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El 27 de diciembre, Araceli Hidalgo fue la imagen de la esperanza en un país que soñaba con dejar atrás la pandemia. Esta mujer de 96 años, natural de Guadix (Granada), recibió ese día en la residencia Los Olmos de Guadalajara la primera vacuna contra ... la covid-19 que se suministró en España. Hace seis meses, con esa icónica imagen que simbolizaba al colectivo que más había sufrido el coronavirus, los residentes en los centros de mayores, comenzaba una campaña que, con sus contratiempos, ha cumplido los objetivos marcados por el Gobierno, a falta de llegar al último y más importante: alcanzar la inmunidad de grupo, estimado para finales de agosto.
Desde aquellas primeras vacunas que llegaron custodiadas por la Guardia Civil porque eran de verdad un tesoro, el Ministerio de Sanidad ha recepcionado 43.308.355 dosis de las 93.509.245 que deben aterrizar en el país antes del 30 de septiembre, el 10% (el equivalente al porcentaje de la población española dentro de los 27) de las adquiridas por la Unión Europea para ese periodo. Y según el último informe de vacunación del Ministerio de Sanidad, publicado el viernes, 15.894.800 personas (el 37,7% de los 42.119.827 que deben ser inmunizados) ya han recibido la pauta completa y 24.325.902 (el 57,8%) ya tienen, por lo menos, una dosis. Además, el jueves se batió otro récord, 733.000 pinchazos en un solo día.
Estos son los datos cuantitativos. Los cualitativos ofrecen un panorama completamente diferente al que España vivió en la última semana de diciembre y, sobre todo, en enero y febrero, cuando a la falta de dosis disponibles se le unió el enorme repunte de contagios y fallecidos tras Navidad. Los datos del Imserso muestran que en las ocho primeras semanas del año, fallecieron en las residencias de la tercera edad 3.726 personas. En las siguientes 16 semanas, en las que este grupo prioritario ya recibió la vacuna, murieron 181. Una investigación del Centro Nacional de Epidemiología concluye que la vacunación con Pfizer y Moderna ha reducido en un 97% los decesos en las residencias.
«El primer trimestre del año fue muy frustrante porque no disponíamos de las dosis que necesitábamos para todos nuestros mayores. Ojalá hubiéramos tenidio más vacunas», lamenta Jaime Jesús Pérez, vocal de la Asociación Española de Vacunología (AEV) y miembro de la Ponencia de Vacunas, un organismo que ha jugado un papel clave al asesorar sobre los criterios de la campaña de vacunación. Pero el panorama cambió a partir del 1 de abril. «Primero, pudimos vacunar a todos los residentes, lo que acabó con el drama de los centros de mayores. Después, se inmunizó a las personas de más de 80 años y más tarde, se ha vacunado a los mayores de 50 y 60, de modo que se han vaciado los hospitales y las UCI. Podemos decir que el resultado de la vacunación ha sido bueno», explica Pérez.
Aun así, la campaña de vacunación no es un camino de rosas, sino una montaña escarpada y llena de obstáculos: falta de dosis, incumplimientos de algunas compañías en los envíos previstos, problemas de trombos con AstraZeneca y Janssen, reticencias ante el cóctel de vacunas propuesto para quienes se inmunizaron primero con AstraZeneca o elección de los grupos prioritarios, que obligaban a dejar fuera a unos colectivos de riesgo frente a otros. «Lo ideal es que no hubiera habido polémicas, pero son inevitables», acepta este miembro de la Ponencia de Vacunas, que ha visto cómo la vacunación se ha convertido en un asunto de conversación en la calle.
Estos seis meses, sin embargo, también han traído muy buenas noticias. Pérez relata que ha sido «una suerte» la gran eficacia de las vacunas ARN mensajero de primera generación porque no suele ser habitual que la remesa inicial alcance niveles de inmunización tan altos (por encima del 90%). «La tecnología ARN va a representar un antes y un después en la medicina», augura este experto, que también se felicita por la repercusión de las vacunas. «Los políticos y la población se han dado cuenta de la importancia de las vacunas y eso es un gran éxito de cara al futuro», valora.
Pero no todo está hecho. «Hemos pasado lo más difícil, pero todavía nos queda trabajo», subraya Pérez. A corto plazo, el principal reto es lograr que la población menor de 40 años, a la que ahora le toca los pinchazos, mantenga las coberturas de vacunación de los mayores de esa edad, que en España están por encima del 90%, las más altas de Europa. La llegada del verano, que puede hacer coincidir la inoculación con las vacaciones, y una menor percepción del riesgo pueden desincentivar a este grupo que, no obstante, es básico para que la sociedad alcance la inmunidad de grupo. «Por ahora, vemos que los jóvenes españoles están concienciados, que aquí no hace falta, como en Estados Unidos, organizar loterías o regalar cerveza para que vengan a vacunarse. Pero es muy importante que lo hagan», insiste Pérez, antes de contar que Araceli Hidalgo, seis meses después de un pinchazo para la esperanza, sigue con buena salud en su residencia de Guadalajara.
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