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¿Volveremos a volar a Venecia por 35 euros?

¿Volveremos a volar a Venecia por 35 euros?

El Covid pone contra las cuerdas a las compañías aéreas y presagia cambios en la manera de viajar

Domingo, 17 de mayo 2020, 00:06

Qué tiempos aquellos, recuerdan, cuando uno podía zambullirse en cualquiera de los buscadores de vuelos que prodiga internet y apañarse un viaje relámpago aprovechando un fin de semana largo. Comer, no sé, cocidito madrileño en Malasaña y cenar falafel en el barrio berlinés de ... Kreuzberg. O callejear por el Soho londinense. Salir de Zaragoza por la mañana y dormir en Venecia, después de tomar un 'pendolino' de alta velocidad en Milán. Por 35,99 euros. Lo que cuestan dos libros. ¿Será posible que hayan pasado sólo tres meses? Basta de ensoñaciones, la nostalgia puede ser un arma de destrucción masiva en tiempos de confinamiento. La emergencia sanitaria ha puesto contra las cuerdas a las aerolíneas de todo el mundo, que asisten impotentes al desplome de sus cuentas de resultados. 1.500 millones de personas han dejado de tomar un avión en los últimos tres meses. Sólo en España, la pérdida de 114 millones de pasajeros ha impedido ingresar más de 15.000 millones de euros. Si el turismo en nuestro país representa el 12% del PIB y el 13% del empleo total, es fácil imaginar las dimensiones del descalabro. El escenario, preñado de incertidumbres, presagia cambios en todos los órdenes de la sociedad, también en la manera de viajar a corto y medio plazo.

Javier Gándara, responsable de EasyJet en la Península y presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), que agrupa a 80 compañías de todo el mundo que operan en España, confiesa que el sector está «en modo supervivencia». Una situación que no ha contribuido a mitigar el Gobierno español al aplicar cuarentenas de 14 días a los pasajeros extranjeros -replicadas después por Francia con los viajeros españoles-. La medida ha causado malestar en el seno de la UE, partidaria de abrir corredores entre regiones con niveles epidemiológicos similares, y hará aún más difícil levantar cabeza en verano, palabra mágica a la que los operadores se agarran con desesperación.

Para Carolina Herrero, responsable de Relaciones Institucionales de ALA, «la situación de asfixia económica afecta a todas las compañías, da lo mismo que sean de bandera que 'low cost'. Ahora lo que todos necesitamos es liquidez, incluso aquellos que tienen músculo financiero». Herrero es muy consciente de los nubarrones que se ciernen sobre el sector y sabe que «una vez que se reactive el tráfico aéreo harán falta estímulos para reactivar la actividad, desde la bajada de precios para volver a hacer atractivo este negocio a ojos de pasajeros hasta la supresión de las tasas de navegación aérea y aeroportuarias para dar aire a las compañías».

«La situación de asfixia económica afecta a todas las compañías, ya sean 'low cost' o no, también a las que cuentan con músculo financiero»

Carolina Herrero | Asoc. de Líneas Aéreas (ALA)

«Hay un repliegue de las aerolíneas a sus bases en un intento de ajustarse al nuevo escenario, que llevará a unas a fusionarse y a otros a desaparecer»

Pere Suau | Experto en estrategias aéreas

Una carrera de fondo que el experto en estrategias de transporte aéreo Pere Suau, de la Universidad Oberta de Cataluña, no duda que será larga y que se caracterizará por el cierre de empresas, fusiones de las que quieran sobrevivir y a medio plazo un encarecimiento de precios. «Hacer previsiones es muy difícil, pero mientras esto dure las compañías están quemando 'cash' y el tiempo juega en su contra. Lo que está claro es que el tráfico aéreo no recuperará los niveles de 2019 hasta dentro de 3 ó 5 años. ¿Cuál es el reto? Sobrevivir al parón y luego a la recuperación, y hacerlo con compañías que estaban diseñadas para un volumen de demanda mucho mayor».

Menos jugadores en el tablero

Lograrlo no será fácil. Las dos grandes apuestas son el modelo franco-alemán, que apuesta por las ayudas públicas, que no son tanto esto como avales, préstamos que deberán ser devueltos; y el que defienden los países anglosajones, que pasa por reestructurar empresas para que tengan un tamaño menor y estén más ajustadas a la demanda. Vamos, que haya menos jugadores en el tablero, porque si algo ha puesto de manifiesto esta crisis es que no hay cielo para todos. La colombiana Avianca ha declarado ya su interés por declarar un 'chapter eleven' (bancarrota). A Alitalia no le va mejor, tras 20 años sin beneficios y sucesivos rescates, el próximo junio pasará a manos del Estado. Tampoco salen mejor paradas las 'low cost'. Para la británica Flybe, de bajo coste, que arrastraba serios problemas desde hace años, el Covid ha sido la gota que ha colmado el vaso. O la mexicana Interjet, actualmente en proceso de venta de bienes. O Germanwings, liquida por Lufthansa.

Aparatos de la flota de Lufthansa aparcados en el aeropuerto de Fráncfort por falta de operaciones. | Área de facturación del aeropuerto de Tokio, que decidió hace tres semanas suspender el 90% de sus vuelos. | Sello que informa de un positivo por coronavirus en un control de pasaportes del espacio Schengen.
Imagen principal - Aparatos de la flota de Lufthansa aparcados en el aeropuerto de Fráncfort por falta de operaciones. | Área de facturación del aeropuerto de Tokio, que decidió hace tres semanas suspender el 90% de sus vuelos. | Sello que informa de un positivo por coronavirus en un control de pasaportes del espacio Schengen.
Imagen secundaria 1 - Aparatos de la flota de Lufthansa aparcados en el aeropuerto de Fráncfort por falta de operaciones. | Área de facturación del aeropuerto de Tokio, que decidió hace tres semanas suspender el 90% de sus vuelos. | Sello que informa de un positivo por coronavirus en un control de pasaportes del espacio Schengen.
Imagen secundaria 2 - Aparatos de la flota de Lufthansa aparcados en el aeropuerto de Fráncfort por falta de operaciones. | Área de facturación del aeropuerto de Tokio, que decidió hace tres semanas suspender el 90% de sus vuelos. | Sello que informa de un positivo por coronavirus en un control de pasaportes del espacio Schengen.

«Hablamos de un sector que tradicionalmente, y en contra de la creencia generalizada, ha hecho pocos márgenes, del 10% de media en los últimos años, y que si echas la vista más atrás apenas superaba el 2%. Antes del Covid sólo 30 aerolíneas estaban haciendo dinero», sostiene Pere Suau. Cuando Ryanair se niega a desocupar el asiento central -escenario que parece haber descartado la Comisión Europea-, «la cuestión que subyace es que las aerolíneas empiezan a obtener beneficios cuando ocupan el 80% de sus plazas». Por no hablar del tiempo que se necesitan para desinfectar el fuselaje, ya que la base del negocio es tener el avión el mayor tiempo posible en el aire. Cada minuto en tierra es un minuto perdido.

«Nuestro primer compromiso es con la salud y el bienestar de los pasajeros -dice Carolina Herrero-. Pero hay muchas medidas que se pueden adoptar y que harían innecesario guardar distancias de seguridad. Por ejemplo, las compañías aéreas están realizando desinfecciones exhaustivas y mayores controles en las colas de embarque y desembarque. No podemos olvidar que, a diferencia de otros espacios cerrados, en la cabina de los aviones el aire se renueva cada tres minutos y pasa por filtros HEPA que retienen bacterias minúsculas y virus como el del Covid. Y esto no lo decimos nosotros, sino fabricantes como Airbus».

En su contexto

  • 15.000 millones de euros es el dinero que se ha dejado de ingresar por la pérdida de 114 millones de pasajeros en España, más del 40% de los registrados durante todo el año pasado.

  • 900.000 puestos de trabajo en el aire. Según datos de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), que agrupa a las 80 aerolíneas que operan en territorio nacional.

  • 95% de los aviones que constituían la demanda han dejado de volar y el 80% de la oferta está parada. El tráfico aéreo ha bajado a niveles de los años 60.

  • Volver al nivel precrisis llevará entre 3 y 5 años. La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) calcula que este año volarán 1.500 millones de personas menos por causa de la crisis.

  • El 40% esperaría seis meses para volar. Lo dice la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, consumidores que por miedo al Covid estarían dispuestos a aplazar sus desplazamientos.

  • 55 millones de euros es el impacto que tendrá la crisis en el PIB español, 419.000 en el caso del de la Unión Europea.

Herrero recuerda que para que estas medidas sean efectivas los aeropuertos deberán sumarse a esta dinámica con medidas de seguridad propias, realizando test Covid a quienes entren a sus instalaciones o tomándoles la temperatura, garantizando que el pasajero que accede está libre de virus y pudiendo así establecer zonas estériles». En este sentido, la Agencia de Seguridad Aérea Europea (EASA) ha señalado que en aquellos aparatos donde no se puedan garantizar las distancias, los usuarios deberán cubrirse con mascarillas, medida que en España ya es obligatoria.

«Recuperar la confianza»

Después de haberse desplomado el tráfico aéreo un 95% en apenas tres meses, la salud de la demanda constituye el gran interrogante. «Los esfuerzos ahora están encaminados a recuperar la confianza del usuario, a devolverle su apetito por volar», ilustra Carolina Herrero. «Cuando se reanude la actividad, las compañías intentarán estimular la demanda con precios bajos», explica Pere Suau. El experto está seguro de que el sector acabará remontando, «con sus vencedores y vencidos, como siempre ha ocurrido. La incógnita es qué pasará en el medio plazo».

De momento, las señales son contradictorias. Una encuesta de IATA, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, señala que el 40% de los consumidores estarían dispuestos a esperar seis meses para volver a volar por miedo a los contagios. Entretanto, los agregadores de reservas -páginas web que comparan precios entre proveedores- no permanecen ociosas. Norteamericanos y británicos, por ejemplo, mantienen el volumen de consultas sobre España, lo que demuestra que ese interés permanece latente.

Vuelo Madrid-Gran Canaria, envuelto en la polémica por su alta ocupación.

En esta época del año, el foco está puesto en el sector turístico, pero el problema va más allá. Hablamos de un sector estratégico, así que no basta con saber cuándo se podrá volar a París, Nueva York o Shanghai. Las estadísticas advierten de que se está transportando un 40% menos de carga que el año pasado a nivel global. Una reacción en cadena que afecta lo mismo a los mangos que traen de Brasil, que a los fármacos o los móviles que se importan de China. Y cada kilo transportado por el aire cuesta cien veces más que por vía marítima, un quebranto brutal.

Otra prueba de esa transversalidad es el impacto en la industria aeronáutica, advierte Pere Suau. ¿Qué pasa cuando el 95% de la demanda deja de volar y el 80% de la oferta está parada? Dicho de otra forma, si no vuelan aviones, no interesa hacer motores. Lo saben bien en ITP, radicada en Euskadi, que ha pactado un ERTE hasta septiembre. Según el Cluster de Aeronáutica y Espacio HEGAN, la cadencia de fabricación ha caído entre un 36% y un 43% con respecto a las cifras que mantenían antes de la pandemia. Aernnova en Vitoria, Airbus en Sevilla... Todos luchan por remontar el vuelo.

«Van a sufrir los aeropuertos con menos de 2 millones de usuarios»

Pere Suau sostiene que «las aerolíneas, lo mismo las 'low-cost' que las de bandera, están haciendo un repliegue sobre sus bases principales, donde duermen sus aviones, para ajustarse a la actual situación». Así, Norwegian va a concentrar su actividad en Oslo. mientras que British ha cerrado su base de Gatwick para centrarse en Heathrow. Son mercados de más volumen y valor añadido, a menudo con costes más bajos y donde el margen de beneficio que les queda es mayor.

¿Cómo va a afectar este nuevo escenario a España? «A los aeropuertos con menos de 2 millones de pasajeros al año les va a tocar sufrir». Ocurrirá, explica el experto de la Universidad Oberta de Cataluña, por ejemplo con Girona y Reus, que tienen muy cerca El Prat; también con Foronda y Hondarribia, en Euskadi. Otro tanto pasará en Galicia, donde ahora coexisten los aeródromos de A Coruña, Vigo y Santiago, haciéndose competencia entre sí.

Reducir frecuencias

Otro aspecto que se verá influido, añade Pere Suau, serán las frecuencias aéreas, que tenderán a ser más bajas en aquellos casos en que las compañías no puedan recurrir a aeronaves de menor tamaño. Esto último es lo que hace KLM en Europa, poniendo en circulación aviones Embraer de en torno a 100 plazas -como los que utiliza Air Nostrum- cuando habitualmente emplean aparatos con capacidad para 180 personas.

La situación es distinta para los 'low cost', que trabajan con flotas más homogéneas para reducir gastos -mismo tipo de pilotos, de mecánicos, compras al por mayor para obtener descuentos- y que están abocadas a bajar frecuencias en ciudades de tamaño medio para sobrevivir. Esto, que no importa tanto al turista, sí que condiciona al viajero de negocios. Además, mientras no haya congestión aérea, las compañías no tendrán el incentivo de poner más frecuencias para 'internalizar los retrasos', como llaman ellas a recolocar a los pasajeros en otro avión dentro del mismo día.

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