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Mañana de domingo en el Coliseum Burgos, cola en la puerta pero con una peculiaridad. No se trata de amigos, familias, aficionados de diversas edades que acudían a un partido de baloncesto, por ejemplo. No, todos los que esperaban en la fila parecían tener la ... misma edad. Así era. Los burgaleses nacidos en 1956 y 1957 y con tarjeta sanitaria en once zonas básicas de salud de la provincia estaban llamados a recibir la primera dosis de la vacuna frente a la covid-19.
Paraguas en la cola porque la lluvia acompañaba desde las 10 horas que han comenzado los turnos de vacunación. Las zonas básicas de salud de Belorado, Briviesca, Burgos Rural Norte, Burgos Rural Sur, Lerma, Pampliega, Melgar de Fernamental, Quintanar de la Sierra, Salas de los Infantes, Sedano y Villadiego. En franjas de una hora por cada dos zonas de salud, la vacunación avanzaba a buen ritmo desde las 10 y hasta las 16 horas, última convocatoria.
Así lo confirmaban los enfermeros que se encontraban preparando y administrando las dosis y los recién vacunados. «He tardado más en quitarme e jersey que en que me pincharan», bromeaba un vecino de Salas de los Infantes a la salida del Coliseum.
La fórmula que se ha administrado a estos burgaleses ha sido la de AstraZeneca, decisión tomada tras la manifestación de la Agencia Europea del Medicamento y los expertos del Ministerio de Sanidad. Estos afirmaban que no se podían relacionar ni descartar los casos de trombos al ser tan escasos y remarcaban que los beneficios de poner la vacuna frente a la covid-19 eran mayores que los riesgos al ser administrada.
Y la pregunta para estos burgaleses era obvia, aunque también lo parecía la respuesta por sus expresiones faciales. Sonrisas y conversaciones nerviosas de emoción. «Creo que es más las informaciones y datos que nos han estado agobiando que la verdadera realidad de la vacuna. No tenemos miedo, los casos de trombos son tan escasos y las ventajas de tener la vacuna tan grandes...», reflexionaban dos vecinos de Salas de los Infantes.
Otra mujer esperaba en las sillas habilitadas para los 15 minutos de rigor que deben aguardar una vez que se les ha administrado la dosis. «Estoy muy contenta, no tengo miedo y si me ha de pasar a mí, que será muy improbable, tampoco puedo hacer nada. Eso pasa con cualquier cosa, si pensamos así no saldríamos de casa», argumentaba. En su caso, señalaba que «deberían avanzar rápido en la vacunación para que las personas más jóvenes, que son las que más se mueven y salen, reciban pronto la dosis».
La vacunación ha avanzado sin incidentes y sin retrasos. Los vecinos con tarjeta sanitaria en estas zonas rurales, DNI en mano, esperaban tranquilos y sorprendidos ante el avance de la fila. Emoción e ilusión. Al final, esa fila era una de las metas a las que se quería llegar cuando nos confinaron allá por el 13 de marzo de 2020.
Los equipos de vacunación, acostumbrados a estas jornadas, marcaban un ritmo rápido y amable, preguntaban a los vecinos por algunos antecedentes médicos que podían ser incompatibles con la vacuna, explicaban el proceso y daban permiso para que el compañero clavara la aguja. Estos equipos de vacunación que llevan trabajando de forma incansable desde diciembre les esperarán para administrar la segunda dosis en unos dos meses.
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