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Varias pacientes afectadas por trastornos alimentarios en un hospital valenciano. R. C.
Cuatro de cada diez mujeres con trastorno alimentario no están diagnosticadas

Cuatro de cada diez mujeres con trastorno alimentario no están diagnosticadas

Las afectadas, de las que el 70% no recibe tratamiento, culpan de su situación a la presión machista por el 'cuerpo ideal' y a la estigmatización del peso

Martes, 15 de octubre 2024, 17:26

El alcance real en España de los trastornos de la conducta alimentaria se desconoce, porque no hay estadísticas ni oficiales ni privadas sobre su incidencia. Se sospecha que son enfermedades al alza entre las jóvenes, pero solo por el notable aumento detectado en los últimos años de casos extremos, los que ingresan por urgencias o llegan a las escasas unidades especializadas. Desde hoy también se sabe que se trata de un tipo de patologías invisibilizadas, infradiagnosticadas y con muy poca atención por parte de los servicios sanitarios y sociales.

Cuatro de cada diez jóvenes españolas con trastornos alimentarios sufre una enfermedad que nadie le ha diagnosticado y hasta el 70% de ellas no recibe tratamiento o terapia alguna para corregir una situación que daña su salud física y mental y condiciona su día a día en todas sus facetas. Así lo recoge el estudio elaborado con el apoyo del Instituto de las Mujeres por la investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja (Unir) María Calado, que realizó largas y completas entrevistas a casi 700 españolas de 18 a 30 años que han padecido o que todavía padecen estas patologías, que completó con discusiones y debates con grupos de expertos. Los trastornos más presentes entre este amplio colectivo de afectadas son la anorexia nerviosa, con un 23,5%, el trastorno por atracón de comida, con un 20,5%, y la bulimia, con el 10,2%.

Su trabajo desvela la generalizada insatisfacción corporal y la baja autoestima que desarrollan muchas españolas fruto de la presión y la violencia continuas que reciben desde todos los ámbitos sociales, públicos y privados, donde se descalifican o ridiculizan sus físicos y cuerpos si no se corresponde con los estereotipos, roles y modelos ideales que ha impuesto una sociedad machista a las mujeres, que se identifican con la delgadez, la hipersexualización y la juventud.

Porque lo primero que deja claro el estudio es que los trastornos de conducta alimentaria son un mal con sesgo de género. El 90% de las víctimas son mujeres, y lo son porque los factores que desencadenan entre las chicas más vulnerables insatisfacción y baja autoestima, o trastornos graves en el peor de los casos, son el sexismo machista imperante y la estigmatización del peso. Son los que discriminan, alejan del éxito social y pone barreras educativas, sanitarias o laborales a quienes tengan cuerpos que se salgan de este estricto canon. Conviven a diario, dicen, con la violencia emocional y la ansiedad.

Los testimonios directos de estas chicas, especialmente cuando tienen cuerpos ajenos al ideal, muestran cómo el estigma del peso provoca que eviten al médico por miedo a ser humilladas, que se sometan a interminables ciclos de dietas y que su salud mental se vea afectada por experimentar situaciones de discriminación e infravaloración.

El daño de redes y medios

Pero la culpa de que muchas españolas se vean limitadas por estas graves alteraciones de conducta no es única. El discurso negativo y discriminador que las desgasta está en todas partes.

La mayoría de las encuestadas señala la alta responsabilidad como inductores de estos trastornos de las redes sociales, publicistas y medios de comunicación y de sus mensajes y contenidos «dañinos» con respecto al cuerpo de la mujer, con su cosificación femenina, su gordofobia, sus modelos idealizados hechos con engaños de maquillaje o 'photoshop' y sus discursos de odio. Pero de igual manera, más de un 80% indica que sus complejos y males se alimentan con los comentarios y descalificaciones de su familia y un 60% tienen igual problema con sus médicos y compañeros de trabajo o de estudios.

Las afectados reclaman cambios políticos, sociales y legales que promuevan una imagen corporal basada en el bienestar social, físico y emocional. El 87,6% cree necesaria la representación de las mujeres con diversidad corporal, más del 82% subraya la importancia de no hablar del cuerpo ni del aspecto físico de las mujeres y de la necesidad de desvincular la salud del peso y el 90,7% propone no asociar el éxito de una mujer con su peso corporal o su apariencia física.

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