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La Octava Isla puede con el virus

La Octava Isla puede con el virus

Canarias. La Graciosa, un pequeño enclave junto a Lanzarote con 600 habitantes en estas fechas, sigue siendo uno de los pocos territorios de España sin contagiados

José Ramón Sánchez

Arrecife

Lunes, 27 de abril 2020, 00:43

La insularidad está siendo un factor en Canarias de enorme valor a la hora de mitigar la expansión de contagios por Covid-19. La doble insularidad, propia de las islas que no son capital de provincia, también ayuda a explicar que la incidencia sea menor que en Gran Canaria y Tenerife. Y queda el factor de triple insularidad, que tiene que ver con La Graciosa, la Octava Isla a nivel oficial. Este territorio en particular, con unos 750 habitantes censados, si bien con poco más de 600 vecinos de hecho en esta primavera, administrativamente ligado al municipio lanzaroteño de Teguise, es de los pocos espacios habitados en Canarias en que está a cero la incidencia del coronavirus.

Obecede la circunstancia «a algo de buena suerte y al respeto al confinamiento», asume Miguel Páez, vecino de Caleta de Sebo, el núcleo más poblado de este territorio, que en tiempos fue clave para hacer que La Graciosa alcanzara reconocimiento como Octava Isla. Ese rango ha quedado oficializado en el Estatuto de Autonomía de Canarias reformado en 2018 y también goza de valor estatal, tras acuerdo en el Senado.

La parte relacionada con la fortuna tiene que ver con que no hubo contagios cuando en las primeras semanas fue constante el flujo de turistas desplazados desde Lanzarote. Luego, con el hecho de que la tendencia se pudo mantener, siendo esencial que desde que se declarara la emergencia sanitaria, el tránsito de barcos entre la capital graciosera y el muelle de Órzola, al norte de la isla vecina, casi es residual, con pocos viajeros en cada desplazamiento, y siempre bajo estricto control de la Guardia Civil. Solamente viajan personas que demuestran que tienen que moverse por necesidad laboral y algunos vecinos necesitados de grandes compras en Lanzarote, con salida matinal y regreso vespertino. También ayudó que regresaran sanos a casa los estudiantes que cursan enseñanzas fuera del territorio, universitarios algunos, pero también varios menores de edad.

En cuanto a la parte vinculada con el confinamiento, conscientes los gracioseros de que el riesgo está ahí, latente, por lo general están haciendo vida en los hogares del mismo modo que en el resto del país. Salen algunos mayores, con medidas de protección, cuando toca visitar la sucursal bancaria, cuando hay que ir al botiquín de la farmacia de Teguise existente en Caleta de Sebo o cuando es obligada la compra en alguno de los dos supermercados del lugar. Nada de chapuzones en las estupendas playas que abundan en el litoral de esta isla de 29 kilómetros cuadrados de superficie, nada de actividades deportivas, ni siquiera de paseos. Tampoco hay opción de hacer uso de los bares y restaurantes, con sus buenas terrazas mirando al mar, cerrados todos a cal y canto desde hace más de un mes.

«La gente se ha tomado muy en serio esta situación y desde el primer día los vecinos se encerraron en sus casas», según explicó a finales de marzo la edil delegada para la Octava Isla, Alicia Páez, una vecina más, que cuando toca estar presente en algún pleno de Teguise lo hace por vía telemática. Y apenas ha variado la situación desde entonces.

Por precaución, en el apartado sanitario las zonas consideradas comunes son habitualmente desinfectadas a conciencia, normalmente unas tres veces por semana. Espacios como los accesos a supermercados, sucursal bancaria, colegio, parque infantil, panadería, ferretería y contenedores de residuos. En el aspecto médico, se van turnando los equipos que prestan servicio en las dependencias propias de la capital graciosera, con presencia siempre de un facultativo médico y de un especialista en enfermería, pues con más de 600 habitantes alguna que otra vez se hace necesario cuidar de otras dolencias que no sean el coronavirus.

Algunos pescadores siguen saliendo a faenar y los vecinos en sus casas dejan pasar el tiempo como buenamente pueden, al igual que sucede en el resto del mundo. Pero el espíritu altruista sigue muy presente en muchos vecinos: desde hace semanas hay vecinas que dedican parte de su tiempo a confeccionar mascarillas, con el fin de colaborar con los que más las necesitan.

Para poner en justa dimensión la situación de La Graciosa, en la vecina Lanzarote, con unos 150.000 habitantes, con la gran mayoría de sus 70.000 camas turísticas ahora inoperativas, ha sumado hasta este tramo final de abril algo más de 80 casos de coronavirus, con cinco fallecidos.

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