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La vida en una burbuja es difícil de imaginar. Por mucho que los entretenimientos hayan variado y ahora sea posible caminar sobre el agua metido en una bola gigante o jugar partidos de fútbol en graciosos globos que nos permiten rebotar y caer sin hacernos ... daño.
Sin embargo, la covid-19 nos ha llevado a los seres sociales a tener que vivir, si bien no dentro de una burbuja, sí en pequeñas sociedades similares a ellas. Especialmente cuando llega un positivo a una de estas pequeñas sociedades.
Es ahí cuando las burbujas se convierten en algo tangible. Personas solas, aisladas, en una habitación de una casa, en un casa en soledad o, en algunos casos, en las arcas de Noé que la Junta de Castilla y León está preparando en cada una de las provincias de la región.
En Burgos, el hotel elegido para hacer de arca de Noé es el Norte y Londres, Luis Mata, su director, asume que era el momento de dar un paso al frente.
«El arca de Noé está pensada para que pueda hacer la cuarentena tras un positivo gente que por lo que sea no pueda hacerla cómodamente en su casa», explica Mata. Hasta el hotel llegarán personas en buen estado de salud porque, como es normal, aquellos que necesiten de cuidados médicos continuarán siendo derivados a los centros hospitalarios, o personas que estén a la espera de la realización de una PCR y necesiten mantenerse aislados mientras tanto.
Las principales razones para necesitar acudir al arca de Noé pasan por ser conviviente de personas de alto riesgo a las que es necesario proteger o aquellos que viven en viviendas demasiado pequeñas en las que es imposible disponer de una habitación para el enfermo.
Las normas durante la estancia en el hotel son sencillas: «El cliente-paciente no puede salir de la habitación en ningún momento, está a régimen de pensión completa, pero nosotros no podemos hacerle la limpieza porque no podemos entrar tampoco a su habitación».
De esta manera, el hotel le facilitará la comida y las ropa de cama y baño, que depositará en la puerta, para que el inquilino de la habitación pueda asearse, cambiar las sábanas y alimentarse, pero siempre sin contacto entre los trabajadores del hotel y los pacientes.
En las habitaciones dispondrán de bolsas herméticas para los desechos de comida y también para la ropa sucia. «Nosotros se lo haremos llegar a la lavandería al tiempo que les facilitamos la ropa de cama y las toallas limpias hasta que la PCR les dé negativo», añade Mata.
Este funcionamiento, sencillo en apariencia, es todo un reto para el hotel. Sin ofrecer la parte del servicio de habitaciones, el hotel va a seguir funcionando con una normalidad diferente. En la recepción el tránsito de personas quedará minimizado al máximo, puesto que estos inquilinos no podrán salir de sus habitaciones, sin embargo, habrá mucho más trabajo en cocina, donde se encargarán de preparar todas las comidas necesarias.
«Estamos trabajando en los protocolos necesarios que vamos a tener que seguir este tiempo para hacer bien la entrega de comida y la recogida de la basura y la ropa sucia, porque tenemos que trabajar de manera diferente a como estamos acostumbrados», incide Mata.
Los requisitos para poder acceder a una habitación en el arca de Noé recaen sobre la Junta de Castilla y León y Cruz Roja, aunque sobre este término Luis Mata tiene dudas: «A nosotros nos lo comunica la agencia de viajes que trabaja para la Junta de Castilla y León, que es quien nos ha contratado, y esta agencia es también la encargada de pasarnos los informes diarios de quién entra y quién sale».
En cuanto a la asistencia sanitaria, Mata asegura que «sobre el papel no sería necesario». «Si surgiera algo tendríamos un teléfono al que llamar, pero los pacientes van a tener su seguimiento médico de manera telefónica y en principio ahí nosotros no tenemos nada que hacer», afirma.
El viernes pasado llegó la llamada que ofrecía al Norte y Londres convertirse es arca de Noé: «Había un poco de premura, reunimos al personal y decidimos que pa'lante».
«Es un reto, es un trabajo muy distinto al que hacemos habitualmente, es cierto que quizás pueda haber mayor riesgo, pero el equipo dijo que sí, que además era una forma de no cerrar el hotel por ERTE que es a lo que estamos casi todos abocados y también que era la forma que teníamos entre todos de poner nuestro granito de arena», recuerda Luis Mata.
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Aythami Pérez Miguel
El director de Norte y Londres no sabe aún cuando recibirá a los primeros inquilinos en su arca de Noé, aunque imagina que será «una llegada escalonada». Lo que sí desea es que «no lleguen demasiados», no por su trabajo, sino porque eso significará «que tienen controlada la curva» y no son «demasiado necesarios».
Mientras esperan, repasan e interiorizan los protocolos, modifican acciones tan interiorizadas como el cambio de productos de las limpiezas de las habitaciones al quedar vacías, que en esta ocasión, además, pasarán un periodo de 'cuarentena' de dos días antes de ser preparadas para el siguiente inquilino.
Vivir en una burbuja es imposible, pero la pandemia de covid-19 nos está obligando a asemejar nuestros hogares a una de ellas.
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