El domingo a las 00:00 decaerá en España el cuarto estado de alarma decretado desde la entrada en vigor de la Constitución Española en 1978. Tres de ellos han sido a nivel nacional y otro más solo para la Comunidad de Madrid. De estos ... cuatro estados de alarma, cuatro han sido provocados por la pandemia causada por el coronavirus.
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Desde que el 25 de octubre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convocara un Consejo de Ministros extraordinario para estudiar los términos de un nuevo Real Decreto de estado de alarma que había sido solicitado por nueve comunidades autónomas, entre las que se encontraba Castilla y León, Burgos y los burgaleses han tenido que adaptar sus vidas a las normativas que se han implantado según los datos que la crisis sanitaria dejaba.
La primera de las medidas que modificó la manera de vivir de los burgaleses fue la aprobación de la limitación del movimiento nocturno de personas de 22:00 a 6:00 horas. Sin embargo, Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León, aseguraba aquel 25 de octubre que la comunidad no se cerraría perimetralmente. Sin embargo, tan solo cinco días después decretaría el cierre perimetral hasta el fin del estado de alarma.
Por entonces, Castilla y León mantenía también el aforo de bares y hostelería, pero sin cerrar el interior de los mismos, aunque el presidente dejó la puerta abierta a una modificación de estas limitaciones en función de la evolución de la pandemia.
Y esa evolución llevó a Castilla y León a sumirse de lleno en la segunda ola. El aumento de casos y la presión hospitalaria hizo que las medidas restrictivas se fuesen ampliando. El 6 de noviembre llegó un nuevo cierre de la hostelería, centros comerciales y gimnasios, los más perjudicados por un baile de medidas que no siempre han sido entendidas por la sociedad.
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Ese mes de noviembre negro para Burgos en el que perdieron la vida 156 personas a causa de la infección, llegaron también los rastreos masivo a diferentes municipios. Los lugares de culto también sufrieron la reducción de sus aforos y el gobierno regional pidió a los burgaleses que se confinaran voluntariamente.
La Junta también suspendió la apertura al público de bibliotecas, museos y salas de exposición. Además, se cerraron cines, teatros y auditorios, así como centros de ocio infantil, centros de interpretación y aulas de la naturaleza y las instalaciones municipales ante el avance de los contagios.
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La Navidad trajo consigo el alivio de algunas medidas. La hostelería volvió a abrir el interior de sus locales el 18 de diciembre, los centros comerciales levantaron las persianas y los gimnasios recibieron de nuevo a los deportistas. Además, las instalaciones municipales reabrían de nuevo.
Sin embargo, el lunes 11 de enero la Junta decretó un nuevo cierre del interior de la hostelería; el cierre de los centros comerciales; el cierre de las salas de juego y bingos y el cierre de los centros deportivos. Apenas cuatro días después las medidas continuaron recrudeciéndose: limitación de movilidad, limitación de actividad y limitación de contacto social.
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Desde el sábado 16 la movilidad entre provincias quedó prohibida, las reuniones en los domicilios limitadas a un máximo de cuatro personas y los aforos en todos los lugares de culto a un tercio, con un máximo de 25 personas. Por último, la medida más polémica de todas las tomadas durante esta crisis sanitaria: el toque de queda comenzó las 20:00 horas desde el sábado 16 de enero. Esta medida fue rechazada por el Ministerio de Sanidad, sin embargo no fue revocada hasta el 16 de febrero por el Tribunal Supremo. La Junta reaccionó entonces obligando a los establecimientos hosteleros y comercios a cerrar a las 20:00 horas.
El 28 de febrero llegaron nuevos alivios, se eliminó el cierre a las 20:00 de los establecimientos no esenciales, pero se mantuvieron las restricciones que mantenían cerrados los centros comerciales, los gimnasios y el interior de la hostelería. También el cierre perimetral de Castilla y León y el toque de queda a las 22:00.
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El fin de estas medidas no llegó hasta el lunes 8 de marzo, cuando abrieron de nuevo los centros comerciales y gimnasios y se volvió a permitir el consumo en el interior de los establecimientos de hostelería. Sin embargo, no fue la apertura definitiva.
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Menos de un mes llevaban abiertos cuando el vicepresidente de la Junta anunció un nuevo cierre que entraba en vigor el 6 de abril para los establecimientos hosteleros de Burgos, Miranda de Ebro, Medina de Pomar y Briviesca al superar la incidencia acumulada a 14 días de 150 casos por 100.000 habitantes. Desde entonces la medida se revisa cada semana, en la que los municipios entran o salen de esta lista de restricciones según sus datos.
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Este próximo domingo 9 cae el cuarto estado de alarma de la democracia, se llevará con él el cierre perimetral de la región y el toque de queda, pero el interior de la hostelería continuará cerrada con la esperanza de que los datos, al igual que las restricciones, les comiencen a dar un respiro.
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