El secreto está en la coordinación

El clic romántico, como lo denominan las autoras de este estudio publicado en la revista 'Nature Human Behaviour' en noviembre del año pasado, se puso a prueba a través de unas cabinas de citas. Prochazkova y Kret llevaron estos lugares a diferentes eventos, como el festival de música Lowlands, e invitaron a 140 jóvenes solteros a tener una cita a ciegas. Los investigadores observaron durante ese tiempo los movimientos oculares de los hipotéticos enamorados, la transpiración de sus dedos -conductancia cutánea- y el ritmo cardiaco.

Comprobaron que en aquellos que se sentían atraídos, sus corazones se sincronizaban para latir a la vez, tanto si aumentaba como si descendía. «La atracción entre las parejas que salen parece aumentar si la sincronización se produce a este nivel más profundo», apunta Prochazkpva sobre el clic romántico. «Encontrar una pareja con la que compartir la vida es muy importante para mucha gente. Hemos demostrado que la sincronización a nivel fisiológico ayuda a las personas a conectar», añade Kret.

Una sincronía que también puede ser importante para establecer otro tipo de vínculos sociales como los familiares -un hijo con sus progenitores-, médicos -el paciente con su terapeuta- o laborales.

«Puede que te rías al principio, pero cuando te das cuenta de que el clic romántico no viene solo de la excitación y el lenguaje corporal, te hace pensar», añade Prochazkova que, al igual que su compañera, están muy contentas de haber recibido el Ig Nobel.

Aunque tengan fama de ser unos premios irreverentes que se fijan en algunas líneas de investigación un poco absurdas -uno de los premios de este año ha sido al descubrimiento del porqué los patitos siguen de esa manera a su madre-, las científicas esperan que este reconocimiento atraiga más inversiones. Porque está claro que el billete de diez trillones de dólares de Zimbabue con el que está dotado el Ig Nobel no da para mucho. Son unos 0,30 euros al cambio.