Sanitario saca la basura al salir de una unidad donde se trata a pacientes infectados de Covid en un hospital MANU CECILIO

Residuos sanitarios de proporciones pandémicas

Crecimiento exponencial. Los desechos infecciosos de riesgo recogidos durante los últimos meses en hospitales, laboratorios y residencias se han convertido en un problema de logística nacional. Expertos calculan que su volumen se ha llegado a multiplicar por cinco

Domingo, 22 de noviembre 2020

Estamos viviendo también una pesadilla con los residuos». Para Manel Llorens, responsable de la Secretaria de Salud Pública del Govern de Cataluña, la pandemia ha tensionado la vía asistencial pero además ha elevado el volumen de desechos biosanitarios de riesgo hasta extremos nunca vistos. « ... Hasta multiplicarlo por cinco en las fases más agudas, que correspondieron a los meses de marzo y abril». Aún hoy, inmersos en la segunda oleada, obliga a adoptar soluciones imaginativas ante un escenario excepcional. Según un estudio, cada mes se utilizan 129.000 millones de mascarillas y 65.000 de guantes en el mundo. Trasladado a España, ese ingente volumen de desechos ha llevado a gestores como Ferrovial a gestionar en los primeros compases de la pandemia la misma cantidad de residuos que en todo 2019.

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Se calcula que los países desarrollados generan un promedio de 0,5 kilos de residuos peligrosos por cama hospitalaria al día. Tóxicos, radiactivos, infecciosos... entre estos últimos se cuentan los contaminados con sangre o fluidos corporales como la saliva, cultivos o cepas de agentes infecciosos. Aquí es donde entra el covid, sobre el que han puesto el foco varios ministerios -Sanidad, Transición Ecológica, Trabajo y Asuntos Sociales- aunque sean las comunidades autónomas las que tiene transferida esta materia.

El desafío es hercúleo ante la necesidad de una logística que se mueve en la desmesura. Hospitales, centros de salud, laboratorios, residencias... también hogares con personas que hayan dado positivo en Covid o que se encuentren en cuarentena. Espacios todos ellos generadores de mascarillas, guantes, batas, gafas o materiales resultantes de desinfectar superficies potencialmente contaminantes. Artículos que, al menos sobre el papel, deben ir introducidos en contenedores y en bolsas específicas y estancas.

Para cumplir estos requisitos hace falta instalar incineradoras de tecnología moderna, dotados de hornos específicos y un eficiente sistema de lavado de gases. Una instalación técnica muy sofisticada, que requiere un mantenimiento especializado y difícilmente abordable por un centro sanitario. Llorens habla de un centenar largo de hospitales sólo en Cataluña, «lo que exige una gestión centralizada, si no es imposible».

EN SU CONTEXTO

  • 23 millones de toneladas de residuos genera nuestro país al cabo del año, según Ecologistas en Acción, de las que alrededor de 250.000 son desechos sanitarios de riesgo.

  • Residuos infecciosos El Ministerio de Sanidad pone el foco en aquellos desperdicios generados en la asistencia a una persona contagiada o con síntomas compatibles con el virus SARS-COV-2, ya sean procedentes de domicilios como de centros sanitarios (EPI como mascarillas, guantes, batas, pañuelos desechables...). También todos aquellos residuos generados durante las labores de limpieza y desinfección de superficies potencialmente contaminadas.

  • 350% Ferrovial, uno de los principales gestores de residuos sanitarios de España, ha visto desde el pasado marzo incrementarse su actividad, consistente en la esterilización de materiales infecciosos provenientes de hospitales y demás centros de salud.

Esterilización a 135º

La primera pregunta que se plantea entonces es ¿qué sucede con todos los residuos que genera esta actividad? Su inclusión en el capítulo de materiales infecciosos ha disparado los residuos contaminados y la demanda de espacio y gestión de estos vertidos en espacios autorizados. Cada comunidad ha tratado de ajustar la solución a sus necesidades, pero todas han terminado, en mayor o menor medida, por recurrir a empresas para sacarles del aprieto. No son muchas, apenas media docena. La ya citada Ferrovial, Sacyr, FCC, Stericycle a través de su filial en España Consenur...

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Su herramienta son las denominadas autoclaves. Tal y como explica Francisco Páez, gerente comercial de Residuos Hospitalarios de Ferrovial, a las plantas llegan desechos considerados peligrosos por su alto nivel de infección. «Se reciben en cubos herméticos y se someten a temperaturas superiores a los 135º para esterilizarlos antes de trasladarlos a vertederos autorizados, o son incinerados a 1.000º, lo que elimina los virus y garantiza el mínimo impacto sobre la salud de la gente o el medio ambiente».

También en Stericycle están habituados a las emergencias sanitarias, como el ébola, el H1N1 o ahora el Covid-19. La compañía trata al cabo del año 900.000 toneladas de residuos médicos en todo el mundo (tiene presencia en 18 países) y sus estimaciones dejan cortas a las de sus colegas. Fuentes de la empresa sostienen que la pandemia ha aumentado estos desechos en España nada menos que «un 750%», aunque sus cálculos incluyen, además de las EPIs, agujas, jeringuillas o intravenosas. Utilizan «tanto incineradoras como autoclaves para tratar los desechos, combinando presión y altas temperaturas para eliminar los patógenos». Al término del tratamiento, dicen, «los materiales descontaminados son reciclados o enviados a vertederos autorizados».

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La batalla ha sido sin cuartel durante los últimos meses. Madrid, por ejemplo, llegó a recoger al comienzo 70 toneladas diarias de desechos vinculados al Covid de 340 centros, desde hospitales y hoteles medicalizados hasta geriátricos. También en Cataluña. En esa comunidad existen tres plantas de tratamiento de estos vertidos, con una capacidad conjunta de 10.000 toneladas al año, cuando allí se generan por lo general 3.000. Los primeros compases de la pandemia hicieron temer que los residuos alcanzaran al término de este ejercicio las 15.000 toneladas, lo que hubiera desbaratado todo el sistema, aunque el parón del verano devolvió las aguas a su cauce.

Investigación abierta el pasado julio en Valladolid por irregularidades en el transporte de residuos. GUARDIA CIVIL

Ahora, en plena segunda ola, el volumen de vertidos sanitarios duplica en Cataluña los estándares normales. ¿Cómo es posible, si la presión sigue siendo tremenda? «Hemos aprendido que los únicos residuos procedentes de pacientes Covid hospitalizados que tenemos que clasificar como de riesgo son aquellos que están manchados con secreciones respiratorias, porque la vía de transmisión es aérea», asegura Llorens.

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En Andalucía, la gestión de residuos también ha alcanzado niveles estratosféricos. Allí han pasado de 1.500 contenedores al día a 7.500, «residuos en su mayor parte procedentes de materiales de protección que ocupan gran volumen pero de escaso peso», explican fuentes de la Junta. Allí han centralizado la gestión de residuos con una empresa autorizada (Cespa, del Grupo Ferrovial), mientras la Consejería de Desarrollo Sostenible ha buscado espacios de almacenamiento para su uso, disponibles si fuera necesario. La legislación, aseguran las mismas fuentes, contempla el traslado de esos materiales a vertederos o incineradoras si las 'autoclaves' no dieran abasto, «aunque aquí no se ha dado el caso».

La presión del sistema está sometida a los vaivenes de la pandemia, de manera que la gestión de residuos generados por la atención a pacientes con coronavirus -o sospechosos de portarlo- se ha incrementado respecto a los meses anteriores. En este sentido, todas las comunidades constatan una relajación de la curva en verano. En el País Vasco, por ejemplo, el curso de los acontecimientos no da tregua, pero en agosto se generaron 130 toneladas de desechos biosanitarios, apenas el 60% más que el año pasado por estas fechas, un comportamiento que, siendo grave, está lejos de los ratios experimentados en el punto álgido de la emergencia sanitaria.

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Así las cosas, «las empresas de residuos han sido determinantes durante la pandemia para que ningún centro sanitario se quedara sin servicio de recogida, limpieza, transporte y gestión de materiales infecciosos», apostilla Francisco Páez, que advierte contra las 'fake news' que desacreditan esta fórmula. La excelencia en el tratamiento ha reducido los riesgos porque se ha actuado con total diligencia, con compromiso medioambiental y con las máximas medidas de seguridad, «como demuestra que la tasa de contagios entre nuestros trabajadores sea inferior al 1%», recuerda desde la web corporativa de Ferrovial.

Serio revés al reciclaje

Antes de la pandemia, recuerda Páez, Europa estaba llevando a cabo un programa para limitar la incineración de los materiales no reciclables. «La situación excepcional que estamos viviendo requiere medidas excepcionales, de manera que la incineración de residuos sanitarios tendrá que ajustarse exclusivamente al período de riesgo y siempre con la vista puesta en mantener la meta prioritaria, que no es otra que potenciar el reciclaje».

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Así, y mientras no cambien las cosas, la recogida selectiva se ha convertido en otra víctima del Covid. Es lo que opina Carlos Arribas, responsable del área de Residuos de Ecologistas en Acción, para quien la gestión que se ha hecho de los desechos -sanitarios o no- tiene más sombras que luces. Alerta de que la pandemia ha echado por tierra el trabajo de años y comprometido los objetivos que Europa había marcado para España: elevar este año la tasa del reciclaje hasta el 50%, «inalcanzable para todas las comunidades autónomas. Y eso que la generación de desechos ha caído en términos generales, como consecuencia del cierre de la hostelería o la caída de ventas del sector comercial».

Cubos con material sanitario ya utilizado en el hospital Puerta de Hierro de Madrid. EFE

«¿Alguien se pregunta qué está pasando con los residuos domésticos de personas que han tenido el virus o están confinadas? Las recomendaciones de Sanidad eran meter esos desechos en bolsas específicas para distinguirlas de la 'fracción resto', pero el desconocimiento o la falta de civismo han acabado por imponerse, de forma que parte de esa basura que entraba en las plantas de tratamiento mecánico biológico (TMB) donde el cribado se hace a mano, ha acabado en los vertederos para no exponer a los trabajadores», sostiene Arribas.

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Fruto de la «excepcionalidad» de la que hablaba Páez, la Administración ha implementado soluciones provisionales hasta que se pueda dar salida a ese volumen ingente de desechos infecciosos. ¿Cuáles? Desde el almacenamiento (los materiales peligrosos se pueden guardar seis meses sin que se consideren vertidos) hasta su incineración en plantas cementeras, «algo más fácil de decir que de aplicar porque a la hora de la verdad no todas esas instalaciones disponen de un permiso específico para hacerlo y su tramitación es larga», desliza Arribas. Él tiene su propia fórmula: «el mejor modo de deshacernos de esos residuos es la desinfección por vapor u ozono o la radiación ultravioleta, no su quema. Nos estamos jugando el planeta».

Trece investigaciones de la Fiscalía en seis autonomías

Desde que se declaró la emergencia sanitaria, la Fiscalía de Medio Ambiente ha detectado incumplimientos en materia de residuos sanitarios en seis autonomías y abierto trece investigaciones. Barcelona (2), Valencia (2), Alicante (2), Salamanca, Valladolid, Gran Canaria, Granada, Aranda de Duero en Burgos, Palma de Mallorca y la localidad madrileña de Arganda del Rey han sido objeto de pesquisas por el órgano que coordina Antonio Vercher. Por él pasan al año una media de 5.500 asuntos, la mayoría de índole urbanística.

«A principios del Covid enviamos un oficio a todas las Fiscalías y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad para mantener la unidad de criterio», explica Vercher. Ninguna de las diligencias abiertas por manipulación de residuos sanitarios se ha resuelto, ni por lo tanto ha dado de momento lugar a sanciones. Pero el tema preocupa. Es la primera vez que la Fiscalía establece la precisión de irregularidades por vertidos sanitarios, ya que la herramienta jurídica -los artículos 325 y 327 del Código Penal- no distinguía hasta ahora el tipo de residuo. «Combinando ambos y determinando la afección que pueden tener para la salud o el medio ambiente, el castigo puede alcanzar los 8 años de cárcel».

¿Hay comunidades más obedientes que otras? «No depende de las autonomías, ni de que los hospitales sean públicos o privados, sino de quién lo haga mal»., zanja Vercher, que coordina a 190 fiscales en toda España. Las transgresiones van desde el abandono a cielo abierto de materiales infectados hasta el transporte defectuoso. Así ocurrió, por ejemplo, el pasado julio, cuando la Guardia Civil decidió investigar a nueve personas por las irregularidades detectadas en el transporte de 11.215 kilos de residuos Covid a una planta de Valladolid. Los desechos eran enviados desde hospitales de Burgos, Palencia, Salamanca o Zamora sin que cumplieran los requisitos exigidos para ese tipo de transportes, ni dotando a los trabajadores de medios para evitar contagios.

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