acrecienta la sensación de agravio, alimentada por la carencia sanitaria, educativa, industrial y de vías de comunicación. «Aquí nos conocemos todos, pero todos. Y estamos hartos de que nos engañen, que nos mientan. No nos sentimos escuchados», dice Carmen, encargada de la tienda, que está «encantada» con el éxito del partido regional y que traspasó su negocio hace pocos meses para «quedarme como cuando empecé». «Ese voto es lo que a la gente le ha salido. El día de las elecciones ya se iba comentando que ganarían. Es que ves que se está muriendo y si vas a los pueblos están sin nadie».
Pueblos como Berlanga de Duero. «Somos el culo de Castilla y León y de España», reclama Feliciano Catalina, dueño del restaurante Senderos del Cid, que genera cuatro puestos de trabajo en esta villa de unos 900 habitantes oficiales, aunque «muchos empadronados sólo vengan el fin de semana y vivan en la ciudad». «El empujón político debe tener un enfoque rural contra la despoblación, pero pensando en cómo mantener a los que quedamos, y no en llenarlo con otros de afuera. Hay que darle más importancia a los que nos quedamos porque nos da la gana y no en los que llegan por las ayudas que duran unos meses y después se van. Votar a Soria ¡Ya! fue la única salida posible que nos quedaba, viendo lo que pasó en Teruel. Aquí hicimos lo mismo».
Junto a las expresiones de ánimo como «¡hay que intentarlo! El 'no' ya lo tenemos» , de gente como Rovira, hay otras más sobrias. «El problema es que hay poca gente», dice D. F., un recolector truficultor, que guarda sus negros tesoros de la tierra en una bolsa de tela que lleva en su mano. «Hay cansancio, y ellos ofrecen un poco de ilusión, al decir que pueden hacer algo por traer cosas. Pero pasará y sucederá que volverá el desencanto».
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