Álvaro Soto / Melchor Sáiz-Pardo
Lunes, 25 de octubre 2021, 00:09
En enero de 2020, cuando los científicos chinos hicieron pública la secuencia genética del virus SARS-CoV-2, centenares de laboratorios en todo el mundo iniciaron una carrera para conseguir una vacuna efectiva. El conglomerado germano-estadounidense Pfizer/BioNTech y la empresa de Boston (Estados ... Unidos) Moderna fueron los primeros en recibir el visto bueno para sus compuestos, una luz verde que en Europa también tienen ya las vacunas de Oxford/AstraZeneca y Janssen.
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Pero el hecho de contar ya con cuatro vacunas no ha frenado el resto de los proyectos. Las campañas de vacunación deberán continuar en los próximos meses o incluso años: menos de la mitad de la población mundial ha recibido hasta ahora la pauta completa, la amenaza de nuevas variantes que escapen a las vacunas continúa latente y la duración de la inmunidad proporcionada por los pinchazos todavía está en el aire. En España, tres vacunas verán la luz, previsiblemente, en 2022.
En estos momentos, el proyecto más avanzado pertenece a una empresa privada. El 27 de agosto, la compañía catalana Hipra comenzó los ensayos en humanos en fase I/II de su fórmula con seis inoculaciones en los hospitales Clínic de Barcelona y Josep Trueta de Gerona. Este fue el primer ensayo clínico autorizado por la Agencia Española de Medicamentos (Aemps).
La vacuna de Hipra se basa en dos proteínas recombinantes estructuralmente similares, una correspondiente a la variante Alfa y otra a la variante Beta, que se unen formando una estructura única llamada dímero y que se acompañan de un adyuvante que incrementa la respuesta inmunológica, según explicó la Aemps cuando autorizó los ensayos en humanos, el 11 de agosto.
Esta combinación es capaz de generar una respuesta inmunológica frente a una de las proteínas del virus SARS-CoV-2, la S (cuyo nombre viene de la palabra inglesa 'spike', también llamada proteína espiga en español). Entre las ventajas de esta vacuna se encuentra su temperatura de conservación, entre 2 y 8 grados, lo que facilita su logística. La compañía prevé producir 400 millones de dosis durante 2022 y llegar incluso a las 1.200 millones en 2023.
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El proyecto de vacuna de Hipra ha adelantado a las dos investigaciones impulsadas por el Centro de Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La primera de ellas es la que prepara el equipo de Luis Enjuanes, director del grupo de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología-CSIC y se sustenta en la ya conocida tecnología ARN mensajero, aunque con modificaciones: unas cápsulas que cubren el ARN para que no se degrade y pueda penetrar en las células, de manera que se produce una «amplificación», lo que implica, por ejemplo, que no sea necesaria una dosis de refuerzo, según explica el CSIC. Además, esta vacuna será intranasal (se administrará por la nariz), «muy potente», protegerá contra la infección y la transmisión del virus (una cualidad que no poseen las vacunas actuales de ARN) y frenará cualquier variante. Y en principio, estará lista a finales de 2022.
En una conferencia esta semana organizada por la Fundación Soria Melguizo, Enjuanes subrayó el papel de los investigadores españoles durante la pandemia pese a las dificultades a las que han tenido que hacer frente. «Aquí tenemos muy buenos científicos, tanto en las universidades como en el CSIC y en la industria, pero falta conexión entre los laboratorios y las empresas», subrayó.
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También en el CSIC se ha gestado el otro proyecto de vacuna español. Lo lidera el virólogo Mariano Esteban, jefe del Grupo de Poxvirus y Vacunas del centro superior, y utiliza un virus muy atenuado con una cubierta membranosa alrededor de una estructura proteica. En su interior lleva una molécula de ADN mayor que la del adenovirus y en esta molécula, que penetra más fácilmente en las células, se introduce también el fragmento que producirá la proteína S del coronavirus. Como vehículo se usa el virus vaccinia (empleado en la vacuna contra la viruela).
La vacuna de Esteban, sin embargo, se ha encontrado con un contratiempo. Este verano, la Aemps pidió más datos de los ensayos preclínicos antes de dar su autorización para iniciar las pruebas en las fases I/II. «Pero ya está todo listo para experimentar en humanos», explicó el investigador también en este foro. Igual que con la vacuna de Enjuanes, las previsiones para que pueda administrarse en humanos apuntan a 2022.
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