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Siete de cada diez maltratadas confiesan que la violencia de género desbarata sus opciones laborales. Pablo Blázquez
La violencia de género ahoga las opciones de empleo a siete de cada diez víctimas

La violencia de género ahoga las opciones de empleo a siete de cada diez víctimas

Su conversión en paradas de larga duración eleva su vulnerabilidad, lastra su capacidad de huida y las empuja a la economía sumergida y precaria

Jueves, 23 de noviembre 2023, 01:28

La existencia o ausencia de empleo es un factor clave para caer en el pozo que para centenares de miles de españolas abre la violencia de género, pero también puede ser el instrumento que permita salir de una vez por todas de esta lacra. Depende ... de la ayuda que reciban para romper el círculo vicioso en el que les introduce el binomio de violencia y desempleo.

Las vejaciones, humillaciones y ataques que muchas mujeres soportan a manos de sus parejas o exparejas asfixian sus posibilidades de tener un empleo. Salvo que las autoridades pongan los medios para que rescatarlas de esta parálisis, sufren un empobrecimiento paulatino y un paro de larga duración que las instala en la exclusión social, la precariedad y la economía sumergida. Esta es la principal conclusión de un estudio nacional realizado con víctimas de esta lacra por la Fundación Adecco.

La investigación desvela que siete de cada diez maltratadas confiesan que es la propia violencia la que desbarata sus opciones de desempeñar un empleo. Las dos terceras partes explican que la falta de confianza y de autoestima a la que les han llevado el miedo, los desprecios y las descalificaciones hunden su seguridad a la hora de pelear por un puesto de trabajo. El otro tercio, directamente, ha tenido que dejar su empleo por las presiones o exigencias de su pareja, que con el tiempo descubren que busca someterla a mayor aislamiento y aumentar su posición de poder con la llave económica.

El problema, desvela el estudio, es que con este fracaso o claudicación laboral se inicia un círculo vicioso que ya va a ser muy difícil abandonar. La situación de desempleo y falta de recursos propios intensifica la vulnerabilidad de la víctima, pues merma su independencia, su autoestima, pero también su vida social.

De hecho, los responsables de el observatorio social constatan que el aislamiento del mercado laboral convierte en una carrera de obstáculos el momento en que la víctima llama a esta puerta para huir de su maltratador. Estas mujeres aseguran que les ha sido muy difícil, o directamente imposible, encontrar un empleo. En las mayoría de casos, por la citada inseguridad y baja autoestima que arrastran, pero en el 44% de las ocasiones también por el temor a que el puesto de trabajo facilite su localización al agresor del huye, en un tercio por la incapacidad para cumplir los horarios y cuidar a sus hijos, o por asuntos tan básicos como que carecen de medios técnicos de búsqueda o ignoran cómo encontrar empleo en este mundo digital.

Prácticamente la totalidad de quienes intentan romper con su agresor tienen serias dificultades para llegar a final de mes

Las enormes dificultades para dar con un empleo tienen como resultado que más de la mitad de las víctimas de género sean paradas de larga duración. El 30% tarda entre un año y dos en encontrar alguna ocupación y una cuarta parte sigue sin colocación y con pocas esperanzas de lograrla más de dos años después.

Un círculo vicioso

La dinámica de desempleo pertinaz tiene nefastas consecuencias directas, pues encamina a las víctimas y a sus familias a la pobreza y la exclusión social. Las maltratadas que intentan romper con el agresor y su mundo viven en la estrechez económica en la práctica totalidad. El 97,3% confiesa que pasa dificultades para poder llegar a final de mes con demasiada frecuencia y en el caso de siete de cada diez estas dificultades son muchas.

Este es el motivo de que muchas, de hecho dos de cada tres, se vean abocadas a la economía sumergida ante la incapacidad para dar con un empleo legal, que les asegure un contrato, derechos y cotizaciones a la Seguridad Social. Recurren al trabajo irregular, desesperadas, ante la urgencia de conseguir aún tipo de ingreso como sea.

La constatación del riesgo de caer en este círculo vicioso de maltrato, paro y pobreza lleva a la Fundación Adecco a reclamar a las autoridades que presten atención urgente a los problemas de empleo de las víctimas de la violencia de género, porque puede ser el instrumento fundamental para salir de esta lacra, pero también la trampa que las atrape en la exclusión social.

Consideran prioritario «acompañar, asesorar y apoyar» a estas mujeres. Proponen diseñar para ellas itinerarios de empleo personalizado y dirigido a sectores emergentes, con apoyo psicológico para lograr su recuperación emocional, y favorecer la flexibilidad laboral para que el empleo no sea incompatible con sus responsabilidades familiares.

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