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Prácticas de reanimación EFE

Menos de la mitad de los testigos de un paro cardíaco intenta reanimar al enfermo

La inacción impide salvar más vidas, pues cada minuto cuenta y una maniobra de resucitación a tiempo triplica las posibilidades de supervivencia

Viernes, 10 de noviembre 2023, 13:37

La supervivencia media en España a un paro cardíaco es escasa. Son poco más de uno de cada diez ciudadanos que lo padecen, el 11,4%, quienes logran salir con vida. Una de las razones de peso que impide mejorar esta baja tasa es que ... también son pocos, de hecho menos de la mitad, los familiares y testigos que tratan de reanimar al enfermo mientras esperan la llegada de la UCI móvil y los servicios de emergencias. Así lo indican los especialistas del Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar en un análisis realizado junto a la Fundación Mapfre sobre el problema sanitario que es causa directa de unas 45.000 muertes anuales en España.

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La predisposición ciudadana a actuar ante un paro cardíaco es algo fundamental si se tiene en cuenta que seis de cada diez episodios de este tipo se producen fuera de los centros sanitarios, normalmente en el propio domicilio de la víctima, y que cada minuto cuenta, y mucho, para salvar esa vida.

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El informe aclara que cada minuto que pasa sin que nadie practique maniobras de resucitación al enfermo se le evaporan un 10% de posibilidades de supervivencia y si la parada dura más de cinco minutos sin ayuda alguna, aunque luego se consiga recuperar el latido del paciente, se dispara el riesgo de que la anoxia prolongada le cause algún tipo de daños cerebrales.

Los expertos reclaman más implicación ciudadana, pues seis de cada diez paradas se producen en el domicilio

Por el contrario, iniciar maniobras cardíacas y respiratorias de choque desde el primer momento, aunque no se practiquen con la pericia de un profesional, triplica las posibilidades de recuperar al enfermo, que tiene como perfil mayoritario el de un hombre de unos 63 años. «La parada cardíaca respiratoria extrahospitalaria es un proceso tiempo dependiente en el que cada minuto de retraso en recibir asistencia juega en contra de la probabilidad de supervivencia, así como de repercutir en la gravedad de las secuelas», resume Fernando Rosell, médico de emergencias y director del estudio.

El problema es que en España solo una de cada cuatro paradas cardíacas se atienden adecuadamente en los primeros ocho minutos. La mayoría, unos dos tercios, reciben la asistencia en el primer cuarto de hora. Estos datos, alejados de lo deseable para aumentar la supervivencia, tienen mucho que ver con que la escasa predisposición a actuar de los testigos, que está por debajo de la media de nuestros vecinos europeos.

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El análisis detalla que más de la mitad de las paradas cardíacas que ocurren en el domicilio son presenciadas por familiares u otros testigos, pero en menos de la mitad de estas ocasiones, en el 40% para ser exactos, estas personas inician maniobras de reanimación del enfermo a la espera de la ayuda especializada. Entre quienes sí lo hacen, un tercio practican la resucitación asesorados telefónicamente por los técnicos de emergencias y solo un 4% cuenta con la ayuda clave de un desfibrilador.

Amplio margen de mejora

La excesiva inacción de los testigos solo se compensa en parte por la mejora de la atención urgente de estos episodios. Aunque solo un 15% de los paros domiciliarios se producen en España en presencia de personal de emergencias, estos profesionales llegan a tiempo de recuperar el pulso y trasladar a un centro sanitario al 31% de las crisis extrahospitalarias.

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Rosell, a la vista de los datos, y en nombre de todos los profesionales, hizo un llamamiento a los ciudadanos para que «se impliquen más en la atención de estos pacientes, especialmente en los primeros minutos y hasta que los servicios de emergencia llegan». Una sociedad dispuesta a actuar y con conocimientos básicos de las maniobras de resucitación podría salvar con su aportación entre el 15% y el 20% más de vidas que ahora. La misma demanda la reiteró Antonio Guzmán, director de Promoción de la Salud de la Fundación Mapfre. Indicó que las experiencias en otros países demuestran que cuantos más ciudadanos estén formados en habilidades mínimas y más disponibilidad pública haya de desfibriladores mejores serán las tasas de supervivencia. En esta tarea de capacitación ciudadana consideran esencial el aprendizaje de las maniobras de reanimación en las escuelas e institutos, un programa que la fundación y el consejo llevan a las aulas conjuntamente desde hace años.

Los consejos básicos que dan los expertos a los testigos es que, en caso de constatar la falta de pulso y respiración, llamen a emergencias y comiencen de inmediato la reanimación mediante compresiones torácicas a un ritmo de unas 100-120 por minuto (sobre dos por segundo). Tras dos minutos de compresiones, realizar dos respiraciones boca a boca y repetirlas cada 30 compresiones. Aconsejan usar un desfibrilador si es posible y, en cualquier caso, si alguien no se siente capaz de practicar las respiraciones al menos debe hacer las compresiones de forma ininterrumpida hasta la llegada de los profesionales. Ejecutar el proceso con la tutela telefónica de los técnicos de emergencias se considera la respuesta ideal.

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