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El día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) se celebra cada 30 de noviembre para dar visibilidad a un colectivo que no solo sufre una mala relación con la comida, esta es nada más la parte visible de un ... iceberg mucho mayor. Para ayudar a los afectados, y a sus familias, está ADEFAB (Asociación de Familiares de Anorexia y Bulimia de Burgos), que con Marimar Herrero Hernando a la cabeza, la psicóloga de la entidad, buscan cómo superar estos trastornos.
Para ello, trabaja con las personas afectadas y con sus familias, a las que cada primer lunes de mes reúne para enseñarles qué es lo que deben hacer, darles pautas de cómo hablar a sus seres queridos con trastorno alimentario y «desangustiar y desculpabilizar». «Llegan con una culpabilidad inmensa a la consulta, piensan en qué habrán hecho para que se les disparase el trastorno alimentario. Ahí es donde les tenemos que explicar que los trastornos alimentarios son multicausales», afirma Marimar. Porque en los TCA hay que dejar una cosa clara: «Nadie tiene la culpa». «Ni el propio afectado, porque no quiere que eso le pase pero no puede con ello, ni las familias, porque tampoco quieren que eso les pase a sus hijos», continúa Marimar en su explicación.
Antes de llegar a la necesidad del tratamiento es importante la prevención, algo de lo que también sabe Marimar: «Llevo haciéndolo en los centros educativos desde 2004». Esta prevención va de la mano de 'La ciudad también enseña', un programa del Ayuntamiento para que los centros escolares puedan solicitarla. Sin embargo, Marimar lamenta que son «tan poquitas las horas» que muchos centros cuando las solicitan ya se han agotado. A pesar de ello, ella sigue ofreciéndola. «Elegir no nos lleva a ningún lado y ayudamos a muchas personas a saber que tienen un trastorno alimentario e incluso a evitarlo», sentencia
La vida de los jóvenes, y no tan jóvenes, pasa por las Redes Sociales que son, a menudo, el escaparate de vidas perfectas, cuerpos perfectos, modelos a los que aspirar e imitar. Sin embargo, desde hace un tiempo, existe también una corriente que ayuda a a visibilizar otras realidades, a demostrar que todas las personas son válidas independientemente de sus vidas y sus cuerpos. Por desgracia, «todavía son más fuertes las otras». «Pero lo más importante es que las Redes Sociales tienen un parte que no ayudan y otra que ayudan. Hay cuentas que muestran que somos más que cuerpos, que detrás de los trastornos alimentarios hay muchos miedos y que ponerse en manos de los profesionales cuando has desarrollado estos trastornos es muy importante», valora Marimar.
Pero no solo eso, el confinamiento y la pandemia han ayudado a que los trastornos de la conducta alimentaria se disparasen auspiciados, a veces sin ser conscientes de ello, por estas redes sociales: «Se hablaba mucho de si íbamos a engordar un montón, nos pusimos todos a hacer ejercicio, pero también a hacer bizcochos... Y se multiplicaron los miedos».
Aunque no todo es malo. Gracias a que se comía en familia «algunos padres se dieron cuenta de que sus hijos tenían una mala relación con la comida». «La imagen corporal no la quieren cambiar porque quieran estar delgados, lo que quieren es que les quieran, se sienten solos, sienten que no encajan y la manera en la que creen que van a conseguir encajar es a través del cambio corporal, y ahí es donde empieza el problema», explica la psicóloga.
Pero quizás antes de que el problema sea tal existen señales de alarma a las que agarrarnos para ayudar a las personas que puedan estar comenzando a caer en un TCA. «A veces no se ven, pero otras sí. Pueden comenzar como un cuidado con la comida, dejar de comer dulces o comer menos grasas, pero luego ya empieza a bajar el repertorio alimentario en el que cada vez se come menos e incluso a veces se puede ver que cambia el cuerpo», asegura.
Y hay que tener cuidado, porque los trastornos alimentarios no solo es la anorexia y el cambio corporal puede ser tanto una bajada de peso como una subida o una oscilación. «Pero algo que es mucho más que cuerpo o comida son los cambios intensos de humor», advierte Marimar, aclarando que estos cambios intensos de humor no pertenecen a la adolescencia, rango de edad en la que se encuentran muchos de los afectados.
Pero los trastornos alimentarios no tienen edad y pueden afectar a niños, adolescentes, adultos o ancianos, y tampoco tienen peso y como consecuencia tener cualquier peso u oscilaciones. De la misma manera tampoco tienen sexo, le puede pasar a hombres y a mujeres, pero «sí tienen solución». Y no es que el perfil del afectado haya evolucionado dejando atrás a la adolescente que quiere ser delgada, sino que antes «no se visibilizaba otra cosa».
Hola, soy una chica de 17 años que tiene TCA. Quería explicaros que esta enfermedad mental no tiene edad ni ni género, ya que esta enfermedad no la eliges tú, simplemente pasa. Esto no lo eliges tú, pasa porque es nuestro método de supervivencia. El TCA no es solo dejar de comer, ese es el menor de nuestros problemas, porque donde está la dificultad es en todos los miedos, asociaciones que inconscientemente hacemos con la comida. Es decir, lo que veis vosotros es lo más superficial, nos criticáis, nos juzgáis, nos excusáis diciendo que son cosas de críos, que ya se nos pasará. Pero ahí os estáis negando a ver una realidad muy dura y difícil de comprender.
Esta enfermedad, desgraciadamente, ha existido siempre, pero a raíz de la pandemia se ha fomentado más el TCA. Anteriormente la sanidad pública estaba llena y era difícil que te atendiese un psicólogo el tiempo que necesitas, ya que van con retraso; ahora es mucho más difícil ya que hay muchas más personas que necesitan ayuda.No hay suficiente personal para cubrir esas necesidades básicas que necesitamos para continuar. os voy a contar una realidad que poca gente sabe: la gran mayoría de los hospitales públicos cuando te ingresan porque estás muy malita en general lo que hacen es ponerte una sonda hasta que llegas a tu índice de masa corporal sano. Luego te dan el alta sin tratar apenas el tema de la salud mental, por eso mucha gente ingresa en un hospital privado, ya que el tratamiento es más intensivo y tratan más el tema de la salud mental. El problema no es la comida, pero hay mucha gente que no se puede permitir un hospital privado porque es una inversión elevada y no hay recursos suficientes para hacerlo frente. Me da mucha pena que por no poder permitirse un tratamiento la gente muera por esta enfermedad.
Antes la tasa de mortalidad por suicidio estaba por debajo de los accidentes de tráfico, pero ahora, a raíz de lo sucedido, es el primero. No solo son debidos al TCA, si no por otras enfermedades mentales que no se tratan porque no hay recursos o el seguro no le llega a cubrir del todo.
Yo lo único que pido es comunicación, que estos temas dejen de ser tabú para poder hablarlo con más libertad sin ningún tipo de miedo, ya que con el tiempo puede ser muy destructivo si no lo llevas bien, sin miedo a que te juzguen, a que te critiquen, te invaliden como persona, te rechacen por el tipo de pensamientos que puedas tener. También es fundamental el conocimiento. El conocimiento de la situación, ser conscientes de nuestras acciones, ser conscientes de los comentarios que podemos llegar a hacer. Tener más empatía, ya que muchas personas han podido desarrollar una TCA por las redes sociales, por las influencias que tengan a su alrededor o por el mero hecho de cómo está construida la sociedad. Hoy en día, como te salgas un poco de estas pautas, patrones o de los ideales generales que tenemos hacia otra persona ya te tachan de rara y quitarse ese rol es muy difícil. Tú luchas con todas tus fuerzas para evitar esos comentarios a toda costa y mucha gente lo que hace es complacer a los demás el máximo tiempo posible para pasar desapercibidos. Eso pasa, en general, por intentar evitar el bullying cuando no está en nuestras manos, sino en las de nuestros agresores. Esto solo hace que te acabes consumiendo en ti misma, que te rompas más por dentro y que acabes autodestruyéndote inconscientemente. Tú solo te defiendes y como no sabes gestionar o controlar esos insultos, esos comentarios, controlamos la comida, que es mucho más fácil. Al principio nos hace sentir bien, pero según pasa el tiempo y pides ayuda sabes que eso no está bien porque te hace más mal que bien.
Esto no es un juego de niños, ni lo hacemos por dar pena, ni es parte de la adolescencia, simplemente son mitos que la gente tiene muy arraigados. Pasar por todo esto nos marca y, aunque suene un poco duro la frase de «yo controlo» eso solo sirve para autoengañarse y que en un futuro digas «pero qué ingenua, mira dónde he acabado por esa frase tan inocente y a la vez tan destructiva». Son solo dos palabras, pero el daño que puede causar a uno mismo es mucho más difícil de sobrellevar.
La razones son diversas, pero alrededor de «un 90% de los casos de los TCA en edad escolar esconden casos de bullying detrás». «Es muy raro que alguien te diga que no ha sufrido acoso, incluso a veces te dicen que el que lo sufría era un amigo y ellos tenían miedo a que les ocurriese», manifiesta la psicóloga.
Estos trastornos, que son emocionales, trastocan a toda la familia. «Se sienten muy perdidos, no saben qué hacer y saben que una persona con TCA se puede morir, por lo que sienten angustia y miedo. Vigilan constantemente y a veces hay una sobreimplicación terrible que agota. Las familias necesitan aprender que necesitan un autocuidado para poder ayudar a sus seres queridos con trastornos de conducta alimentaria. En la asociación trabajamos mucho la emoción expresada, porque las emociones que no se expresan salen por el cuerpo de alguna manera y puede derivar en una depresión, en una ansiedad y una impotencia tremenda de no saber qué hacer», asegura.
Pero de los TCA se sale: «Tiene que tener muchísima paciencia, porque el tratamiento es largo, pero cuando se consigue la recompensa es la vida, porque un TCA es una esclavitud total».
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