Soluciones basadas en la naturaleza

Durante mucho tiempo, se ha depositado una fe, casi ciega, en que la tecnología nos permitiría superar estos desafíos ambientales; sin embargo, los avances tecnológicos, en muchos casos suponen enormes costes económicos, energéticos y materiales, que lejos de resolver los problemas de la crisis climática, los agudizan. Es por ello que, como explica el profesor Marcos: «son cada vez más los líderes sociales y los integrantes de la comunidad científica que vuelven sus ojos a la naturaleza en la búsqueda de soluciones menos agresivas e impactantes para resolver los retos ambientales; se trata de volver a considerar a la naturaleza como un aliado, a través de los enormes recursos que ha generado a lo largo de casi 4.000 millones de años de evolución, con soluciones eficientes, poco costosas, de bajo impacto y de largo recorrido temporal».

Así, las denominadas 'Soluciones Basadas en la Naturaleza' (SbN) son un nuevo concepto que abarca a todas las acciones ambientales que, apoyándose en los ecosistemas y los servicios que estos proveen, generan respuestas a los graves problemas ambientales a los que nos enfrentamos.

De hecho, es cada vez más frecuente pensar en infraestructuras verdes, en jardines que se auto mantienen, en edificios bioclimáticos, en la energía del sol, de la tierra o del viento o en la utilización de materiales de construcción naturales y de baja tecnología, para hacer más habitables nuestras ciudades, que «se han convertido en un territorio cercado por el hormigón, el acero, el asfalto o el vidrio, y dominado en exclusiva por vehículos devoradores de petróleo y generadores de enormes masas de gases tóxicos», critica Marcos.

De este modo, como defiende el responsable en temas ambientales de la Universidad de Burgos: «En todos los ámbitos ambientales tenemos alternativas poco agresivas, y modestas en su coste económico. Así, la gestión del agua dulce del futuro nos habla de la utilización conjunta de las aguas superficiales y subterráneas, de depuradoras ecológicas, de la reutilización de las aguas depuradas, de una gestión de cauces más natural para frenar inundaciones y avenidas, del enorme papel de los humedales en el ciclo del agua, etc… y cada vez menos de grandes infraestructuras hidráulicas grises, que nunca se amortizan y que solo sirven para incrementar exponencialmente la demanda de agua, en lugar de incitar al uso responsable de un bien cada vez más escaso».

Los ecosistemas, a los que con frecuencia se desprecia por considerarlos vulnerables y poco productivos, proveen de una cantidad inestimable de servicios y productos; a través de los polinizadores garantizan la productividad de nuestros cultivos, las masas forestales y los suelos retienen parte de las inmensas cantidades de carbono que emitimos a la atmósfera, las plantas proporcionan medicamentos eficaces y de efectos secundarios exiguos, etc…

Por ello, Marcos concluye: «La naturaleza, si somos capaces de escucharla con atención, encierra soluciones a nuestros retos ambientales mucho más eficaces, duraderos y sostenibles que la pura y dura tecnología».