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Mira el reloj varias veces en pocos segundos. Está esperando a que llegue un camión repleto de mantas mientras dobla jerseys, camisetas y ropa interior, una actividad que lleva días realizando de forma frenética desde que se desató la crisis fronteriza. Blanca Vallejo es la ... presidenta de la Asociación de Vecinos Centro de Ceuta, una organización que se ha volcado sin miramientos en asistir a los miles de marroquíes que cruzaron la valla entre el 17 y el 19 de mayo. «Necesitamos prendas para niños y adolescentes, es lo más urgente ahora mismo».
Vallejo y la asociación forman parte de una sociedad que estos días vive volcada en ayudar al prójimo. La humanidad y la solidaridad se han abierto paso en Ceuta, doblegando al miedo que se generó durante las primeras horas de la crisis. «Una de las virtudes de Ceuta es que es muy solidaria, mucho. Cuando pasó todo esto empezamos a recibir llamadas de gente ofreciéndose a ayudar sin que hubiéramos hecho ni siquiera la primera petición de donaciones», dice la presidenta.
Otro de los colectivos que está intentando paliar la situación es la asociación Alas Protectoras, un grupo de voluntarios habituado a trabajar con los más desfavorecidos de la ciudad. Ahora, el presidente Abdeselam y su equipo están intentando localizar a quienes se esconden en las escolleras, en las cuevas o la montaña, para hacerles entrega de bienes de primera necesidad.
Abdeselam reconoce que la labor no está siendo fácil, ya que en estas casi dos semanas han presenciado escenas que tardarán en borrarse de su memoria. «He visto a niños de seis, siete y ocho años llorar preguntando por sus padres. Los primeros días fueron mortales, te venías abajo por la sensación de no poder solucionar nada».
Llega el camión al local de la asociación de vecinos cargado con 1.200 mantas donadas por un empresario hindú (una de las cuatro culturas que conviven en Ceuta). Los operarios descargan el material con la ayuda de Joaquín, un joven trabajador de un salón de juegos que colabora habitualmente con ellos. Su pareja es malagueña y su padre está casado con una mujer musulmana: «Aquí somos todos hermanos y amigos, hacemos planes juntos de forma habitual», comenta mientras amontona paquetes.
Sergio, abogado ceutí, ha visto por redes sociales que la asociación está gestionando cargamentos de ropa para adolescentes. «Hemos traído algunas cosas que ya no nos ponemos, a ver si os sirven», comenta a los voluntarios.
En el camión también ha venido el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Ceuta, Francisco García, que lleva días viendo de primera mano la «inmensa» labor solidaria de sus compañeros. Por eso sabe bien que el principal enemigo público al que se enfrentan es «el tiempo». «Llegará el momento, cuando el hambre arrecie, que alguno no pida comida, sino algo más, o la coja sin pedirla».
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