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Lunes, 28 de enero 2019, 19:55
El goteo de denuncias por abusos sexuales practicados por curas o miembros de la iglesia católica en Cataluña es incesante. Hoy trascendió un tercer caso en el monasterio de Montserrat (Barcelona). Todas las denuncias están dirigidas contra el monje Andreu Soler, que murió en 2008.
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Los hechos habrían ocurrido el siglo pasado. Un hombre (J.R. Martínez) ha revelado que en 1971, siendo un adolescente, sufrió tocamientos por parte del monje. Martínez, que ha puesto una denuncia, llegó a Montserrat a trabajar durante el verano para ayudar a los monjes benedictinos que regentan el monasterio, uno de los referentes espirituales de Cataluña. Según declaró la víctima al Periódico de Cataluña, los presuntos abusos se produjeron una noche, cuando el monje se introdujo en su cama y le hizo tocamientos en los genitales con la excusa de hablarle de la masturbación. «Entre los compañeros se daba por descontado que Soler tenía la mano suelta», relató.
Los casos de abusos en la abadía de Montserrat los desveló la semana pasada una de las víctimas. Miguel Hurtado, psiquiatra residente en Londres, denunció las presuntas prácticas del monje Soler. Como el caso que trascendió hoy, aseguró que los tocamientos se produjeron a finales de los noventa. Él pertenecía al grupo de 'scouts' que hay en la abadía y que colaboran en el mantenimiento de la misma. En ocasiones dormían en el monasterio.
Soler dirigió durante 40 años ese grupo. Los abusos se produjeron puntualmente durante un año. Una tercera víctima, Ricard Zamora, relató el domingo su caso en el diario Ara. La abadía de Montserrat afirmó hoy que hasta ahora solo tenía constancia de la denuncia de Miguel Hurtado. Pero su caso fue ocultado por la organización religiosa durante años. Ahora, ha creado una comisión para estudiar todos los posibles casos.
Mientras, el que fue párroco del municipio de Vilobí d'Onyar (Gerona) entre los 60 y los 80, habría abusado sexualmente de diversos menores. Dos alcaldes de la localidad lo pusieron en conocimiento del Obispado de Gerona, pero éste no hizo nada. Ahora, décadas después,ha decidido llevar al Vaticano la investigación, aunque niega que tuviese constancia de los abusos.
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Llueve sobre mojado en la opinión pública catalana, tras el caso Maristas de Barcelona, conocido en 2016.
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