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Antolín Hernando Carazo falleció esta Semana Santa BC
«Es un acto de fe creer que te llevas las cenizas de tu padre»
Burgaleses ante el coronavirus

«Es un acto de fe creer que te llevas las cenizas de tu padre»

Encarna Hernando, arandina en duelo por el fallecimiento de padre ·

Encarna Hernando ha perdido a su padre Antolín de muerte natural, aunque previo paso por el Hospital de Aranda, y afirma que el dolor y el sufrimiento es el mismo que si hubiese fallecido por la covid-19

Lunes, 20 de abril 2020, 08:11

Dolor contenido y soledad en la muerte. Son los términos con los que Encarna Hernando sintetiza la dura experiencia que está viviendo su familia, y ella en particular, tras la muerte de su padre Antolín Hernando Carazo. Falleció el domingo 12 de abril, a los ... 87 años, de muerte natural. No es víctima directa del coronavirus covid-19 pero sí indirecta, pues su familia no ha podido despedirlo como les hubiera gustado, ni acompañarlo en los últimos momentos de su vida, ni llorarlo en compañía. Se tienen que conformar con el cariño en la distancia, telefónico, que se agradece pero es insuficiente.

«Necesitamos expresar emocionalmente el duelo, con un abrazo, un lloro comunitario pero no se puede», afirma Encarna. Y despedirnos de los nuestros como primer paso para asumir su pérdida y aprender a vivir con ella. Pero tampoco es posible. «Hay gente que está sufriendo emocionalmente», todos aquellos que pierden un ser querido en estos momentos, sea por la covid-19 o por cualquier otra causa, y no pueden cumplir con su duelo. «Hay mucho dolor», insiste, y se está intentando ocultar. «La muerte está ahí, no son cifras, son familias», reitera Encarna.

Antolín estaba delicado a sus 87 años. Era un enfermo crónico del riñón y del corazón, y este último empezó a fallarle el viernes 10 de abril. «De la noche a la mañana, empieza a estar débil. Su corazoncito no puede más, se agota», explica su hija Encarna. Lo llevaron a Urgencias del Hospital de Aranda de Duero, allí le diagnostican fallo cardíaco y renal y «empieza lo peor». En el centro hospitalario les han tratado «superbien», afirma Encarna, pero en cuando les dijeron que tenían que ingresar a su padre, llegó la angustia.

Y es que, en estos momentos, el ingreso supone dejar a tu familiar solo en el hospital. «La angustia de saber que va a estar solo los últimos momentos de su vida». En su caso, Encarna agradece el trato del personal sanitario, que les tuvieron informados en todo momento, pero eso no evita el dolor. «Los protocolos son los protocolos, pero nuestros viejecitos están muriendo solos», insiste, y «esto es muy grave y muy serio». Para Encarna, esa angustia y ese dolor quedan levemente paliados por su fe. Como creyente católica, le queda el consuelo de que su padre se ha ido a un mundo mejor.

Aun así, «es muy doloroso», reconoce. Pues tras la muerte llega el entierro sin entierro y sin despedida. «La tristeza del crematorio con cuatro personas, no estamos acostumbrados a ello». Los más allegados, pero no todos, y a más de un metro de distancia, sin que se puedan dar un abrazo, ese consuelo en los momentos más duros de la despedida. «El duelo contenido, la soledad de la muerte y la angustia», esos son los sentimientos que embargan ahora a Encarna, quien afirma haberse sentido arropada por su entorno. «Hasta por la gente de la funeraria», insiste.

Y ahí es donde se supera otra dura prueba. Con su padre en el hospital, y una vez que llega la funeraria a recogerlo, «no vuelves a ver a tu ser querido». Los féretros abiertos no tienen cabida en la crisis de la covid-19, y puede ser que nunca más, reflexiona Encarna. «Es un acto de fe grandísimo creer que te llevas las cenizas de tu padre», afirma. Y no es que dude, ni mucho menos, sino que reconoce que hay un momento en que dejas todo en manos de los sanitarios y de la funeraria, pierdes el control y eso genera también mucho dolor.

«Dentro de un año, cuando hablemos de este dolor, no te voy a preguntar si tu padre falleció de coronavirus o no», insiste Encarna, pues el dolor y la angustia son los mismos. «Al final es una pérdida», sea por una causa o por otra, lo que marca es la imposibilidad de acompañar al ser querido en los últimos momentos de la vida, de despedirlo como siempre se ha hecho. «Se necesita ese arrope de cariño, expresar esas emociones porque está ahí». Encarna Hernando reconoce que «son tiempos raros, difíciles, pero hay que afrontarlos» y, sobre todo, no esconder el dolor de la muerte.

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