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antonio corbillón
Domingo, 13 de septiembre 2020, 00:24
El próximo martes, el puente medieval que salva el Duero y la vega cercana en Tordesillas (Valladolid), escenarios tradicionales del polémico encierro del Toro de la Vega, vivirán ese día en silencio. Durante años el martes siguiente al 8 de septiembre concentraba allí toda ... la crudeza del debate sobre los festejos taurinos. El coronavirus le ha asestado un nuevo 'descabello' al polémico ritual.
Será la tercera muerte, aunque con métodos diferentes en los últimos cinco años. «La puntilla está dada desde 2015. Esto ya no es el Toro de la Vega sino soltar un toro en una vega, que no es lo mismo», rechaza el presidente de su Patronato, Enrique Carnero. Aquel año, un cambio del Reglamento de Festejos de la Junta de Castilla y León, que prohibió la muerte de animales fuera de los cosos taurinos, acabó con una fiesta que algunas referencias remontan a 1355.
El morlaco salía de la villa, bajaba por el puente a toda carrera y, en cuanto entraba en el pinar se abría la veda para que lanceros a pie o a caballo lo asaetearan. Ganaba el que le asestaba el rejonazo definitivo. Después, recorría las calles del pueblo con la cola del animal colgada en la punta de su lanza convertido en héroe. «El torneo consistía en intentar matarle. Era un lucha de igual a igual y podía pasar de todo», insiste en defender Carnero.
'Rompesuelas', un astado de 640 kilos, fue el último que en 2015 sacrificó su vida frente a cientos de lanzas. Aquel año, la tensión entre defensores de los derechos de los animales frente a los puristas de la fiesta alcanzó el paroxismo. Más de 25.000 personas fueron testigos de los insultos, agresiones y carreras que ni siquiera un amplio dispositivo de la Guardia Civil pudo aplacar. Moría una tradición que solo permaneció suspendida entre 1966 y 1970 gracias a una ley franquista contra el maltrato.
La causa animalista llevaba años colocando a Tordesillas en el centro de sus objetivos. Hábiles campañas de demonización en las redes sociales arrastraban cada año hasta esta localidad de 9.000 habitantes a televisiones y corresponsales nacionales y foráneos. «Fue un ataque brutal. Hacían boicot a nuestras redes oficiales. Parecía que todos en el pueblo pensábamos igual», recuerda el alcalde Miguel Ángel Oliveira.
Un estudio que acaba de publicar la revista científica 'Journal of Consumer Research' y que ha realizado un equipo de expertos de la Universidad Pontificia de Comillas concluye que «el Toro de la Vega pasó de ser una tradición a proteger a una práctica indeseable: una vez se había erosionado su legitimidad, la prohibición del torneo fue sencilla», explica una de sus autoras, Carmen Valor. Su equipo analizó, uno a uno, más de seis mil mensajes cruzados en redes sociales entre 2014 y 2016.
También en su autobiografía 'Manual de resistencia', el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, admite que llamó a un 'reality' de Telecinco en 2014 para defender la causa animalista. Quería parar la derrama de votantes aunque eso supusiera dejar sin 'capote' al entonces alcalde de la villa, el socialista José Luis González Poncela. En Tordesillas, la defensa del Toro de la Vega era hasta entonces el único consenso entre sus políticos. Tres años después, Sánchez le pidió perdón en una visita a Valladolid.
A partir de 2016 el nuevo festejo quedó reducido a la suelta de un toro por el campo, aunque se volvieron a repetir los insultos y agresiones entre detractores y defensores. Vecinos de Tordesillas llegaron a arrojar bolsas de ratones vivos a los animalistas mientras se manifestaban tras una pancarta: 'Tordesillas no se rinde'. Fue un nuevo tiempo que inauguró 'Pelado', de 670 kilos, que salió vivo de la capea popular pero al que le esperaba el sacrificio del matarife, tal y como exige la nueva normativa.
La lucha sobre el terreno tuvo su continuidad en los tribunales con otra derrota sin paliativos de los tradicionalistas. En 2019, el Tribunal Supremo ni siquiera admitió a trámite un recurso municipal contra la sentencia del Tribunal Superior de Castilla y León que ratificó el nuevo reglamento regional de festejos.
El fin del sacrificio en el campo del Toro de la Vega ha sido «la punta del iceberg» que ha acabado con otras fiestas como el toro embolado (antorchas en los cuernos) de Fuentelapeña (Zamora) o el toro embolado de Astudillo (Palencia).
Tras este silencio de 2020, en la que podría ser la tercera muerte del Toro de la Vega, el futuro pasa por mejorar el reglamento del propio torneo para poder volver a utilizar morlacos de seis años y sin afeitar. «Ahora no es ni festejo tradicional ni encierro. y el toro va 'afeitado'. Hemos esperado al fin de la vía judicial para adaptarnos», admite el alcalde. Desde el Patronato aún sueñan con «mantener la llama y la historia por si suena la flauta un día», afirma Enrique Carnero. Un sueño que parece una quimera. «Sabíamos que las cosas iban a cambiar, que la gente joven está cambiando. Pero no así», concluye Miguel Ángel Oliveira.
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