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Hace dos años que la pandemia de coronavirus llamó a nuestras vidas y comenzaron los cambios. Primero llegó el estado de alarma y el confinamiento domiciliario para la población durante tres meses, después el uso de las mascarillas en el día a día. En lugares ... cerrados y también en el exterior. Este uso ha tenido consecuencias en la salud de algunos profesionales que han visto como su voz se ha visto afectada. También en el desarrollo del lenguaje en los más pequeños, aunque los logopedas achacan estas alteraciones y retrasos en el habla más a la privación de contacto social que al uso de las mascarillas.
Así lo asegura Celia García Centeno, logopeda de Recoletas, que durante estos dos años afirma no haber recibido a demasiados niños en su consulta, más allá de los casos verdaderamente graves. «Lo que hemos visto, y de lo que nos hemos informado con psicomotricistas y centros de atención temprana, es que sí que se ha notado algunas alteraciones en el desarrollo de los niños, pero no tanto por el uso de las mascarillas como por la privación del contacto social. Han estado encerrados con adultos y han quedado menos expuestos a conversaciones que son fundamentales para ir aumentando el vocabulario», explica la logopeda.
A pesar de no haber tenido una gran incidencia en su consulta sí afirma haber leído un estudio en el que asegura que el confinamiento había afectado en el habla de los más pequeños y, como muestra, el grupo etario de dos años. El estudio afirmaba que «un niño de dos años tiene que tener unas 50 palabras adquiridas y el estudio con un grupo control demostraban que lo que habían conseguido eran 10 palabras», algo que para Celia es «una brutalidad». «Pero no considero que los retrasos que hay hayan sido por el uso de la mascarilla, sino más bien por el confinamiento y el aislamiento que han tenido», inisiste García Centeno.
El habla no es lo único que se ha visto afectado en los más pequeños, también las emociones y la gestión de las mismas. «No las manejan tan bien como otro niño que sí ha estado expuesto a diferentes experiencias. Han estado tan encerrados, han cambiado los métodos de crianza, han estado solo en un ambiente con adultos que todo se ha visto afectado. El lenguaje se ha visto afectado porque no han estado con otros niños y no han podido disfrutar del juego simbólico, algo clave en estas edades», asegura.
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Si al confinamiento y las mascarillas le sumamos una discapacidad auditiva el nivel de afectación a la vida diaria por su uso es mayor: «Para los niños que tienen una discapacidad auditiva, por ejemplo, el tema de las mascarillas ha sido brutal. Muchos se apoyaban en la lectura labial, que la mascarilla no permite y, además, con el uso de las mascarillas se pierden decibelios, las quirúrgicas alrededor de unos cinco y las fpp2 unos doce». Esto afecta a toda la población con discapacidad auditiva, para los que ha sido muy difícil porque las mascarillas había que usarlas de manera obligatoria.
Pero, además, el uso continuado de la mascarilla ha provocado «problemas de voz brutales, tanto en adultos como en niños». El principal motivo reside en la manera en la que respiramos cuando la llevamos puesta: «Tendemos a mantener la boca abierta, a realizar respiración bucal y vienen un montón de niños y de adultos con problemas de voz por ese motivo». Además, forzamos más la voz. «Hablar más alto, tener la boca abierta, respiradores bucales, y al ser respirador bucal cuanto más pequeños son peor, porque empiezan los problemas de articulación. Eso es lo que hemos visto, aunque lo que más hemos recibido son adultos», reconoce Celia.
Y dentro de esos adultos quienes más han sufrido el uso de la mascarilla, juntos con otras medidas sanitarias, son los profesores. «Vienen un montón de profesores, sobre todo de universidades, que al tener las aulas tan grandes y haber estado con ventanas y puertas abiertas para las ventilaciones y las mascarillas puestas sufren problemas de voz», comienza a explicar Celia. «Tengo una profesora que lleva un año de baja a consecuencia de la mascarilla porque no utilizaba amplificadores de voz. La clase era de 60 alumnos, con todo abierto y un aula bastante grande, lo que hacía era forzar la voz, aumentar el volumen, la mascarilla, además, impide que el resto la escuche bien. Con la mascarilla también encontramos ausencia de lectura labial, por lo que sigue forzando, y al final llegó un punto en el que se quedó con una afonía total durante tres meses».
Y es que la mascarilla «reseca muchísimo y eso para las cuerdas vocales es horroroso». «Aunque no quieras aumentas más el volumen de voz y los profesores han sido el gremio más afectado con las mascarillas. Y con las fpp2 es peor todavía», asegura.
Para evitar estos problemas Celia comparte una serie de consejos sencillos. Los hábitos de higiene vocal son pautas fáciles, pero es complicado llevarlas a cabo en el día a día porque la mascarilla dificulta a la hora de respirar. «Tendemos a abrir la boca y eso hace que se reseque todo. Hay que tenerlo en cuenta, respirar por la nariz, boca cerrada, beber mucho agua y no forzar la voz», insiste una vez más.
Además, para los profesionales, cuya voz es una de sus principales herramientas de trabajo, amplía la recomendación al uso de «amplificadores o micrófonos» para no tener que elevar la voz y sufrir así las consecuencias del uso de la mascarilla.
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