Secciones
Servicios
Destacamos
Mil dólares por los códigos secretos de las embajadas españolas. En 1966, el Tribunal de Orden Público (TOP) juzgó a un diplomático español que había aceptado vender al espionaje soviético por ese dinero el sistema de cifrado con el que se comunicaban los embajadores. Fue ... un juicio extraño que, según la sentencia del TOP a la que ha accedido este periódico, podría ocultar entre las frases del fallo judicial verdades que hoy solo se pueden intuir. Entre ellas, que el intento del KGB por hacerse con los libros de claves escondía una batalla por el tráfico internacional de los mensajes secretos a lo largo de todo el orbe y el oscuro juego de los 'agentes dobles'. Una guerra en la que la CIA, por medio de una estafa global sin precedentes, llegaría a leer todo lo que los diplomáticos y los militares pensaban que mantenían oculto.
Esta historia se inicia el lunes 13 de abril de 1964 en Damasco (Siria). Ese día, Francisco García-Villalba González, un granadino de 29 años que ejercía de secretario personal del embajador español en la capital árabe, entrega al cónsul de la URSS el libro de claves de la embajada a cambio de mil dólares. González había fotografiado ese tomo pero había tomado una precaución especial. Según figura en la sentencia del TOP, el funcionario actuó «sin proporcionar los rollos de disloque o tambores cuya ausencia disminuye, pero no anula, el valor de las claves».
García-Villalba se guardó una parte clave del sistema de cifrado, los elementos técnicos de la máquina que utilizaba el Gobierno español para transmitir sus mensajes. Pero como veremos más tarde, éste era un secreto lleno de veneno. El martes 14 de abril el diplomático español quedó a comer con el alto cargo soviético y le hizo llegar más documentos secretos españoles: análisis que desde la embajada española se realizaban sobre la situación de Oriente Medio y telegramas del embajador. El espía ruso ya le había regalado un reloj de pulsera y le comunicó que quedaba integrado en el mundo del espionaje soviético con el apodo de 'Pascálides'.
En ese momento, García-Villalba era el secretario personal e intérprete del embajador Juan José Rovira Sánchez-Herrero y ambos trabajaban en uno de los puntos calientes del planeta. Si hoy Siria es uno de los lugares más peligrosos del mundo, en aquella época se plantaron las semillas para llegar al infierno actual. El país había llegado a formar una federación con Egipto para crear la República Árabe Unida, el intento de Egipto de controlar el mundo árabe. Esta asociación desapareció en 1961, cuando los militares del partido Baaz dieron un golpe de inspiración iraquí.
A partir de entonces el ruido de sables se perpetuó en Siria y la inestabilidad violenta se convirtió en la forma de vida del país. La dictadura española había mantenido sus contactos con los países árabes, en un intento de recuperar la legitimidad internacional que los vencedores de la Segunda Guerra Mundial negaban a un aliado de Hitler. Pero en el momento en el que la KGB penetró en la embajada española en Damasco, Franco ya había conseguido el respaldo de Estados Unidos como un fiel aliado contra los comunistas. Si los rusos conseguían acceder a los secretos españoles estarían cerca de conocer las estrategias occidentales.
Según la sentencia del TOP -la número 80 firmada en la historia de ese tribunal- García-Villalba, alias 'Pascálides', regresó a Madrid un día después de mantener los contactos con el cónsul de Moscú y le contó a la Policía el contenido de la cita que había tenido en Damasco, pero sin revelar que ya había aceptado dinero a cambio de las claves. Las palabras no escritas que se deducen del fallo judicial revelan que las fuerzas de seguridad españolas encargaron al secretario que les siguiera el juego a los comunistas y que intentase actuar como un 'agente doble', es decir, que espiase a sus nuevos amos.
Para entonces, 'Pascálides' había sido citado en París por su superior en el espionaje ruso. Allí llegó a celebrar otras cinco reuniones en las que, según la sentencia, no consiguió información significativa. Ante el fracaso, el 'topo' se marchó a trabajar como secretario del agregado comercial de la embajada española en Argelia, otro país que en ese momento sufría una violencia extrema. En 1962 Argelia había conseguido la independencia de Francia y vivía todavía los ecos de la brutal guerra civil en la que habían sido asesinadas miles de personas. El país era uno de los lugares calientes de la 'guerra fría' ya que los independentistas argelinos se aproximaban a la órbita comunista y Franco apoyaba desde España a los terroristas franceses de la Organizatión de l'Armée Secrete (OAS), opuestos a la independencia. El 'agente doble' seguía estando en medio de la tormenta.
Pero a finales de 1964, 'Pascálides' viajó por sorpresa a Madrid y contó a la Policía algo que había ocultado en su primer relato ante los agentes. Es en esa fecha cuando les revela, según el TOP, que había llegado a facilitar los libros de claves a los espías soviéticos a cambio de dinero. Quizás, el joven ya no soporta la doble vida de un agente. Este encuentro se produce en la sede de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol de Madrid y el intérprete granadino es detenido.
El juicio contra el agente se celebró con relativa velocidad. La Fiscalía fue contundente desde el primero momento y solicitó una condena de 20 años de prisión por traición. Sin embargo, los jueces rebajaron sustancialmente esta pena y la dejaron en tres años de cárcel, una cifra ridícula si se tiene en cuenta la demanda inicial. Para rebajar de forma tan sensible la condena se tuvo en cuenta el «arrepentimiento» del 'topo', pero también se recuerda que «no llegó a entregar un elemento tan importante» como pueden ser los rollos de disloque.
Allí estaba una de las piezas importantes de la causa. ¿Qué son los rollos de disloque? En principio, se trata de una ruedas dentadas que, al interactuar unas con otras a partir de una clave, convierten un texto en abierto en otro codificado e imposible de descifrar si no se dispone de un aparato similar y las claves. ¿Qué máquinas disponían de algo parecido a estos tambores y podían estar al alcance de una embajada española?
Según el experto en criptografía y profesor de la Facultad de Informática en la Universidad Politécnica de Madrid, Jorge Dávila, «el aparato al que podrían referirse en la sentencia, pero partiendo de la base de que es una estimación por la poca información disponible, es la 'Hagelin C35'». Esta herramienta, que se vendió desde Suiza en los años 60, era un sistema barato y eficaz de disponer de un código de cifrado competitivo. Su inventor fue un sueco de origen ruso, Boris Hagelin, que creó CryptoAG, una empresa dedicada a la tecnología de los códigos secretos. Los tambores que el 'topo' granadino no vendió fueron los que Hagelin habían inventado.
Pero en poco tiempo esas ruedas dentadas metálicas de la 'Hagelin' se convertirían en la mayor trampa del espionaje mundial. En 1970, cinco años después de que el KGB hubiese intentado hacerse en Damasco con la tecnología de cifrado, la CIA y los servicios secretos alemanes jugaron fuerte y compraron la fábrica de Hagelin. Esta operación no se conoció hasta 2020, cuando fue desvelada por 'The Washington Post' y las cadenas de televisión ZDF, alemana, SRF, Suiza, y ahora está considerada uno de los mayores golpes maestros de la historia del espionaje.
Estados Unidos conocía de un solo golpe todos los secretos de los servicios secretos o diplomáticos que pasaran por la 'Hagelin', tecnología comprada por más de cien países, situados tanto en Europa -incluido el Vaticano- como en Asia, África o Sudamérica. Era una intervención tan bien desarrollada que tanto Alemania como Estados Unidos ganaban dinero vendiendo elementos a terceros países y a la vez accedían a todos sus secretos. Era como comprar cerraduras a los ladrones que van a robar tu casa.
La capacidad de injerencia de Estados Unidos y Alemania en todo el mundo gracias al secreto de la empresa Hagelin es incalculable. Se sabe que en la guerra de las Malvinas, los americanos ayudaron a las británicos gracias a los mensajes de militares argentinos que interceptaban sin problemas. De la misma manera, las distintas crisis militares de Oriente Medio eran también conocidas por Washington.
Igualmente, la capacidad de penetrar en los códigos del Vaticano permitió la detención del dictador panameño Manuel Antonio Noriega, quien se había refugiado en la Nunciatura de Panamá tras la invasión de su país por tropas 'yankees'.
La pregunta que plantea la sentencia española del TOP sobre el intérprete granadino es siniestra. «En este caso, un funcionario español reveló que había vendido claves secretas. Sin embargo, no sabemos si hubo otros diplomáticos que cayeron en las redes del KGB y no fueron nunca detectados», explica Jorge Dávila.
Ante el secretismo que rodea a las intervenciones del espionaje soviético, es imposible saber si otro intérprete, en otro país y otra embajada, sí que entregó a Rusia los secretos de los códigos. ¿El 'topo' español en Damasco fue la excepción o la regla?
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.