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Johana Gil
Madrid
Martes, 30 de agosto 2022, 13:46
Las altas temperaturas aceleran la proliferación de microorganismos en las comidas y aumenta el riesgo de intoxicaciones alimentarias. Según Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, las bacterias se multiplican a partir de los 25°C, pero el mayor crecimiento sucede cuando ... el alimento llega a los 35°C. «Si la temperatura ambiente es elevada, un plato servido durará menos tiempo sin estar contaminado y podría no ser apto para el consumo humano», explica.
Cerca del 60% de las intoxicaciones alimentarias anuales ocurren en verano, desvela Russolillo. Hacer las comidas al aire libre o en hostelería, relajar las medidas de higiene, preparar en áreas no adecuadas o calurosas o alargar las sobremesas son algunas de las actividades que contribuyen a padecer una gastroenteritis. A esto se suma que se han registrado temperaturas récords, que no solo afectan las cocinas de la restauración, sino que también calientan las de los hogares. «Estas enfermedades se pueden generar en casa, no solo en restaurantes o bares. Sin embargo, no asociamos las molestias que causa con este factor de riesgo, salvo que afecten a todos los miembros de la familia», asegura Russolillo.
Los productos crudos y que deben permanecer fríos son los más propensos a la propagación de bacterias o toxinas. La ola de calor dificulta mantener la cadena de frío. Es fácil romperla porque se dejan alimentos a temperatura ambiente, cuando deberían estar a menos de 7°C. «Es importante conservar la frescura de la comida porque una vez contaminada, aunque se vuelva a refrigerar, ya no es segura», dice Paula Rodríguez, portavoz de la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
Los síntomas pueden ser leves: diarrea, náuseas, vómitos o dolor abdominal, aunque en ocasiones pueden ser agudas y requerir la intervención médica. «En todos los alimentos hay bacterias, pero la gravedad de una enfermedad está en el tipo y cantidad de microorganismos presentes», explica la psiconutricionista Sarai Alonso, quien insiste en prestar atención a la textura, color u olor antes de consumir las comidas. Las intoxicaciones también dependen de la sensibilidad del organismo de cada individuo y su sistema inmunitario, indica.
Las comidas más refrescantes y preferidas en esta estación, como las ensaladas, cremas o frutas cortadas o peladas deben ser conservadas en la nevera y preparadas en condiciones frescas. Los principales errores ocurren en la cocina, más que en el comedor, señala Russolillo. Aunque persisten algunos comportamientos inadecuados –como no separar los productos crudos de los cocinados o no limpiar adecuadamente las superficies de trabajo ni los utensilios–, en los últimos años se ha tomado conciencia sobre la importancia de prevenir la contaminación de los productos.
Pese a que no hay estudios científicos que confirmen que un alimento contaminado pierde sus nutrientes, confirma Russolillo, éstos tampoco serían absorbidos por el organismo humano, que generaría una reacción para atacar a las bacterias, mediante la evacuación de la comida.
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