«Cuando abramos vamos a tener una larga temporada de pérdidas, pero queremos abrir»

Como explica Luis Mata, el vicepresidente de la Federación de Hostelería de la ciudad y representante de la Asociación Burgalesa de Hospedaje, «salvo las excepciones que están ofreciendo los servicios mínimos que exige la ley, el resto de los hoteles están todos cerrados». Los servicios mínimos han acogido a familiares de fallecidos por la COVID-19 que han tenido que desplazarse a la ciudad, algún sanitario que ha preferido no volver a casa en estos días o cuadrillas que han tenido que desplazarse hasta Burgos para trabajar en reparaciones en empresas. Sin embargo, no todos los hoteles de la ciudad han podido postularse para ofrecer estos servicios mínimos. «Los requisitos sanitarios impedían que establecimientos que tuviesen papel pintado en las paredes o moquetas en los suelos pudiesen permanecer abiertos porque su desinfección no era la que establecían desde sanidad», explica Mata.

El resto de hoteles se encuentran en situación de ERTE y, por supuesto, cerrados. «A pesar del ERTE, tener el hotel cerrado supone una pérdida de dinero, porque los gastos fijos siguen estando ahí. Hay que pagar la renta, la luz, el gas y las averías que suponen tener un hotel parado», asegura Luis Mata.

Desde que se empezó a negociar las fases de la desescalada del confinamiento, los hoteleros han vivido en una contante incertidumbre por saber cuándo podrán volver a la normalidad. A partir del 11 de mayo existe la posibilidad de volver a trabajar, pero sin la posibilidad de acoger huéspedes que no pueden cambiar de comunidad, y con la seguridad de que hasta que el estado de alarma termine se puede continuar acogidos al ERTE, «todos los hoteles de Burgos, a excepción de los que están ofreciendo los servicios mínimos, van a continuar cerrados», afirma Mata.

Más de 200 alojamientos hoteleros, 80 aproximadamente en la capital, seguirán con sus puertas cerradas. «La idea de los hoteles es, en la fase 3, que si todo va bien podrá ser el 22 de junio, abrir todos », continúa Mata.

El verano se prevé muy duro, «con una arrancada de cero» en ese posible 22 de junio pero con al esperanza puesta «del 15 de julio al puente del Pilar». «Creo que ahí podremos compensar, habrá beneficio cero pero al menos no tendremos pérdidas. Después llegará un invierno más duro que cualquier otro año», lamenta.

El invierno pasado ya fue malo, la época de congresos está perdida y la de las bodas y comuniones también, la esperanza del verano está basada en minimizar pérdidas con los turistas internacionales perdidos y los nacionales a la espera de poder viajar.

Para volver a una normalidad nueva, diferente, las medidas de protección serán las protagonistas, aunque la normativa todavía no está clara y los hoteleros están a la espera de que sea la CEHAT (Conferderación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos) quienes negocien un protocolo estándar para todos. «Seguramente a los trabajadores habrá que facilitarles EPI para trabajar, se recomendará hacer controles sanitarios, habrá que instalar una mampara en recepción y tener especial cuidado en la limpieza de mandos a distancia, picaportes e interruptores de la luz. Además, los pasamanos y los ascensores habrá que desinfectarlos más a menudo y quizás usar productos más agresivos», afirma.

Los propietarios de hoteles saben que llegan tiempos duros: «Cuando abramos vamos a tener una larga temporada de pérdidas, pero queremos abrir, queremos poder trabajar aunque sea poco y mal».