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MIKEL CASAL
C. Tangana, entre la modernidad y el radiocasete
Perfil

C. Tangana, entre la modernidad y el radiocasete

Licenciado en Filosofía y sin tatuajes, siempre ha sido un poco atípico en el mundillo del trap. Ahora, ha dado la campanada con un disco en el que reivindica las distintas tradiciones de la canción latinoamericana

Domingo, 7 de marzo 2021, 00:39

De repente, aquí está C. Tangana cantándonos un bolero, una rumba, una bossa nova, un corrido, un son cubano, una bachata, incluso una muestra de aquel género anticuado que solían llamar rock. Durante unos cuantos años, su figura venía muy bien para representar el abismo ... que se había abierto en el mundo de la música: muchos mayores de treinta años contemplaban con desconcierto toda esa corriente urbana y 'trapera' que les había pillado ya un poco mayores, siempre bien bañada en 'autotune' (el afinador digital que da a las voces un tono robótico), con letras en un castellano que suena a algún otro idioma raro y firmada con nombres que parecen galimatías. Hablamos de un tipo que compartía su primer proyecto, Agorazein, con compañeros bautizados como Sticky M.A., Jerv. Agz o I-Ace, y que tituló uno de sus primeros trabajos como 'LO▼E'S'. Para muchos oyentes, estos rasgos equivalían a un enorme cartel con el texto «esto no es para ti».

Así que habría tenido mucho mérito pronosticar hace unos años que, tal como ha sucedido con su nuevo álbum, 'El Madrileño', C. Tangana se iba a convertir en una estrella para todos los públicos, un insólito ejemplo de transversalidad con el que pueden disfrutar nietos y abuelos (aunque, vale, a lo mejor estos se llevan algún sobresalto lírico). Los colaboradores del disco permiten dibujar un mapa bastante completo de la música latinoamericana de ayer, de anteayer y de hoy (del Puerto Rico de José Feliciano a la Argentina de Calamaro) y entre los sampleos y referencias se cuelan nombres como Pepe Blanco, Rosario Flores, Los Chichos o la Banda de Cornetas y Tambores Rosario de Cádiz. Muchos de aquellos aficionados que veían a Tangana como música para sus hijos se encuentran ahora con que está reivindicando la música de sus padres, esa que gran parte de los españoles aprendimos por ósmosis gracias al radiocasete familiar. Y parece hacerlo sin ironía, sin ningún ánimo paródico, reconvertido en una versión siglo XXI del cantante melódico de toda la vida.

Para algunos es sana evolución y para otros se trata de descarado oportunismo, pero Tangana tiene la ventaja de quien siempre ha jugado a los personajes. En realidad se llama Antón Álvarez, madrileño del 90, hijo de empresario y profesora, pero la familia y los amigos lo conocen como Puchito, porque Pucho le decían a su padre y también a su abuelo. Cuando empezó en la música, a los 16 años, empezó a firmar como Crema, porque era una época en la que los aspirantes a rapero tenían que inventarse algún apelativo fardón. Y fue en 2011, estudiando ya Filosofía en la Complutense, cuando creó a C. Tangana, una suma de la inicial de Crema y el jaleo de las peleas futbolísticas.

Un listillo, un espabilado

¿Es Tangana la misma persona que Puchito, aquel chaval de clase media aficionado al boxeo, seguidor del Celta, que trabajó en Pans & Company y en un 'call center' de Vodafone? ¿Es la misma persona que Antón? En realidad, él siempre ha presentado a Tangana como un personaje al que ahora quiere matar, para renacer como El Madrileño. Y la musicóloga Marina Arias lo ha desmenuzado como una figura «construida a partir de la retórica del hombre hecho a sí mismo y la estética del chulo».

Hace cinco años, en una entrevista con 'Neo2', el propio Tangana se presentó como «un listillo, un espabilado» y reflexionó sobre su tendencia natural al cambio y a abrir y cerrar etapas: «Va conmigo y con mi personalidad, ir de un lado a otro, que todo sea dinámico, que todo cambie, que todo esté en movimiento: para mí, eso es estar vivo», dijo. Disociar entre persona y personaje le resulta muy útil cada vez que le acusan de cantar letras machistas, unas críticas que alcanzaron su máxima expresión en la Aste Nagusia de Bilbao de 2019, cuando el Ayuntamiento lo apeó del cartel de fiestas por supuesta «cosificación» de la mujer.

«No proyecto una imagen de la mujer, proyecto muchas», replicó el cantante, que supo maniobrar y convertir el veto en una baza a su favor, al organizar para esa misma fecha dos conciertos gratuitos en una sala de la capital vizcaína. En 'El Madrileño', la palabra 'puta', antaño tan habitual en su poética, solo aparece en el verso «que se mueran todos los hijos de puta». En cambio, estas catorce «coplillas», como las ha definido él, incluyen expresiones de romanticismo canónico como «todas las cosas que importan se fueron contigo» o «nostalgia de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca, como un fuego, su respiración». Esas cosas que solían cantar señores sin tatuajes, como el propio Tangana.

Eso sí, ya que hablamos de desamores, de lo que no le libra la distinción entre persona y personaje es de que le sigan sacando a colación a Rosalía, con quien mantuvo una relación sentimental entre 2015 y 2017. La ruptura dejó cierto aroma a obsesión, tanto en las letras del propio Tangana como en los periodistas que las rastrean en busca de alusiones a la cantante catalana. «Yo entiendo que la gente esté obsesionada por Rosalía, a mí me ha pasado», llegó a ironizar el artista en una entrevista con 'Rockdelux'.

Tangana participó en la composición de ocho de los once temas de 'El mal querer', el disco que propulsó a Rosalía hasta la estratosfera, y no deja de resultar llamativo que dos personas que fueron pareja, cada cual respaldado por su productor-cómplice (ella por El Guincho y él por Alizzz), logren sacar adelante el complejísimo reto de reconciliar las sonoridades sintéticas del siglo XXI con el flamenco y la canción latinoamericana. A veces, da la impresión de que el propio Tangana se maravilla al mirarse y ver dónde está, tal como canta en el bolero 'Un veneno': «Me pregunta la prensa / 'Puchito, ¿cuál es la maña, / sin cantar ni afinar, / pa que me escuche toa España?'».

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