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Salvador Arroyo
Bruselas
Domingo, 9 de mayo 2021, 15:46
«De momento no vamos a renovar los pedidos más allá de la finalización del contrato, previsto para finales de junio. Ya veremos a ver qué pasa». Así anunciaba este domingo el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, el portazo a AstraZeneca. Un desenlace ... previsible si se tiene en cuenta la concatenación de hechos: retrasos reiterados en el suministro del laboratorio anglosueco, disputa judicial en curso por incumplimiento de contrato, sobrecarga de incertidumbre por los posibles efectos secundarios de su fórmula y falta de unanimidad entre los Estados sobre a quién pautarla (pese la insistente recomendación de uso universal por parte de la EMA). Y, por último, la evidencia de que Biontech-Pfizer se ha convertido en el laboratorio de cabecera de la UE.
Así que Breton, simplemente, lo verbalizaba durante una intervención en un programa de la cadena France Inter. No habrá renovación contractual. Y ese es un paso natural. Porque la Comisión Europea ya confirmó oficialmente hace un mes que renunciaba a ejercer una opción de compra prevista sobre cien millones de dosis adicionales. «AstraZeneca es una vacuna muy interesante. Fue descubierta por investigadores de Oxford. Es muy buena. Sobre todo, tiene la ventaja de poder utilizarse en condiciones logísticas y de temperatura más sencillas». Cal y arena del comisario galo.
Pero lo que toca hoy, vino a decir, es forzar al laboratorio que preside Pascal Soriot a cumplir con los suministros que tiene pendientes. Millones de dosis adquiridas el pasado verano (cuando no existía aún ninguna vacuna) y que le reclama ya en un juzgado belga. AstraZeneca comprometió para este segundo trimestre del año en torno a 180 millones de dosis. El pasado marzo avanzó que solo podría entregar 70. Para los primeros tres meses se esperaban en torno a cien millones y sólo distribuyó 30.
Bretón, como viene defendiendo el resto del Ejecutivo comunitario, incidía ayer en que esos incumplimientos son «esencialmente» la causa del lento (y muy criticado) despliegue de las campañas de vacunación en la Unión Europea. Bruselas ha señalado desde el primer momento a AstraZeneca como culpable. Al fin y al cabo confió en su vacuna como pilar clave de la inmunización europea por su menor complejidad logística y por ser más barata.
Pero ese escenario saltó muy pronto en pedazos. Y tomó medidas. Abrió una negociación «de buena fe» como parte de una fórmula de arbitraje recogida en el contrato. No fructificó, con lo que se iniciaron acciones legales. La Comisión Europea lo justificó así: el laboratorio no había ofrecido «una estrategia en la que confiar para garantizar de forma oportuna las entregas pendientes de las dosis de su vacuna». No la creía.
Al mismo tiempo, el equipo de Ursula von der Leyen reforzó su colaboración con la empresa Pfizer-BionTech. Obtuvo adelantos de suministros para llenar el vacío de los sueros de AstraZeneca. Y, como guinda, el pasado sábado ella misma confirmaba desde Oporto la adquisición de 1.800 millones de dosis adicionales para el periodo 2021-2023. Bretón no dudó en reforzar este domingo que los problemas de aprovisionamiento se han terminado. «Estoy absolutamente seguro» de la UE terminará el año con capacidad para producir «más de 3.000 millones de vacunas al año», añadió.
AstraZeneca ha justificado sus retrasos en la compleja fabricación; en las dificultades que tenía en sus plantas de Países Bajos y Bélgica, las destinadas a colmar la demanda de la UE. Pero el Ejecutivo comunitario no creyó ese argumento. Y activó un mecanismo de restricción de las exportaciones a la vez que le exigía compensar esa supuesta «menor producción» europea con dosis fabricadas en las factorías que esta firma tiene en Reino Unido.
Sirviéndose de ese mecanismo de emergencia, a principios de marzo Italia llegó a bloquear el envío de 250.000 dosis de AstraZeneca a Australia. Y ese mismo mes 29 millones más que se encontraban en un almacén cercano a Roma también fueron requisadas, aunque este episodio fue algo más confuso ya que el laboratorio argumentó que ya iba a distribuirlas por Europa. Si estaban almacenadas, explicó, era porque esperaban un permiso puntual de la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
En varios países europeos, entre ellos España, millones de ciudadanos que han recibido la primera dosis de AstraZeneca esperan que sus autoridades sanitarias determinen cómo completarán la pauta. Si con una segunda inyección del mismo suero o con la de Pfizer-BionTech. Esa combinación ya se aplica en Francia.
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