«España llegará al 70% de vacunados a finales de agosto y entonces se habrá alcanzado la inmunidad de grupo». El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los responsables sanitarios de la gestión de la pandemia han repetido durante semanas esta frase, que establecía, por ... fin, una fecha al fin de la pesadilla de la covid-19.
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Sin embargo, los epidemiólogos comienzan a poner en duda que la sociedad en su conjunto esté protegida con siete de cada diez personas inmunizadas, recuerdan que no existen «números mágicos» que representen una inmunidad total frente a un patógeno y piensan que la irrupción de nuevas variantes y la flexibilización de las medidas de protección puede obligar a que se alcance un porcentaje de vacunados más alto para lograr la tambien llamada inmunidad de rebaño.
El Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), una de la instituciones españolas que más ha profundizado en el estudio de la pandemia, ha publicado un artículo que trata de arrojar luz sobre la inmunidad de grupo. En primer lugar, el documento explica cómo se calcula la inmunidad de grupo: «Este número no se conoce con certeza, porque está basado en la tasa de reproducción del virus, o R0 (número promedio de casos que van a ser causados por una persona infectada durante el periodo de contagio o infección). Dado que el R0 del SARS-CoV-2 es una estimación y no se sabe a ciencia cierta cómo responde respecto a factores como el espacio o las diferentes variantes del virus, no podemos calcular con exactitud el porcentaje de personas vacunadas necesario para la inmunidad de grupo. Cualquier estimación no es más que eso, una aproximación que por ahora no tenemos forma de probar».
El 70%, en cualquier caso, no fue un número elegido al azar. Al inicio de la pandemia», la Organización Mundial de la Salud y diversos expertos estimaban que la cifra era de un 60-70%, basándose en información proveniente de brotes de los primeros momentos de la pandemia en China e Italia. Observaron la rapidez con la que se duplicaron los casos en esos brotes y así se calculó que el número de reproducción del virus, es decir, cuántas nuevas víctimas infectaba cada portador, era aproximadamente tres. «Por lo tanto, dos de cada tres víctimas potenciales tendrían que volverse inmunes antes de que cada portador infectara menos de uno. Cuando cada portador infecta a menos de una nueva persona, el brote desaparece lentamente. Dos de cada tres es el 66,7%, lo que estableció el rango de 60 a 70% para la inmunidad colectiva», señalan los autores.
Pero desde aquellas primeras conclusiones, varios factores han hecho cambiar de opinión a los especialistas. Por ejemplo, «los datos de China no contaban con los pacientes asintomáticos y por tanto infraestimaron el R0 del virus»; también, que el virus «está mutando y algunas variantes se han hecho más contagiosas, lo que modifica la R0» y «crean presión selectiva que termina favoreciendo la expansión de las variantes más contagiosas»; o que la inmunización «no se distribuya de manera equitativa». «Si existe una cobertura vacunal del 90% en una zona geográfica y de un 60% en otra, el porcentaje general de vacunación no reflejará la realidad», en un momento, además, en que la distribución de la vacuna a escala mundial «es completamente heterogénea», sostiene el texto.
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El epidemiólogo español Usama Bilal, profesor en la Drexel University de Filadelfia (Estados Unidos), traslada esa misma idea a un país: «La inmunidad de grupo es un concepto local. Es decir, nos vale de poco saber que en Espana, como conjunto, un x% de la gente esta inmunizada; lo importante es saber si hay grupos (barrios, pueblos, etc.) que tienen una tasa de vacunación baja. El virus seguirá circulando siempre que existan esos lugares con tasas bajas, aunque en el global estemos al 70, 80 o 90%».
Incluso la vacunación, el arma más efectiva contra la covid-19, no garantiza por sí misma la inmunidad de rebaño, entre otras razones, porque aún se desconoce cuánto dura esa inmunidad. Los expertos de ISGlobal subrayan que «aunque las vacunas han demostrado reducir la transmisión, según la evidencia disponible no la frenan completamente, lo cual podría ser un obstáculo para lograr la inmunidad de grupo. Si las personas vacunadas pueden seguir contagiándose y contagiando en una proporción significativa, las vacunas no tendrán un efecto tan apreciable en la inmunidad colectiva». Y eso en el supuesto de que sigan atendiendo las medidas de distancia, mascarilla e higiene de manos, porque podría ocurrir que las vacunas cambien «el comportamiento de las personas» y «hagan que se expongan más, lo cual puede tener efectos sobre el R0 y devolvernos a la casilla de salida».
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