Buscan la solución a la resistencia de los antibióticos en las aguas residuales de Burgos

El área de microbiología de la UBU, liderada por el doctor David Rodríguez-Lázaro, se ha convertido en un referente a nivel internacional para luchar contra el abuso de antibióticos y en esta ocasión se ha centrado en lo que transcurre por el subsuelo, a la par que se conoce la evolución de la covid en Burgos y la presencia de virus entéricos.

«La resistencia a diferentes familias de antimicrobianos se comparte y se transmite de forma horizontal. Es decir, por ejemplo, la resistencia a la penicilina la puede tener la salmonella u otros patógenos diferentes. En vez de buscar una salmonella u otro microorganismo, lo que hemos decidido es hacer un seguimiento de cómo las fortalezas están presentes en las aguas residuales. No vamos a cuantificar el número de genes de resistencia, pero sí sabremos cómo oscilan estas secuencias, independientemente de si es una salmonella o un estafilococos», ejemplifica el doctor Rodríguez-Lázaro.

Y todo esto para hallar información en un campo que precisa de mucha investigación y en tiempo récord, pues se estima que en 2050 habrá 10 millones de muertes anuales y la resistencia a los antibióticos será la principal causa de mortalidad por encima del cáncer con un coste de 100 trillones de dólares a nivel mundial.

«La pandemia ha acelerado esta problemática. Hay datos nacionales que dicen que el uso de antibióticos ha aumentado cuatro veces durante la primera ola. Eso va a generar que aparezcan nuevas resistencias o las que existen se generalicen. Ha sido lo lógico, pues estamos ante una patología respiratoria nueva y al final se ha tenido que ser muy conservador, sobre todo en la primera ola», afirma el virólogo.

La covid ha aumentado este problema mundial de salud pública, pero ya se calificaba de grave antes de marzo de 2020. «Una persona con una infección multirresistente incrementa su tiempo de hospitalización que puede ser de dos semanas de más. Imagina el coste asociado, tanto el humano como el económico. Con este estudio, se pretende saber si se ha aumentado la presencia de estos microorganismos. Luego, teniendo en cuenta que podemos ver cómo se incrementa y que podemos introducir variables sociales o científicas, podemos predecir cómo puede incrementarse o ver si alguna medida de salud pública tiene un efecto positivo o negativo al respecto.

El problema, según el Área de Microbiología, es que los antibióticos dejarán de funcionar porque las bacterias «se están volviendo resistentes», lo que reduce las opciones terapéuticas. Y si no hay antibióticos, no hay cirugía, ni tratamiento para el cáncer... «Estamos al borde de una época postantibiótica. Los antibióticos los tenemos dentro de nuestro ADN social, como la lavadora o Internet. Las lavadoras e Internet van a seguir funcionando, pero los antibióticos, no», analiza Rodríguez-Lázaro.

A principios del siglo XX, las personas se morían por sacarse un diente. Las muertes, en Estados Unidos, se asociaban a la tuberculosis; en Reino Unido la esperanza de vida era de 40 años, pero la cloración del agua, la aplicación de vacunas, la mejora de la higiene y los antibióticos han hecho que se duplique en un siglo la esperanza de vida.

Y toda esa torre se empieza a caer por un uso incorrecto de este tipo de fármacos, con origen en Atención Primera o en las farmacias. «El 50% de las recetas de antibióticos en Atención Primaria no son necesarias. La gripe o el constipado no se curan con antibióticos», lamenta el profesor de la UBU.

En este escenario, el Grupo de Investigación Reconocido de la Universidad de Burgos 'Microbiología Una Salud' lleva trabajando desde su creación en el estudio de la ecología y epidemiología de la resistencia a antimicrobianos desde la producción primaria hasta el ámbito hospitalario.