La familia de Luis Gutiérrez. En el círculo, Luis Gutiérrez. BC

Una muerte por covid a 500 kilómetros de Burgos, el día de su cumpleaños y a punto de ser vacunado

El burgalés Luis Gutiérrez falleció en Valencia el 6 de febrero, el mismo día que llegaba a los 88 años, tras contagiarse a finales de enero

Domingo, 18 de abril 2021, 09:16

El 6 de febrero de 2021 la vida del burgalés Luis Gutiérrez se apagó por la covid. Justo el mismo día que cumplía 88 años. Lo que tenía que haber sido una jornada de alegría y celebración familiar se convirtió en momentos de ... tristeza y dolor, aunque el fatal desenlace se esperaba desde hace un par de días.

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En el inicio de la tercera ola, Luis Gutiérrez y su mujer, Rosa Tapia, emprendieron camino hasta el municipio valenciano de Villamarchante. El objetivo era instalarse allí temporalmente junto a su hija Rosana, su marido y sus tres nietos. «Pensando en la covid, era el lugar idóneo. Mi hermana vive en una urbanización alejada, con su patio exterior privado y su piscina. Era perfecto, pero entró el bicho en casa y se contagiaron todos a mediados de enero. Lo mismo que les pasó en Valencia, les podía haber pasado en Burgos», recuerda dos meses después el hijo mayor de Luis Gutiérrez, que comparte nombre con su padre.

Y llegó la covid para contagiar a todos los componentes de ese núcleo familiar. Todos superaron la enfermedad con pocos síntomas, menos el propio Luis, que fue derivado al hospital a principios de febrero. «Allí estuvo ingresado dos días. Enseguida nos dijeron que no podían hacer nada y nos dieron la opción de que falleciera en casa o en el hospital. Al estar toda la familia de mi hermana contagiada, mi padre pudo pasar los últimos días rodeado de su mujer, su hija y sus nietos, que le querían muchísimo», rememora Luis Gutiérrez, que habla también por sus hermanos Francisco Javier, Enrique y Rosana.

Precisamente, a más de 500 kilómetros de Valencia, en su Burgos natal, sufría el resto de la familia de Luis padre. El cierre perimetral y no poder viajar hasta la casa de su hermana Rosana al estar contagiados acrecentó el dolor, aunque se pudieron despedir con una videollamada. «Casi no podía abrir los ojos, pero nos pudo saludar. Fue duro», lamenta su hijo.

Ante esa impotencia, Luis hijo se sentó delante del ordenador para crear un poema. Un escrito que envió a su hermana para que se lo leyera a su padre con un nexo de unión, el Cid. «Qué grande eres papá, Cid, señor en nuestras vidas. A la sombra de la Catedral fuiste a nacer estos días. Seis de febrero llegaste. Albricias por tu venida», empieza el poema de su hijo, que se consuela al pensar que su padre y Rodrigo Díaz de Vivar comparten lugar de nacimiento y de muerte.

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«¡Qué injusto!»

El fallecimiento de Luis Gutiérrez fue duro para sus familiares, pero ese dolor se acrecentó a las dos semanas, cuando recibieron una llamada de Atención Primaria de Burgos para darles cita en la vacunación. «Fue el peor momento. ¡Qué injusto! Por quince días...», se lamenta Luis, que destaca la unión familiar que se ha demostrado en estos momentos. «He visto a mis hijos, que también han perdido a sus abuelos maternos en 2019, cómo estaban y lo que han hecho. Les decía que no sabían la suerte que tenían al tener los cuatro abuelos hasta hace muy poco. En el cementerio, en el entierro, uno de mis hijos cantó una canción desgarradora. Mi hija también preparó algo emotivo y mi hijo mayor hizo una adaptación de la canción 'Desde mi cielo', de Mago de Oz. Nos quedamos con esos momentos», apunta Luis.

Ahora se avecina otra fecha complicada para la familia Gutiérrez Tapia. El 29 de abril, Luis padre y Rosa iban a cumplir 60 años de matrimonio. Una celebración que la covid ha frenado. «Estábamos pensando cómo hacerlo y ahora será todo diferente», recalca el hijo mayor.

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Luis Gutiérrez nació a las faldas de la Catedral de Burgos en 1933. Vinculado siempre a su ciudad, fue el campanero en la sombra cuando su primo no podía voltear las campanas. Fue jugador, entrenador y presidente del Club de Fútbol Olimpia. «Siempre le gustó el fútbol», apunta su hijo.

De joven se enamoró de una cordobesa, que llegó a Burgos porque encarcelaron a su padre al ser dirigente comunista en las minas de Peñarroya. Se casaron y tuvieron cuatro hijos. «Ha trabajado en la imprenta Aldecoa, y luego en la de El Castellano hasta que se jubiló. Cuando me preguntaban de pequeño a qué se dedicaba mi padre decía que a hacer libros, pero que no era escritor. Nos inculcó muchas frases, hasta sus nietos las utilizan. Tengo un hijo, con un grupo de punk, que compone canciones con las frases de su abuelo. Les ha entrado esa vena. Mi padre decía que no hay libro malo que no te pueda aportar algo bueno», recuerda su hijo.

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Ahora, en la familia de Luis Gutiérrez queda «el dolor y el agradecimiento». «Los que tenemos fe sabemos que vamos a volver a encontrarnos para darnos un abrazo. Ahora, mi madre está cuidada con todo el cariño por mi hermano Francisco Javier y su familia. Eso seguro que le hace sonreír a mi padre», concluye.

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