Desde que la pandemia de la covid-19 entró en nuestras vidas nos hemos acostumbrado a no tocar, a guardar la distancia con el resto de personas, a seguir indicaciones sobre por dónde entrar, dónde sentarse o dónde situarse. Reglas de convivencia, seguridad y salud ... que precisan, inevitablemente, el sentido de la vista. Puede parecer engorroso pero qué ocurre cuando falta este sentido.
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Cada persona, vidente o invidente, vive esta situación extraña de forma diferente, pero tres personas ciegas de Burgos tienen una sencilla respuesta para esta pregunta. En estos momentos, al igual que antes, se desenvuelven preguntando. «No te tiene que dar vergüenza preguntar, de lo contrario no sales de casa, hay que asumir que no puedes hacerlo todo tú», señala Charo. «Somos personas que, por defecto, nos tenemos que comunicar, no es dependencia es comunicación. Al entrar a los sitios se pregunta y se entiende el contexto de la situación», señala Rubén Martínez Valdivielso.
Rubén Martínez Valdivielso
Así de sencillo, al igual que las personas videntes necesitan a sus convecinos en el día a día como seres sociales que somos, las personas invidentes precisan ayuda en un contexto en el que deben lidiar con 'obstáculos' visuales.
Cuando ahora se entra a un local, echarse gel desinfectante es una norma pero cómo saber dónde está. Sencillo, Charo y Presen, dos personas ciegas de Burgos, llevan su propio gel en el bolso y usan este. «Tocar es importantísimo. El ruido te descontrola, cuando entras a un local donde hay mucho ruido y voces te desorienta mucho, por eso tocar y palpar es importante», explica Presen. Ahora que entrar a los establecimientos o administraciones se parece mucho a una yincana, lo primero que hacen, sencillamente, es avisar en la puerta, «no veo», explica Charo, «y en seguida te ponen una persona que te acompaña y te guía. El otro día fui a un banco, la gente no sabe si ves o no, me preguntaron qué deseaba y rápidamente me buscaron a una persona que me ayudó en todo», ejemplifica Charo.
«Hay que acostumbrarse a no entrar por defecto y saludar en la puerta para avisar», apunta Rubén. En el caso de Rubén, el perro guía localiza la puerta y ahí se para para preguntar si puede pasar por si el aforo está completo. En su caso, con el perro, se entiende rápidamente el contexto. «Saben que necesito tocar porque no sé dónde están algunos productos o mobiliario». En los casos en los que necesitan que una personas les acompañe, se rompe la distancia social, otra medida contra la covid-19 que se convierte en barrera para ellos. «Para eso llevamos la mascarilla, cuando se rompe la distancia social tenemos la mascarilla. Cuando voy a vender los cupones a los bares ni siquiera los clientes pueden guardar la distancia social. Llevo la mascarilla y en ningún momento me la quito. Alguna persona sí me ha dado un toque diciéndome: ey, la distancia, pero en cuanto se dan cuenta de la situación no he tenido más problema. Si lo hacen sería muy triste», añade Rubén.
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«Si no puedo tocar necesito que alguien me guíe y necesito contacto pero por eso llevamos mascarilla», certifica Charo, pero aclara que ha comprobado un aspecto positivo, «desde que no tengo vista he sentido que la gente es de otra manera, no tenía el concepto de la amabilidad que puede haber».
rubén martínez valdivielso
Se trata, en estos casos, de sentido común, de preguntar y tocar porque se necesita y, después echarse gel hidroalcohólico, cuando se rompe la distancia social, ahí está la mascarilla. Además, Charo explica, esos carteles en los que pone 'no tocar' no afecta a los invidentes, «tenemos que tocar los objetos, es así».
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Pero la covid-19 ha traído otros obstáculos, el aumento de terrazas. Algo que notan mucho las personas ciegas. Acostumbrados a un espacio que ahora se ha llenado de mesas. Pero con tolerancia todo se supera. «Ahora con muchas más terrazas se nota mucho, hay que ser tolerantes. Yo entiendo a los hosteleros y ellos entienden que si tropezamos o chocamos no es una elección voluntaria», apunta Rubén.
Las actividades y grupos que organiza la ONCE en Burgos han tenido que paralizarse por la pandemia de la covid-19 y todavía no se han podido reanudar. Charo y Presen reconocen que las echan mucho de menos. «A los que nos gusta hacer cosas, estar activas, estamos muy metidas en estas actividades que la ONCE programa. Pertenecemos al grupo de teatro, hay corales, baile. Te motiva. Durante este tiempo como eso no se ha podido hacer muchos hemos comentado que hemos perdido movilidad. En este confinamiento yo he notado que me ha bajado la visión», lamenta Charo.
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Charo y Presen lamentan que no saben cuándo se van a reactivar las actividades, «en el grupo de teatro somos 10 personas y somos como una familia, un apoyo total y viajamos a pueblos. Este confinamiento hemos estado en contacto todos. Nos llamábamos y enviábamos WhatsApp», señala Presen.
Charo explica que la organización tiene el plan ONCERCA. No se podían hacer visitas presenciales pero sí se han hecho muchas llamadas a las personas ciegas en peores situaciones y más vulnerables frente a la soledad.
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El confinamiento lo han pasado, como todos, cada uno a su manera y con sus particularidades. Pero eso sí, tanto Charo como Presen han leído mucho y han visto muchas películas. «El móvil nos lee los libros que descargamos y, además, la ONCE adapta las películas. Además de los diálogos y la música, una voz narra lo que sucede en escena», explica Charo.
Por su parte, a Rubén la cuarentena por la covid-19 le pilló en Madrid, solo en un piso porque estaba trabajando allí. «El perro me guiaba a los sitios pero si iba a comprar preguntaba a la entrada para que alguien me acompañase. Los primeros días de la cuarentena sí había alguna persona más irascible». Rubén reconoce que pudo llevar el confinamiento gracias al perro, Korky, por la compañía y porque tenía que darle paseos, «así podía tomar algo el aire por calles vacías».
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La tiflotecnología es su aliada, una tecnología de apoyo que proporciona instrumentos auxiliares y adaptaciones tecnológicas para posibilitar la correcta utilización de la tecnología a personas ciegas. Muchas de las actividades de la ONCE no se han reactivado pero sí han vuelto las personas que enseñan a desenvolverse con el bastón y a manejar la tiflotecnología.
Rubén señala que estos «profesionales que nos adaptan los puestos de trabajo, ordenador o nos dan clases para usar la tiflotecnología son muy valiosos». Rubén perdió la vista con 18 años, después estudió una licenciatura en Humanidades, realizó un máster en Patrimonio y Comunicación, se fue un año de Erasmus a Inglaterra y realizó el máster de Profesorado, además de estar como profesor de apoyo y hacer su doctorado. La adaptación de su ordenador, por ejemplo, fue fundamental para ello.
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«El técnico de rehabilitación, la tiflotecnología, los profesores de apoyo, el animador sociocultural o el voluntariado, que nos ha ayudado mucho durante el confinamiento, son fundamentales en nuestra vida», certifica Rubén.
El Grupo Social ONCE logró en 2019 arrancar de la inactividad a un total de 11.340 personas, de las que 10.784 tienen discapacidad y 4.918 son mujeres. En total, en Castilla y León, el Grupo Social ONCE ha generado empleo el año pasado para 1.164 personas.
Todo ello ha sido posible gracias al modelo de gestión de juego responsable, con unos ingresos por venta de productos de lotería que ascienden a 2.255,3 millones de euros, un 4,4% más que en 2018 (un +5,4% en Castilla y León),
De los ingresos procedentes de la venta de loterías, el 54% se destina directamente a premios (unos 1.218 millones); el 33,6% a salarios y gastos de gestión (unos 758 millones); un 10,1% a inversión social directa (227,5 millones); y un 2,32% a otros gastos.
Estos importes, más las inversiones que se realizan desde todo el Grupo Social ONCE, suponen destinar en 2019 un total de 265,1 millones de euros directos a inversión social dirigida a personas ciegas o con otras discapacidades, algo que se pretende mantener en el presente ejercicio.
ONCE, ha dado acogida a 193 personas que perdieron la vista en 2019, a quienes se ha facilitado una atención social diseñada a su medida. Ha facilitado cobertura a 365 estudiantes en nuestra Comunidad Autónoma, que han finalizado con éxito el curso Ha realizado 201 contratos a vendedores (todos ellos con discapacidad) de los cuales 32 han sido indefinidos.
Fundación ONCE, ha aprobado un total de 132 proyectos de formación, accesibilidad y empleo para personas con discapacidad) y distribuido como lluvia fina cerca de 1.400.000,- euros para hacerlo posible entre más de 88 entidades y organizaciones sociales repartidas por todo nuestro territorio,
ILUNION, ha cerrado 2019 con 42 centros de trabajo activos y 1527 trabajadores, un 40,5% personas con discapacidad. Así mismo realizó una inversión global de 5,43 millones de euros en la comunidad para seguir creciendo.
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