«La recomendación de los pediatras es vacunar a los niños frente a la covid-19»

La vacunación para los niños será similar a la del adulto, pero con una dosis adaptada para ellos equivalente «a un tercio» de la inoculada a los adultos. «Ya se han vacunado niños con ellas y se ha mostrado eficaz y segura», recuerda José Manuel Merino, pediatra del Hospital Recoletas, aunque sí tiene claro que quizás el criterio de vacunación debería ser diferente.

«Quizás habría que pensar en vacunar como prioridad alta a aquellos niños que tienen algún factor de riesgo para la infección por el coronavirus. Estamos hablando de niños que tiene problemas de salud a nivel pulmonar, a nivel cardíaco, diabetes, enfermedades renales o algunas inmunodeficiencias», enumera. Esos niños, según entienden los pediatras, deberían ser vacunados con prioridad si no hubiera vacunas suficientes. El segundo grupo que debería considerarse es el de los niños sanos «convivientes de adultos con algún factor de riesgo» y en tercer lugar «el resto de los niños».

Es necesario vacunar a los niños porque la incidencia de contagios en ellos es «mucho más elevada que la que se produce en adolescentes que ya están vacunados, por ejemplo». «Están en tasas de 400 y 500 casos por 100.000 habitantes», manifiesta el pediatra, una tasa que triplica la de los adolescentes y que supera a la de los adultos.

El pediatra también le resta importancia a los posibles efectos secundarios que puedan sufrir los niños. «Serán similares a los que han padecido los adolescentes y adultos, probablemente menos, porque la dosis que vamos a usar en esa vacuna es menor. Es esperable que puedan tener los efectos secundarios normales en cualquier vacuna: algo de fiebre, dolor en el punto de la inyección, dolores musculares... No pensamos que vayan a tener efectos secundarios graves como no los ha habido en los adolescentes», explica.

En cuanto a la actuación de los padres ante estos efectos secundarios, Merino lo tiene claro: «Los padres están acostumbrados a la vacunación de los niños con otras vacunas que están en el calendario vacunal y, prácticamente todas las vacunas, tienen efectos secundarios que podríamos denominar comunes. Ellos los conocen y nunca se han asustado por ellos. Con un poco de paracetamol o de ibuprofeno para controlar la fiebre y las molestias los padres saben que en 24 o 48 horas esto remite. En este caso es igual».

Las segundas dosis para los pequeños de la casa llegarán a las ocho semanas desde que se produzca el primer pinchazo, algo que difiere de lo ocurrido hasta ahora con los adultos y adolescentes, cuya pauta establecía 21 días para la segunda dosis. «Estas ocho semanas permiten una logística más adecuada para la administración de la vacuna y tiene otra ventaja, y es que la separación entre dosis cuando es un poco más amplia suele inducir a una respuesta de anticuerpos un poquito más potente», asegura el pediatra.

La controversia creada por algunos sectores alrededor de esta vacuna no parece preocupar en exceso a los pediatras: «Los padres normalmente no rechazan las vacunas que aparecen en el calendario, las adicionales suelen ser un poco más reticicentes, nos pasa con la vacuna de la gripe. Pero en general, los padres que tienen hijos con factores de riesgo vacunan a los niños y me imagino que en esta ocasión será igual».

Saben, sin embargo, que puede ser «más complicado» vacunar a los «niños que no tengan ningún factor de riesgo ni vivan con un adulto que lo tenga». Para evitarlo, Merino se encomienda a la labor de los pediatras: «Vacunar a los niños es evitar la enfermedad a los niños, evitar que la enfermedad se disemine, evitar un grupo de población en el que el virus se puede mantener y pueda sufrir mutaciones. Por lo tanto, las ventajas desde el punto de vista epidemiológico son evidentes, si proteges un nicho de pacientes susceptibles de la infección evitamos que se infecten, que el virus mute y que se mantenga en el tiempo». Algo a lo que apela José Manuel para que los padres vacunen a sus hijos pensando en el bien individual, pero también en el bien de la comunidad.

Porque aunque es cierto que la incidencia de casos graves en niños ha sido escasa sí han existido casos graves entre los más pequeños. También se han dado fallecimientos (aunque no en Burgos) de niños contagiados de la covid-19. A pesar de ello, José Manuel, no cree que la solución sea la obligatoriedad de vacunación. «No puedes obligar a vacunar a nadie, pero sí hay que rebatir argumentos que no son correctos», indica. E inisiste en que lo fundamental es tranquilizar a los papás y repite que «la vacuna es segura». «Está probada, se han puesto más de cinco millones de dosis en Estados Unidos y Canadá, no se han encontrado efectos secundarios importantes. Es segura y eficaz y hay argumentos de sobra para proteger al niño y a su entorno, a sus abuelos, a sus papás, etc.,», finaliza.