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Una 'voz en off' explica que el 75% de los matriculados en ingenierías son chicos y que ocho de cada diez estudiantes de ciencias de la salud, como en Enfermería, chicas. Aparece de espaldas una persona con ropa de quirófano y con la cabeza de ... un bebé apoyada en el hombro mientras se escucha que el 91% de los partos son atendidos por matronas. Sobre la imagen de un astronauta, también de espaldas, se oye que de los siete profesionales en activo de la ESA seis son hombres. La narradora y la pantalla coinciden: «Dale la vuelta». El astronauta se gira y es una sonriente Sara García, la primera española seleccionada para viajar al espacio. El sanitario rota y quien sostiene al recién nacido es un hombre, Juanjo Juanas, uno de los primeros españoles en cursar estudios de matrón, hace ya 42 años. «Es el momento, dale la vuelta», anima el anuncio.
Es el 'spot' central de la campaña de sensibilización con la que el Ministerio de Universidades quiere remover prejuicios y estereotipos arraigados en jóvenes y adultos españoles desde hace muchas décadas y revertir la evidente segregación por género que existe en muchos de los centros de estudios superiores. Unas cifras de segregación profesional que el ministro considera «impropias del siglo XXI».
Joan Subirats, después de que un estudio certifique el problema y las causas principales de su existencia, se comprometió ayer a hacer todo lo posible por cambiarlo, incluida la creación de un grupo de trabajo interministerial, con Educación, Igualdad y Ciencia, para acordar qué medidas pueden poner en marcha para intentar que ninguna carrera tenga un desequilibrio de más del 40%-60%, bien del lado de los hombres o del de las mujeres.
El ministro puso sobre la mesa, para su debate por autoridades educativas y campus, dos acciones que considera que podrían ayudar a romper este efecto indeseado de títulos con una mayor segregación de género, de manera especial en las áreas conocidas como STEM, las carreras tecnológicas, matemáticas y las ingenierías, en muchas de cuyas facultades y escuelas la presencia de mujeres en España es poco más que simbólica.
Subirats considera interesante que las consejerías autonómicas y las universidades, que son quienes cuentan con competencias para ello, pudiesen poner en marcha incentivos, con rebajas en las tasas de matriculación, o incluso cuotas mínimas anuales de acceso a la carrera, para atraer a las mujeres a los estudios de Informática, donde solo son el 14% de las estudiantes, o de Física teórica, donde rozan el 10%, o para acercar a los hombres a la formación universitaria en áreas de cuidados o de enseñanza, pues no alcanzan el 30% en las distintas titulaciones de ciencias de la salud –con un 18% por ejemplo en Enfermería–, con extremos en carreras como la Educación Infantil, donde son el 8% de los matriculados.
El estudio de Universidades indica que el principal responsable de la segregación son los propios procesos de socialización y construcción cultural en la infancia, en los que se siguen fijando sobre los más pequeños estereotipos similares a los de hace medio siglo, con roles en función del género y profesiones y actividades de chico o de chica. Estos estereotipos y sesgos se reiteran en la escuela, el instituto y el entorno social, sin referentes femeninos de científicas o tecnólogas, ignoradas en los currículos, los medios de comunicación o incluso el audiovisual, con siete veces más papeles de profesionales STEM masculinos que femeninos o con el icono reiterado de genio informático como un varón 'friki' en camiseta.
La rectora de la Universidad Autónoma de Madrid avisó que es necesario hacer algo y hacerlo ya, porque la inactividad en este asunto solo eternizará el problema o lo agravará. Amaya Mendikoetxea cree muy preocupante que la mujer quede excluida de las profesiones del futuro y que el desarrollo científico y tecnológico adolezca de sesgos de género. «Hay riesgo de que la mujer se quede fuera del nuevo mundo que ya está en ciernes».
Una de las autoras del estudio, la doctora en Ciencia Políticas María Ángeles Salle, considera indispensable corregir los modelos vitales desde la primera infancia, impedir que las investigadoras sean silenciadas en los currículos y fomentar referentes femeninos y encaminar los estudios y la formación a un pensamiento más híbrido, que no separe tecnología de humanidades.
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