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En el polo sur de la Luna, su cara visible se entremezcla con el lado oscuro. En un mismo punto, donde el Sol apenas se asoma por el horizonte, puede iluminarse uno de sus enormes cráteres, en cuya sombra anida el negro más profundo ... y en cuyo interior se han medido las temperaturas más bajas de todo el sistema solar. Allí pisará la humanidad cuando la NASA envié una misión a recoger muestras y dar respuesta a uno de los enigmas más importantes para la colonización lunar: qué características tiene el agua de la Luna, cuánto hay y cómo se relacionan esas fuentes.
El programa Artemis de la agencia espacial norteamericana ha puesto fecha a la llegada del hombre a esa tenebrosa región: 2024. La misión consistirá en mejorar el conocimiento de la hidrografía satelital, para lo que es necesaria la exploración de esta zona de condiciones ambientales extremas, con temperaturas que descienden a menos 233 grados centígrados y sometida al continuo impacto de meteoritos. Allí están los cráteres protegidos de la radiación solar, que se consideran idóneos para resguardar el agua primitiva. Sin embargo, no serían los únicos repositorios de líquido vital.
«La gente piensa que algunas áreas en estos cráteres polares atrapan agua y que eso es todo», sostuvo William Farrell, físico del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA. «Pero cuando los meteoritos impactan en su superficie pueden desencadenar condiciones similares a las producidas por temperaturas cálidas». De esta manera, el agua se descongela, se filtra, se mezcla, se mueve y da lugar a un ciclo global dinámico.
Como los cráteres, las personas que caminen sobre el lado oscuro de la Luna tendrán al sol de frente en la mitad que mire hacia el astro. Y en la otra parte, el frío más radical. Ante estas sensaciones térmicas tan bruscas, la idea es que los astronautas no se expongan más de lo necesario y se queden todo lo posible en la faz más amable.
Para que puedan cumplir su misión la NASA ha desarrollado un instrumento que detectará el vapor de agua. Si existiera, quizás hasta diez moléculas por centímetro cúbico, la colonización de la Luna estaría más cerca, pues se podría extraer en regiones aún iluminadas, sin excesivo riesgo. Pero la información definitiva vendrá de primera mano, dentro de cinco años, cuando el hombre explore aquella frontera.
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