Las normas de confinamiento que impone el estado de alarma no afectan a toda la ciudadanía por igual. Hay colectivos con un riesgo especial que, a menudo, no son tenidos en cuenta a la hora de implementar ciertas medidas. Es el caso de las personas ... con enfermedades mentales, que en la provincia suman entre 3000 y 4000 pacientes con patologías crónicas que revisten distinta gravedad.
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El jefe del Servicio de Psiquiatría del HUBU, Jesús J. de la Gándara, ha advertido algunas variaciones durante las últimas semanas. «Los ingresos en nuestra unidad han aumentado hasta niveles anteriores al confinamiento, no puedo cuantificarlo en números a nivel provincial pero se ha producido un incremento notable», expica. No obstante, recalca que «las dos o tres primeras semanas de confinamiento se producía algún ingreso suelto» y que ahora, después de un mes, el repunte entra dentro de lo normal por lo que, insiste, no está alarmado.
Conscientes de que las personas con enfermedades mentales son más vulnerables a la situación actual, cuando comenzó el aislamiento social el Servicio de Psiquiatría del HUBU puso en marcha la iniciativa «no te veremos pero te atenderemos». De esta forma, han continuado dando cobertura a los pacientes y pasando consulta mediante seguimiento telefónico.
De la Gándara afirma que al inicio, durante las dos o tres primeras semanas, «la tolerancia a este sistema por parte de pacientes y de familiares fue muy buena» pero reconoce que, según han ido aumentando la restricciones y pasando los días, se han incrementado también las «llamadas espontáneas». En este sentido, el director del Servicio de Psiquiatría admite que muchos días no tiene tiempo material para atender toda la demanda de consultas que le llegan. «Hay que tener en cuenta que son personas con una situación doméstica difícil muchas veces con problemas de convivencia familiar también», manifiesta.
Por este motivo, de cara a futuro de la Gándara confiesa que lo que más le preocupa es «el impacto socioeconómico de estas persona que forman parte de un grupo de riesgo». También siente cierta inquietud por cómo se organizará el sistema sanitario una vez superada la crisis del coronavirus. Sin embargo, confía en las nuevas tecnologías para evolucionar hacia otro tipo de atención al paciente. Él mismo fue pionero poniendo en marcha la utilización de las redes sociales y de las herramientas digitales para ayudar a sus pacientes.
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Indica que se podrán implementar mejoras en esta dirección porque ya se está demostrando que son efectivas. «Desde un ordenador en el hospital se podrían hacer grupos de terapia», expone y se muestra optimista con esta posibilidad de cara al futuro de las terapias, una vez se haya dejado atrás la pandemia.
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