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Mikel Casal
Tedros Adhanom, el viajero que controla la salud
Perfil

Tedros Adhanom, el viajero que controla la salud

El etíope, director general de la OMS, predijo hace dos años una pandemia terrible, como la que ahora está devorando su reputación

Domingo, 26 de abril 2020, 12:35

Cuando uno de los responsables de comunicación de la Organización Mundial de la Salud le sugirió la «idea descabellada» de hacer una gala benéfica 'online' organizada por Lady Gaga, Tedros Adhanom Ghebreyesus la aprobó con satisfacción. «Me llevo todo el mérito pero no ... debería ser así», dijo a sus colaboradores sobre un evento con «numerosos músicos, humoristas y activistas». Ya había estallado la enorme emergencia humanitaria del nuevo coronavirus y la reputación del infatigable director general de la OMS, nacido en Etiopía en 1965, caía en picado con cada vida perdida.

El evento se programó para el mismo día que él participó en una «reunión virtual» con los ministros de Salud del G-20, donde recibió una donación de unos 450 millones de euros de Arabia Saudí, cuatro veces más lo que se recaudó el maratón musical con los Rolling Stones como cabeza de cartel. Aunque se le reconoce como un eficiente gestor que se propuso acabar con la burocracia en la OMS simplificando «los inaceptables 3.000 tipos diferentes de subvenciones» y una persona compasiva que ha llevado la sanidad pública a África, su sintonía con los regímenes autoritarios ha sido su talón de Aquiles.

Nada más llegar al cargo nombró como embajador de buena voluntad al dictador de Zimbabwe Robert Mugabe aunque reculó con las protestas, y propuso establecer una «nueva ruta de la seda sanitaria» calificando al presidente chino Xi Ping de «visionario».

A pesar de que Adhanom, que firma siempre con sus dos apellidos, recibe «un informe diario del estado de todas las emergencias», despreció durante semanas el coronavirus que tomaba fuerza en Wuhan. En diciembre médicos locales advertían de la peligrosa neumonía viral y eran encarcelados, y el último día de 2019 Taiwán envió un informe de alerta a la OMS. Pero su director general siguió negando la evidencia.

El 22 de enero se resistió a declarar la 'emergencia de salud pública' ante la insistencia de sus consejeros. «Me han impresionado todas las medidas que China ha adoptado frente al brote», dijo. Desde ese momento, sus intervenciones casi diarias empezaban con un largo reconocimiento al gobierno chino y su control del virus, con medidas que incluyen desde prisión de tres años hasta la pena de muerte si el contagiado se convierte en foco de infección.

Aficionado a viajar, como él mismo asegura, Adhanom recaló en el Congo el 14 de febrero para supervisar el control del ébola y dos semanas más tarde aterrizó en China para reunirse con Xi. «Me sentí muy esperanzado por el conocimiento detallado que tenía del brote», aseguró. Cuando por fin declaró la emergencia insistió en que «debemos felicitarles por las medidas extraordinarias (…) No tengo palabras (...) Ha sido realmente impresionante. También su transparencia». Consciente de las críticas, ha acusado a sus detractores, entre los que destaca el presidente de Estados Unidos Donald Trump, de «politizar» el brote epidémico y no tiene dudas: «Desde el comienzo, la OMS ha dado la voz de alarma con toda claridad».

Lucha de poder

Aficionado a la «historia mundial», Adhanom comparte una imagen de su niñez: «Recuerdo caminar por las calles de Asmara con mi madre cuando era pequeño y ver carteles sobre una enfermedad llamada viruela». Ese mal, o quizás el sarampión, sesgó la vida de su hermano menor, sin que siquiera fuera diagnosticado, menos aún atendido. En el mundo infantil del pequeño Tedros la figura del médico era poco más que un rumor. «¿Queremos que nuestros ciudadanos mueran por ser pobres?», suele preguntar en sus discursos.

Con un máster en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres, gracias a una beca de la propia OMS, comenzó a hablar en África de la «cobertura sanitaria universal».

Con cinco familiares a cargo, como desvela su solicitud de candidato a dirigir la OMS, entre ellos una hija adolescente que vive con él y su esposa cerca del lago Lemán, Adhanom es el primer africano en presidir este ente multilateral, el primero que no es médico y el primero en ganar el cargo en unos comicios abiertos. Durante el año electoral previo a la 70 Asamblea de la OMS de 2017, se comportó como un animal político, y visitó 120 países en una orquestada y bien financiada campaña que contaba con el apoyo de la Unión Africana y China.

Uno de sus rivales, el candidato de Reino Unido David Nabarro, a través de un asesor, le acusó de haber escondido al menos tres brotes de cólera cuando ocupó la cartera de Sanidad en Etiopía, entre 2005 y 2012. Un antiguo periodista de la agencia Reuters, Barry Malone, confirmó que se disfrazaban las cifras pero una ONG que trabajaba en las zonas afectadas en esos años le restó importancia: «Cuando él era ministro, las relaciones con las autoridades sanitarias eran tensas, pero eso es algo usual, y nunca con él directamente», dice esta fuente. En el ajardinado barrio de Ginebra donde está la sede de la OMS un grupo de asilados etíopes recordó su pasado y presente en el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo, exguerrilla en el poder desde los noventa, acusado por Human Rights Watch de represión y asesinato.

Siempre vestido de traje oscuro y camisa blanca sobre la que destaca una variopinta colección de corbatas, Adhanom niega lo primero y califica de «error» lo segundo. El hombre que en 2018 predijo que «la próxima pandemia se cobrará un precio terrible, tanto en vidas humanas como en la economía mundial, y hasta puede que sea causa de inestabilidad política», enfrenta ahora su propia profecía.

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