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«Hubo entre 10.000 y 20.000 personas, no las 2.500 de las que habla la Delegación del Gobierno en Madrid, pero no fue un éxito. Somos muchos más y lo vamos a demostrar en otoño, en septiembre u octubre, cuando convocaremos ... otra manifestación frente al Ministerio de Sanidad y acudiremos medio millón de personas».
Escritor y portavoz del partido Los Verdes-Grupo Verde, Esteban Cabal fue la cabeza visible de la concentración del domingo en la plaza de Colón de Madrid. Leyó un manifiesto que él mismo había redactado y que recogía todas las medias verdades y medias mentiras que exhiben los negacionistas desde el principio de esta «falsa pandemia», como la llaman. La lucha contra la mascarilla es su bandera, pero tampoco creen en los confinamientos, en las vacunas, en las pruebas PCR, en los respiradores o en las cifras de fallecidos. Todo es parte de un relato oficial que aseguran (para más inri), «va contra los criterios científicos».
Hasta ahora, los 'conspiranoicos' permanecían 'aislados' en las redes sociales, pero todas las alarmas se han encendido después de que centenares de ellos se reunieran en la tarde de un domingo en agosto en el centro de la capital. «Hemos visto esta manifestación con pena. Mucha gente se cree cualquier barbaridad», se lamenta el doctor Javier Font, vicepresidente segundo del Consejo General de Colegios de Médicos.
El activista Esteban Cabal explica que fue un abogado (no da el nombre) quien pidió los permisos, pero que la concentración estaba apoyada por varias entidades. Por ejemplo, por Dulce Revolución, el movimiento del controvertido Josep Pàmies que aboga por el poder curativo de las plantas; o por la plataforma Médicos por la Verdad, compuesta por profesionales sanitarios (algunos de ellos ya expedientados) que niegan la pandemia.
«La Covid-19 ni es una enfermedad mortal ni es tan peligrosa», señala Cabal, que pone en tela de juicio el discurso de todas las instituciones sanitarias, empezando por la Organización Mundial de la Salud (OMS), «que ha declarado una pandemia sin haber demostrado que existe el virus, porque ningún laboratorio del mundo ha podido aislarlo», apunta, y dice que no le importa que los critiquen: «Siempre ocurre lo mismo: primero nos ignoran, luego nos insultan y finalmente, todos acaban aceptando la verdad».
El manifiesto de la concentración del domingo se hace eco de las teorías seudocientíficas que han aflorado durante la emergencia sanitaria. Así, se cita a los decanos de los colegios oficiales de biólogos de Canarias y del País Vasco; al doctor en bioquímica y farmacia Marcelo Peretta; al comisario jefe de la Policía de Dortmund (Alemania); al científico Michael Levitt o un informe elaborado por algunos sanitarios del Hospital de Barbastro (Huesca), que establece una relación entre la vacunación contra la gripe y la muerte por Covid. Todos estos testimonios han sido negados o cuestionados por fuentes oficiales, pero para los manifestantes de Colón, son la prueba de que la crisis sanitaria es en realidad una gran mentira.
«La OMS no está trabajando para salvar vida, sino al servicio de las multinaciones químico-farmacéuticas», insiste Cabal, antes de afirmar que cada vez más médicos, enfermeros o sanitarios se están sumando a sus opiniones. Artistas como Miguel Bosé, que apoya estas teorías, les sirven como altavoz. «Somos gente que está dispuesta a desobedecer leyes cuando son injustas», sostiene.
Desde el lado de la ciencia de verdad, Javier Font se lamenta de que las autoridades no tomen medidas contra concentraciones como la del domingo. «¿Por qué no se multa por no usar la mascarilla? No entiendo que el Gobierno no dé directrices en este sentido, nos jugamos la salud y la economía», indica. Font desmonta uno por uno los argumentos de los negacionistas: la OMS cambió de criterio sobre las mascarillas porque el conocimiento científico de la enfermedad fue avanzando; las PCR tienen una «alta especifidad y una alta sensibilidad»; el debate sobre las vacunas «está totalmente superado»; hay más muertos entre quienes han usado respiradores porque se intubaba a los enfermos más graves.
«Y por supuesto, estamos en una pandemia con todas las letras que la gente de mediana edad llama 'la guerra de nuestra generación'», continúa. «Esto es un problema de cultura. Las pseudoterapias, las pseudociencias, la homeopatía, son una barbaridad, pero cualquier barbaridad tiene seguidores. Los profesionales sanitarios nos sentimos muy tristes y hasta humillados cuando vimos la manifestación del domingo», concluye.
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