Poco a poco, parece que la quinta ola de la pandemia de la covid-19 va remitiendo en Burgos. Tras el estallido de contagios registrado a principios de julio, la curva epidemiológica parece haber entrado en una fase de estabilización y descenso, aunque muchos de ... los indicadores de riesgo se encuentren todavía en un estadio preocupante. No obstante, las consecuencias de esta quinta ola poco o nada tienen que ver con los que se habían vivido hasta ahora.
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Así al menos lo demuestran los datos oficiales de la Junta de Castilla y León, que reflejan que, a pesar de que el número de contagios y la incidencia acumulada de covid-19 se hayan disparado hasta niveles inéditos en muchos aspectos, el número de hospitalizaciones y, sobre todo, fallecimientos se ha desplomado en comparación con otros momentos de la pandemia.
La comparativa habla por sí misma. En total, los servicios epidemiológicos detectaron 10.337 nuevos positivos durante el pasado mes de julio (334,7 de media cada día), cuando se registró una auténtica explosión de contagios, sobre todo en la primera quincena. Se trata de las cifras más elevadas para un solo mes desde que estalló la pandemia, al menos si se deja al margen la estadística de la primera ola. No en vano, la capacidad de rastreo y detección de casos durante los meses de marzo, abril y mayo del año pasado estaba a años luz de la que se ha conseguido implementar posteriormente, aún con sus problemas y fallos.
Tomando en consideración esa circunstancia, el único mes en el que Burgos ha presentado un nivel similar de contagios fue noviembre del año pasado, en mitad de una segunda ola que afectó especialmente a la provincia y, sobre todo, a la capital. Eso sí, en aquel mes se detectaron 8.199 positivos por coronavirus, es decir, un 26,4% menos que los documentados en julio de este año.
Y eso a pesar de que fue en noviembre cuando se llevaron a cabo los primeros cribados en la provincia, hasta la fecha los más multitudinarios, mucho más multitudinarios que los celebrados en julio, dirigidos específicamente a jóvenes y contactos estrechos de positivos.
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Las consecuencias de una y otra ola, sin embargo, son radicalmente diferentes. En noviembre de 2020 se contabilizaron en la provincia un total de 156 fallecimientos vinculados con la pandemia. En julio, esa cifra ha sido de 17. Es decir, que el número de muertes se ha desplomado un 90% entre una ola y otra.
Esta tendencia también se ha notado de manera muy significativa si se toma en consideración el número de ingresos hospitalarios, tanto en planta como en la UCI. Así, el 11 de noviembre de 2020, la Consejería de Sanidad documentó el mayor número de ingresos en planta de toda la pandemia (330) en la provincia. En contraposición, en esta quinta ola, el pico máximo se registró el pasado 28 de julio, cuando llegaron a estar ingresados 139 pacientes a la vez en alguno de los tres hospitales de la provincia. La diferencia entre ambos datos es del 57%.
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En el caso de la UCI, el pico de noviembre (día 15) alcanzó los 46 ingresos, mientras que el máximo de julio se situó en 14 ingresos, aunque, de acuerdo a los últimos datos de la Junta, ahora son 20. En todo caso, el descenso es de más del 56%.
En este sentido, varios son los factores que los expertos consideran fundamentales para el cambio de paradigma. El primero está directamente relacionado con la expansión de la campaña de vacunación masiva. En noviembre, la Unión Europea aún no había dado el visto bueno a las diferentes fórmulas utilizadas; a principios de julio, un 57,7% de los burgaleses habían recibido ya la primera dosis y un 38,9% había completado la pauta de vacunación, aunque en muchos casos sin haber superado las dos semanas que se consideran necesarias para que la vacuna desarrolle todo su potencial en el organismo.
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A mayores, también entran en juego otros factores como la edad de los contagiados o la propia meteorología y la actividad derivada de ella. No en vano, la explosión de positivos de las primeras semanas de julio se produjo en los grupos etarios menores de 30 años y con la llegada del calor, la actividad social se traslada al aire libre, en vez de los interiores cerrados y mal ventilados, que se ha demostrado que son los lugares donde más se propaga el virus.
Habrá que ver, en todo caso, cómo evoluciona la tendencia a lo largo de las próximas semanas y meses, cuando entrarán en juego otros factores, como la consolidación de la vacunación masiva (Burgos está a un paso de tener al 70% de su población con la pauta completa) y la expansión de las nuevas variantes del virus, con especial atención a la variante Delta.
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