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La infección por VIH mantiene tasas altas en España, pues se diagnostican unos 3.000 nuevos casos cada año. «Es una cifra muy alta y que, tristemente, a pesar de todos los esfuerzos, es casi una constante desde hace muchos años», advierte Josep Mallolas, director ... de la Unidad de VIH-Sida del Hospital Clínic, durante la jornada 'Conectamos con la innovación en el VIH'. «Algo no estamos haciendo bien para que el número de nuevas infecciones sea prácticamente el mismo año tras año». Sólo en el Hospital Clinic, el año pasado se atendieron más de 200 pacientes que requirieron tratamiento antirretroviral por primera vez.
Sin embargo, los pacientes contagiados con este virus no desarrollarán el sida, como hace años estaban condenados a padecer, gracias a los fármacos de nueva generación. El desarrollo de los antirretrovirales ha logrado que la carga viral del paciente con VIH sea «indetectable», lo que minimiza el riesgo de contagio e impide la caída del sistema inmunológico.
«A pesar de que ha habido grandes avances en la última década en el campo de la investigación en fármacos para la infección por VIH, todavía quedan varios puntos de mejora», aseguró Daniel Podzamczer, jefe de la Unidad de VIH del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Bellvitge, durante esta jornada celebrada en Barcelona, donde se destacó la triple terapia, cuya alta eficacia y bajas resistencias le han colocado a la cabeza de las preferencias.
«Lo que pedimos a un fármaco para la infección por VIH -indicó- es que las tasas de eficacia sean muy altas. Esto quiere decir que los pacientes estén indetectables en más del 90% de los casos. Eso significa que si un paciente toma de forma correcta el tratamiento, éste no va a fallar. Un segundo requisito sería la tolerancia al fármaco, ya que los clínicos queremos que los tratamientos sean muy bien tolerados, que no tengan efectos secundarios ni interacciones con otros fármacos. Otro punto importante sería la comodidad, tratamientos en un solo comprimido y que su tamaño permita una cómoda ingesta».
Este último punto es ya un avance en la calidad de vida del paciente infectado de VIH, pues le permite mantener su rutina diaria. El VIH, con el debido tratamiento, ha pasado de ser mortal a una enfermedad crónica, en la que los pacientes tienen una esperanza de vida similar a la de las personas que no portan el virus, según estudios de Gilead Sciences, organizadora de las jornadas. «No obstante, las investigaciones revelan que tienen un riesgo más elevado de sufrir comorbilidades relacionadas con la propia patología, el tratamiento y la edad», advierte la biofarmacéutica californiana.
«Se espera que los fármacos para el tratamiento del VIH tengan una barrera genética elevada para que, si sucede un fallo, o si un paciente no toma de forma correcta el tratamiento, no aparezcan mutaciones de resistencia y que haya que hacer más complejo el tratamiento», prosiguió Podzamczer. Los retos, entonces, se orientan ahora más allá de la máxima efectividad en el control de la carga viral y se busca mejorar la calidad de vida del paciente, reducir los efectos adversos derivados del tratamiento -como la barrera genética, las toxicidades o las interacciones con otros fármacos-, además de la simplicidad de administración. «Otro aspecto importante es que sea un buen candidato para las estrategias de 'test and treat', que es iniciar el tratamiento lo antes posible a partir del diagnóstico, incluso el mismo día. Por último, es importante que tenga un coste aceptable para el sistema sanitario», concluyó Podzamczer.
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