Juan Cano y Melchor Sáiz-Pardo
Lunes, 16 de octubre 2023
La autopsia del cadáver de Álvaro Prieto, realizada esta mañana en el Instituto de Medicina Legal (IML) de Sevilla, confirma la única hipótesis con la que ya trabajaba la policía: el joven futbolista, que se había subido al techo del tren, murió de forma instantánea ... de una potente descarga eléctrica al tocar con sus manos la catenaria del convoy que estaba estacionado en la zona de talleres de la estación de Santa Justa.
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El informe forense, que ya está en poder del Juzgado de Instrucción número 11 de Sevilla, que instruye la causa, fija la muerte la mañana de su desaparición sobre las 10 de la mañana del 12 de octubre, según han informado a este periódico fuentes de la investigación, lo que implica que el fallecimiento tuvo lugar apenas media hora después de que las cámaras de la estación le grabaran abandonando el recinto tras haberse intentado colar una primera vez.
La autopsia es totalmente coincidente con las imágenes recopiladas por los agentes de las cámaras de seguridad de la gasolinera cercana a los talleres de la estación. Esas grabaciones muestran al chaval en el techo del tren y su electrocución durante la mañana del pasado jueves.
Esas imágenes, según estas mismas fuentes cercanas al caso, también han revelado que el cuerpo inerte de Álvaro, tras ser fulminado por la descarga, no cayó inmediatamente por el angosto hueco entre los dos vagones donde finalmente fue localizado este lunes por la mañana de forma fortuita y en directo por unos reporteros de Televisión Española que cubrían la información. El cadáver no fue visto por los operarios de la zona porque se quedó en el techo hasta que probablemente el lunes cayó entre los dos vagones debido al movimiento del tren, que llevaba semanas sin moverse.
No obstante, la recuperación del cuerpo no aclara todas las incógnitas del caso, particularmente saber el motivo por el que el joven decidió subirse en el techo de un tren que estaba extremadamente alejado de los andenes y que era evidente que no iba a ir a ningún sitio.
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Según fuentes de la investigación, el cuerpo, que apareció entre dos vagones, presentaba grandes quemaduras en las manos y sin pelo («ausencia de vello piloso») , signos compatibles con una fuerte descarga eléctrica como sería la de recibir 3.500 voltios de corriente continua procedentes de la catenaria. El cadáver, como es habitual en estos casos de electrocución, tenía un orificio de entrada de la descarga y otro de salida de la descarga.
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El cuerpo, que no presentaba a primera vista signos de violencia, además, estaba en un avanzado estado de descomposición, por lo que los investigadores creen que el joven, de 18 años, murió la mañana del pasado 12 de octubre, inmediatamente después de recibir la descarga. Fue precisamente el mismo día de su desaparición después de no haber podido abordar el tren de vuelta a su Córdoba natal al no poder presentar su billete digital, pues su móvil estaba sin batería.
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El tren donde apareció el cadáver del joven se encontraba sin prestar servicio desde el 24 de agosto, según informó Renfe. Estaba averiado y desde hacía 50 días no había realizado ningún movimiento ni había sido sometido a ninguna revisión. El tren se había averiado después de que el pasado 23 de agosto, sobre las 17:00 horas, arrollara a un todoterreno en un paso a nivel sin barreras en la Barriada de Los Ángeles de Alcolea, en la periferia de Córdoba. Aquel día el tren realizaba el trayecto Sevilla-Jaén y llevaba a 38 pasajeros que resultaron ilesos. Los dos ocupantes del coche, sin embargo, sufrieron heridas graves.
Ese convoy eléctrico averiado solo fue movido este lunes (cuando los reporteros se percataron de que había un cuerpo entre dos vagones) para dejar espacio a otro tren diésel que debía ser reparado tras recibir las piezas de recambio.
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En esas circunstancias, normalmente el convoy fuera de servicio debería tener bajado el pantógrafo, que es la jabalina que une el tren a la catenaria para recibir electricidad. Sin embargo, no fue así durante los últimos días. A finales de septiembre, el tren, al no estar operativo, había sufrido una descarga total de sus baterías, por lo que los operarios de Santa Justa, tras recargar las baterías con la electricidad de otro convoy, habían decidido mantenerlo conectado a la catenaria, a la espera de recibir los repuestos en breve para su reparación. Por lo tanto, sí que había electricidad.
Los investigadores apuntan a que Álvaro Prieto, por razones que se desconocen, se subió al techo del vagón del tren en el que se sitúa el pantógrafo y que acabó por tocarlo o por tocar la catenaria, lo que le provocó la tremenda descarga que le mató en el acto. Los expertos de la Policía creen que el tren tras la descarga sufrida por el jugador automáticamente replegó el pantógrafo y desconectó la luz, ya que este lunes cuando fue movido para dejar espacio al otro tren la jabalina ya no estaba conectada a la catenaria.
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Sea como fuere, la caja negra del vehículo, que fue retirada durante la mañana de este lunes por los agentes de Homicidios, aclarará el momento exacto y la gravedad de la descarga que habría acabado con la vida del chaval.
Así las cosas y siempre a la espera de la autopsia y de los resultados de la caja negra, la mayor duda de los investigadores está relacionada con la lejanía del hallazgo del cadáver. El convoy en el que apareció el cuerpo (el número 43 del modelo 449 de media distancia) se encontraba estacionado en una vía del Centro de Tratamiento Técnico de Santa Justa, bajo el puente de Carmona, a más de un kilómetro y medio de los andenes de la estación sevillana.
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Precisamente, ese centro fue el límite hasta donde se extendió la búsqueda por parte del dispositivo de los militares de la UME el pasado domingo. Nadie del operativo de rastreo pensó que Álvaro pudiera haberse internado en ese centro tan alejado de los andenes, si su objetivo era abordar como 'polizón' un tren con destino a Córdoba.
El motivo de por qué el chaval decidió ir a esos talleres tan lejanos a la estación en ese momento sigue siendo una incógnita. Algunas fuentes apuntan a que Álvaro logró colarse en el recinto ferroviario por un agujero en la valla que está cercano a esa zona de reparaciones.
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La aparición del cadáver de Prieto este lunes se produjo en directo. Mientras en el programa 'Mañaneros' informaban de la última hora sobre la búsqueda, el cámara advirtió de la presencia de un cuerpo entre los vagones de un tren que justo en ese momento pasaba detrás del periodista. En las imágenes (por cuya emisión luego se disculpó TVE que prometió una investigación interna) se apreciaba que la indumentaria que lleva el cadáver coincidía con la del joven cordobés, que el día de su desaparición vestía una camisa verde y un pantalón beige.
A Álvaro Prieto se le buscaba desde la mañana del jueves 12 de octubre en el entorno de la estación sevillana de Santa Justa, adonde acudió a la carrera para coger un tren de media distancia (Avant) que lo trasladase a Córdoba, donde residía con su familia. El joven, que militaba en el juvenil del Córdoba, se había desplazado a Sevilla para salir de fiesta con unos amigos. Estuvo hasta las siete de la mañana en la discoteca Theatre, situada a algo menos de cuatro kilómetros de Santa Justa.
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A las 7:22 horas, Álvaro desactivó el modo avión del teléfono -que había utilizado durante la noche para ahorrar batería- y envió a su madre un mensaje en el que le decía, más o menos literalmente, «ya voy hacia la parada». Aunque al principio se dijo que había perdido el tren, algunas fuentes aseguran que llegó a tiempo, pero con la fatalidad de que se le quedó el móvil sin batería y sólo disponía de billete en formato digital. No llevaba dinero en efectivo y la tarjeta también la tenía en el teléfono.
El joven intentó subirse en un AVE que iba con destino a Barcelona y que efectuaba parada en Córdoba. Según fuentes cercanas al caso, aunque en un primer momento lo invitaron a marcharse de la estación, él volvió a entrar después de colarse por un hueco de la alambrada y cruzó las vías, siempre con la intención de subirse al siguiente tren que pudiera llevarlo de vuelta a casa. Los vigilantes lo interceptaron y lo expulsaron de Santa Justa.
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Las cámaras lo grabaron a las 9.30 horas saliendo de la estación. Y hasta ahí. Su teléfono ya no volvería a emitir señal y no se encontró una pista solvente sobre su paradero. Una mujer aseguraba haberlo visto caminando por la avenida Kansas City, pero su testimonio no pudo ser refrendado por las cámaras examinadas por la policía, que no detectaron al joven siguiendo ese itinerario.
La Policía Nacional la consideró desde el primer momento una desaparición inquietante porque en el entorno y en la vida de Álvaro Prieto no había, aparentemente, motivo alguno para una fuga voluntaria. Estudiante de ingeniería, tenía una vida ordenada y una familia estructurada. Era un buen estudiante y un atleta físicamente. No había argumentos ni indicios para que hubiese pretendido marcharse de casa, máxime cuando escribió a su madre para informarle de que iba de camino a la parada.
Lo enigmático del caso hizo que se convirtiera en la alerta de búsqueda con mayor difusión del año, superando incluso los dos millones de impactos en los tres primeros días, según SOS Desaparecidos. La ONG recibió más de 500 llamadas de personas que advertían de posibles avistamientos por todo el país. Solo cuatro contenían información relevante. Todos eran testigos que vieron a Álvaro en la estación de Santa Justa y que coincidieron en que, aunque su empeño era subir al tren, en todo momento fue respetuoso con el personal de Renfe.
La Policía Nacional, que se volcó en el caso y reclamó la colaboración ciudadana a través de los medios, también se vio desbordada por el aluvión de llamadas sobre avistamientos que se concentraron, curiosamente, en la zona de Madrid. Ninguno de ellos aportó información relevante, pero fueron muchos los ciudadanos que creyeron cruzarse con un chico con las características físicas de Álvaro.
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