La Plataforma por la Sanidad Pública de Burgos ve con «preocupación» la deriva que está tomando, a su juicio, la Consejería de Sanidad desde que el burgalés Alejandro Vázquez se puso al frente y se convocaron elecciones. Hablan de una «dejación de la toma ... de decisiones» en cuanto a la gestión de la pandemia de la covid, que se está «desbocando», mientras la Atención Primaria «está colapsada» y los hospitales se van llenando de pacientes, lo que ya está empezando a repercutir en las intervenciones quirúrgicas programadas y en la atención a los usuarios no covid.
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Pablo Oyagüez, como portavoz del colectivo, cuestiona algunas de las decisiones tomadas, como la «privatización» de la realización de los cribados en sintomáticos, que vendrán a costarle a la Junta unos 6,4 millones de euros, a razón de 30 euros por test realizado (y sin contar con que el test y el sistema informático los aporta la administración autonómica). «No vemos ni ético, ni razonable ni sabemos si es legal, la cesión de test de antígenos a empresas privadas», apunta.
Al haberse utilizado la fórmula de los contratos de emergencia, «opacos», se han hecho los encargos «a dedo», a empresas que «no han acreditado su experiencia». Oyagüez recuerda que se han cambiado las exigencias de calidad «sobre la marcha» y los test los realizan profesionales sanitarios pero no enfermeros, como lo sigue haciendo el Sacyl, sino de titulaciones inferiores (técnicos de emergencias sanitarias y auxiliares de enfermería) y algo que ha denunciado el Sindicato de Enfermería SATSE porque, afirma, solo enfermeros y médicos están oficialmente cualificados.
«Con esos 6 millones de euros se podrían hacer muchas cosas», apunta el portavoz de la Plataforma por la Sanidad Pública. Entre ellas, contratar personal propio de Sacyl. O sufragar iniciativas como la puesta en marcha en Atención Primaria pero para los hospitales, y que se pudiera trabajar por la tarde y así contribuir a recortar las listas de espera. «No hay dinero para hacer tardes pero sí para dar los test de antígenos a unos amigos», se lamenta Pablo Oyagüez. «El hospital está muy tensionado y las cirugías empiezan a resentirse», apunta también como médico del HUBU.
Tampoco hay recursos para pagar dignamente a enfermeras y auxiliares de enfermería que acumulan un importante exceso de jornada (de hasta 200 horas). Mientras, se convocan cribados, que de poco sirven si no se acompañan con medidas de contención y rastreo, avisa Oyagüez. Si se trata de confirmar un contagio y que luego sea el afectado el que haga el rastreo a sus allegados y ellos tengan que acudir a un test de farmacia u otro cribado, no se consigue nada.
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Además, Oyagüez recuerda que las condiciones en las que se realizan no son las más adecuadas para luchar contra la pandemia. Existe una «masificación de gente», pues se convoca a positivos o sospechoso para que hagan todos juntos cola, «justo lo contrario de lo que se debería hacer». El médico insiste en que «no estamos en una fase de endemia, la covid no es como una gripe», pero si se dejan de hacer rastreos, solo se conseguirá desconocer la incidencia real. Se bajarán las cifras, «que son escandalosas», pero no será una bajada real de la incidencia.
Mientras, seguirá habiendo ingresos por covid. «Tenemos la suerte de que la población está vacunada», explica, pero sigue habiendo un pequeño porcentaje de personas que «se ponen muy malitas» y cuando mayor será el número de contagiados, mayor será el número de los que acaben en el hospital, y estos podrían acabar colapsados.
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