Dario Menor
Roma
Lunes, 23 de noviembre 2020, 17:17
«Tengo experiencia de cómo se sienten los enfermos de coronavirus que luchan por respirar conectados a un ventilador». La empatía del papa Francisco hacia los pacientes de covid-19 nace de que él mismo se pasó varios meses entre la vida y la ... muerte, sin poder respirar bien y con un pulmón del que le sacaron «litro y medio de agua» y que luego tuvieron que operárselo para quitarle el lóbulo superior derecho. Ocurrió en 1957, cuando Jorge Mario Bergoglio tenía 21 años y estuvo varios meses hospitalizado en Argentina, una experiencia de la que salió «mejor y más realista» y que le enseñó a «depender de la bondad y la sabiduría de los demás».
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El pontífice cuenta esa difícil vivencia en el libro 'Soñemos juntos: el camino a un futuro mejor', publicado por Plaza & Janés el 3 de diciembre y fruto de las conversaciones que mantuvo entre el pasado junio y agosto con el periodista británico Austen Ivereigh, autor de otros volúmenes sobre este pontificado. El escritor y Francisco analizaron el impacto social y económico que está provocando la pandemia y los cambios que harían falta para salir de ella mejor como sociedad, una cuestión que preocupa mucho al papa. «Este es el momento para soñar en grande, para repensar nuestras prioridades», sostiene.
Entre las propuestas concretas que presenta Bergoglio destaca su invitación a dar mayor protagonismo a las mujeres en los órganos de decisión, ya que a su juicio las féminas son más «resilientes» y «mejores administradoras que los hombres». También propone aprobar un «ingreso básico universal» que sirva para redistribuir la riqueza y «redefinir las relaciones laborales», lo que permitiría rechazar los empleos que «encadenan a la pobreza». Finalmente, invita a olvidarse de la «cultura selfi» de nuestro tiempo, caracterizada por el narcisismo, la indiferencia y el individualismo, e ir en cambio «al encuentro de los demás» para descubrir así sus necesidades y echarles una mano.
En el libro 'Soñemos juntos' Bergoglio critica el populismo y el neoliberalismo, defendiendo en cambio la «ecología integral» y la política que se preocupa del «servicio al bien común». También afronta la «cultura del abuso, ya sea sexual, de poder o de conciencia». Vuelve a reconocer que estos atropellos se producen dentro de la Iglesia, lo que le provoca «dolor y vergüenza», y celebra cómo las denuncias de las víctimas y el movimiento #MeToo (Yo también) están logrando «despertar» a la sociedad.
Recuerda además el papa el asesinato del estadounidense George Floyd por parte de un policía, cuya muerte provocó la campaña 'Black lives matter' (Las vidas de los negros importan). «Está bien que la gente reclame dignidad para todos los seres humanos y denuncie el abuso en todas sus formas. El abuso es un puñetazo a la dignidad humana que no podemos permitir y contra eso hay que luchar», sostiene Francisco, que se muestra en cambio contrario a los ataques a estatuas de personajes históricos considerados controvertidos. Le preocupa el deseo de «purificar el pasado» y asegura que no hay problema en pedir perdón por «errores institucionales» de otra época, pero siempre hay que tener en cuenta «el contexto de ese momento».
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