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El ministro de Sanidad, Salvador Illa, se coloca una mascarilla. José Ramón Ladra
Illa: 365 días al frente del ministerio de la pandemia

Illa: 365 días al frente del ministerio de la pandemia

El titular de Sanidad tuvo que reinventar sobre la marcha un departamento 'florero' que hasta Podemos rechazó por considerar «vacío» de contenido

Miércoles, 13 de enero 2021, 11:51

De los 365 días que Salvador Illa cumplió este miércoles al frente de Sanidad, 347 están marcados a sangre y fuego por un coronavirus que se convirtió en crisis nacional cuando un turista en un hotel de La Gomera dio positivo. Solo habían pasado 18 días desde que el político del PSC llegara a la sede del Paseo del Prado. Hoy mismo Illa, en su Twitter, recordó que aquel lunes 13 de enero él tomó el relevo de María Luisa Carcedo con la idea de «escuchar y resolver los retos del Sistema Nacional de Salud», pero que sin embargo la pandemia le puso a gestionar el «mayor reto en 100 años» al que se ha enfrentado España.

Para hacer frente a ese desafío Illa tuvo que reinventar sobre la marcha un ministerio 'florero' que hasta Podemos rechazó por considerar «vacío» de contenido y con poca visibilidad y menos competencias, tal y como le llegó a recriminar en varias ocasiones Pablo Iglesias a Pedro Sánchez en las negociaciones que desembocaron finalmente en el Gobierno de coalición.

Illa tuvo que reinventar sobre la marcha un ministerio 'florero' que hasta Podemos rechazó por considerar «vacío» de contenido y con poca visibilidad y menos competencias

Illa, un filósofo con la única experiencia 'profesional' de su paso por la política catalana y que apenas conocía a Pedro Sánchez, el sábado 14 de marzo de 2020, solo dos meses y un día después de su toma de posesión, se convirtió 'de facto' en la segunda autoridad con más poder del país, después del presidente del Gobierno, cuando el decreto del estado de alarma le convirtió en el 'mando único' contra la pandemia.

Entonces, cuando se hurtó todo el poder real de decisión a las autonomías sobre las medidas sanitarias para enfrentar con más contundencia la pandemia, él y su equipo -singularmente la gente del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) de Fernando Simón- pasaron a ser una suerte de 'Césares' que decidieron durante 99 días sobre la vida diaria de los 47 millones de españoles.

La ex ministra de Sanidad María Luisa Carcedo traspasa su cartera a Salvador Illa; El ministro, en una comparencia en el Congreso; Illa, en una de las innumerables ruedas de prensa. Efe
Imagen principal - La ex ministra de Sanidad María Luisa Carcedo traspasa su cartera a Salvador Illa; El ministro, en una comparencia en el Congreso; Illa, en una de las innumerables ruedas de prensa.
Imagen secundaria 1 - La ex ministra de Sanidad María Luisa Carcedo traspasa su cartera a Salvador Illa; El ministro, en una comparencia en el Congreso; Illa, en una de las innumerables ruedas de prensa.
Imagen secundaria 2 - La ex ministra de Sanidad María Luisa Carcedo traspasa su cartera a Salvador Illa; El ministro, en una comparencia en el Congreso; Illa, en una de las innumerables ruedas de prensa.

Aquel ministro que había sido llamado al Gobierno para 'aburrirse' escuchando debates de poco calado con las autonomías en un Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud venido a menos por las transferencias a las comunidades, de la noche a la mañana decía quién tenía derecho a salir a la calle, cuánto tiempo e, incluso, dónde. Su poder pasó a ser omnímodo, aunque por entonces él siempre se refugió en que hacía lo que le decían sus «expertos», aunque todavía hoy no se sabe bien del todo quién le asesoró en cada uno de los momentos más críticos.

A principios de mayo de 2020, Illa volvió a reinventar a contrarreloj su ministerio y sus competencias y, todavía con la sartén por el mango porque el estado de alarma no acabó hasta el 21 de junio, sacó de la chistera el concepto de «cogobernanza», que el Gobierno todavía hoy no ha abandonado. Empezaba la desescalada en la que las autonomías podían hacer propuestas para relajar las medidas, pero al final la última palabra siempre la tenía Salvador Illa y sus «expertos» porque las seis prórrogas del estado de alarma le siguieron dando el poder hasta el día que llegó el verano.

Su poder pasó a ser omnímodo, aunque por entonces él siempre se refugió en que hacía lo que le decían sus «expertos»

Desembarcó el calor y decayó la alarma, pero Illa no desapareció. Si acaso se echó un poco a un lado. La situación epidemiológica estaba tranquila, pero el poder del CCAES ya se había asentado. Las comunidades aunque habían recuperado sus competencias, de facto, habían terminado por aceptar casi sin rechistar la autoridad del departamento de Fernando Simón.

Pero pasó el verano, el virus volvió a escalar y Salvador Illa, que durante algunas semanas cedió el protagonismo total a Simón, volvió a ponerse al frente. Y de qué manera. Dicen que a principios de octubre, dentro del Consejo de Ministros, fue de los que con más vehemencia defendió imponer por la fuerza a Isabel Díaz Ayuso un estado de alarma para forzarla a cerrar en el Puente del Pilar perimetralmente las mayores ciudades de la Comunidad de Madrid.

También a finales de octubre fue una de las voces que con mayor fuerza defendió la aprobación del actual estado de alarma (el del 25 de octubre) para permitir los confinamientos de todo tipo, excepto los domiciliarios. Su propuesta de 'estado de alarma a la carta' triunfó en el Consejo de Ministros. Confiesan sus más cercanos que por si él hubiera sido también hubiera dado luz verde a que las autonomías pudieran encerrar en casa a sus ciudadanos –tal y como defendieron la mayoría de los epidemiólogos de Sanidad- pero esa guerra sí que la perdió frente a Pedro Sánchez y los 'ministros económicos' que siguen sosteniendo, todavía hoy, que un confinamiento como en del marzo y abril sería insoportable para el país.

Salvador Illa, en rueda de prensa con Fernando Simón. EP

En este tercer estado de alarma –revelan en Sanidad- Salvador Illa se encuentra especialmente «cómodo». Su estrategia ha forzado a las autonomías a mojarse y a endurecer las medidas sin la necesidad de que el Gobierno central tenga que intervenir ni desgastarse. Y todo ello, manteniendo el control porque la espada de Damocles de imponer un 'estado de alarma a la madrileña' a cualquier autonomía díscola está siempre ahí durante esta tercerca ola.

Illa ha cumplido un año al frente de Sanidad con las maletas hechas para marcharse de vuelta a Cataluña a luchar por la Generalitat, pero el posible retraso de las elecciones le ha dejado con un pie fuera y otro dentro en este aniversario. Dicen sus colaboradores que no le disgusta «ni mucho menos» seguir al frente de Sanidad, aunque sea como interino.

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