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Imagen de archivo del lugar donde ocurrieron los hechos. SUR
Dos chicas alertaron de la violación en Málaga: «La manejaban como si fuera un muñeco»

Dos chicas alertaron de la violación en Málaga: «La manejaban como si fuera un muñeco»

Ambas clientas de la discoteca se percataron de que la víctima podía estar sufriendo abusos sexuales, siguieron a los sospechosos y se escondieron para narrar a la policía lo que veían

juan cano | Álvaro Frías

Málaga

Jueves, 12 de mayo 2022, 10:55

La situación les llamó la atención ya en la discoteca. Una chica «más que borracha, súper borracha» junto a dos hombres. Si el estado de la víctima les preocupó, más aún les chocó el comportamiento de ellos. «Así no se trata ni a un perro», ... contó a la policía una de las testigos del caso.

Ella es una de las dos mujeres que, al ver la situación, alertaron a la Policía Nacional e impidieron con su actuación que la supuesta agresión sexual en la playa de La Malagueta acabara siendo, como sospechan los investigadores, y también ellas mismas, una violación múltiple.

Ambas testigos describieron, primero en comisaría y después en el juzgado, la escena que vivieron -y sobre todo cómo la percibieron- en el recorrido desde la discoteca hasta la playa, donde se consumó la supuesta agresión. No escatimaron calificativos para retratar la situación.

Las dos chicas llegaron a la discoteca a las dos de la madrugada del lunes 9 de mayo, pidieron un par de cervezas y se sentaron en la barra a charlar. Una de ellas avisó a la otra de lo que estaba pasando justo a sus espaldas: los dos hombres agarraban y manejaban a la víctima «como si fuera un muñeco, de forma brusca y obscena», dirían más tarde en comisaría.

Según contaron a la policía -ambas coinciden plenamente en su relato-, uno de los hombres trataba de besarla y el otro le realizaba tocamientos mientras ella perdía constantemente el equilibrio. La actitud de la víctima era la de «intentar apartar las manos» para que dejara de tocarla. Pero al parecer él continuaba.

Estado de anulación

Una de las testigos manifestó que la mujer se encontraba en tal estado de «anulación» que, a su juicio, los dos hombres se estaban aprovechando de ella «como si fuera un trapo». Uno de ellos la agarró de la mano y se la llevó hacia el exterior de la discoteca. La chica se tambaleaba y hacía ademán de regresar dentro, pero el individuo «no se lo permitía», siempre según su relato.

Las dos mujeres decidieron seguirlos para ver dónde la llevaban porque, afirmaron, tenían la necesidad de saber qué era de aquella chica. Por el camino, observaron que la víctima se cayó al suelo en varias ocasiones por su estado.

Ellas se mantuvieron a cierta distancia, pero pudieron ver cómo se encaminaban hacia la playa. En las escaleras que dan acceso a la arena, apreciaron que la chica intentaba zafarse de él, pero no lo logró.

Cuando estaban en el paseo marítimo, se les acercó uno de los dos hombres -el que besaba a la chica en la discoteca- y, tras decirle que no hablaba bien español, les ofreció venderles un bolso en el que había «mucho dinero». Ellas lo rechazaron y él se marchó hacia la playa.

Alarmadas por la situación, decidieron llamar a la policía. Fueron narrando todo lo que veían e incluso se adentraron en la playa para ver lo que sucedía. De hecho, ambas se escondieron tras las letras decorativas con las palabras «La Malagueta» que hay sobre la arena, desde donde pudieron seguir presenciando lo que pasaba.

Desde ahí observaron cómo el hombre que les había ofrecido el bolso se sentaba a escasos metros del lugar donde su amigo presuntamente forzaba a la víctima, a la que describen inmóvil, «medio muerta», como si estuviera inconsciente.

«Como a esperar su turno»

Entonces, apareció el tercer individuo, un chico joven que se sentó junto al anterior. A ambas les dio la impresión de que se sentaron en la arena a unos metros «como a esperar su turno» una vez que terminara el primero.

Mientras aguardaban a la llegada de la policía, este último individuo empezó a caminar hacia ellas con una botella en la mano, por lo que pensaron que las había descubierto escondidas tras las letras y huyeron hacia el paseo marítimo. Ahí encontraron a una patrulla de la Policía Nacional, a la que reiteraron lo que estaba pasando. Ellos detuvieron a los implicados.

Las declaraciones de las testigos constituyen una base sólida de la presunción que ahora mismo pesa sobre los sospechosos, tres jóvenes marroquíes que han corrido una suerte dispar tras comparecer ante la jueza de guardia este martes por la noche.

El más joven de ellos -19 años, con ocho detenciones previas, la mayoría por robo, en situación irregular y con orden de expulsión desde el año pasado- ha quedado en libertad provisional, sin medidas cautelares, aunque continúa investigado en el caso.

En las declaraciones judiciales, que se celebraron la medianoche del martes al miércoles, no pudo establecerse, al menos inicialmente, un nexo entre este individuo y los otros dos investigados, que sí son amigos.

«Ni actúa ni llama»

El chico, asistido por la abogada María José Enamorado, aseguró que no tenía nada que ver con lo que estaba pasando y que sólo estaba tomándose una cerveza en la playa, si bien -como subraya la policía- «ni actúa para impedir la agresión sexual que está viendo cometer ni llama a los servicios de emergencias».

Los otros dos detenidos-de 30 y 31 años; sólo uno con antecedentes policiales, aunque por delitos de distinta naturaleza- han ingresado en prisión por su presunta implicación en la violación. Los tres siguen investigados en la causa, que también se instruye por robo con violencia.

Los dos principales sospechosos negaron la agresión sexual. El supuesto autor material aludió a que fue una relación consentida. El otro investigado, representado por el letrado Raúl Olivares, de Veritas Abogados, alegó que acudió a la playa porque su amigo lo llamó para que les llevara el bolso de la chica, que ella había olvidado en la discoteca.

La víctima, por su parte, ha mantenido tanto en comisaría como en el juzgado que se negó a mantener relaciones con el principal sospechoso. Contó que los conoció en el bar, después de tomar cervezas con un par de amigos de ella, y que accedió a ir con uno de los investigados a la playa a dar un paseo, pero que en ningún momento pensó que la iba a forzar.

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