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Antonio Paniagua
Madrid
Viernes, 9 de octubre 2020, 11:04
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU se adjudicó este viernes el Premio Nobel de la Paz por alimentar a 97 millones de personas en un mundo donde el hambre a veces se convierte en un «arma de guerra. «La necesidad de ... solidaridad internacional y cooperación multilateral es más evidente que nunca», alegó la presidenta del Comité Nobel noruego, Berit Reiss-Andersen en Oslo, al comunicar la noticia.
El jurado ensalza los méritos acumulados por la agencia y encomia su «esfuerzos en la lucha contra el hambre, su contribución para mejorar las condiciones de paz en las zonas afectadas por los conflictos» y sus afanes en deshacer el círculo vicioso que conforman la desnutrición y las armas, dijo Reiss-Andersen
Para el director ejecutivo del programa, el estadounidense David Beasley, el premio «es un reconocimiento conmovedor al trabajo del personal del PMA que arriesga su vida todos los días para llevar alimentos y asistencia a cerca de 100 millones de niños, mujeres y hombres hambrientos de todo el mundo».
Con esta iniciativa auspiciada por la ONU se atienden a 97 millones de personas en 88 países todos los años. Las cifras pueden parecer ingentes, pero solo suponen una parte exigua de las necesidades globales. La institución se proclama como la «mayor organización humanitaria» en un orbe donde 690 millones de personas, es decir una de cada 11, sufrían en 2019 de manera crónica la carencia de alimentos.
Berit Reiss-Andersen, pta del Comité Nobel noruego
Cada año, la entidad distribuye aproximadamente 15.000 millones de raciones con un coste estimado por porción de 26 céntimos de euro. Los esfuerzos de del PMA se enfocan en «la asistencia frente a emergencias, el alivio y la rehabilitación, la ayuda para el desarrollo y las operaciones especiales», según informa su página web. Dos tercios de su trabajo se despliega en países afectados por conflictos, donde las personas tienen tres veces más probabilidades de padecer desnutrición que aquellas que viven en países en paz. El comité que concede la distinción subrayó que la necesidad de soluciones multilaterales a problemas como el hambre es «más evidente que nunca».
El reconocimiento a la agencia de la ONU llega en un momento crucial, cuando el SARS-CoV-2, el cambio climático y el hundimiento económico se conjuran para agrandar el desastre.
Si la cifra de hambrientos atrapados por la «inseguridad alimentaria aguda» era de 135 millones de personas en 2019, ahora esa cantidad, la más elevada en muchos años, se exacerbará con la pandemia del coronavirus. Las previsiones que maneja el PMA es que el número se duplique y se cifre en 260 millones en el presente año. La covid-19 alimenta un «drástico repunte» de famélicos, según el fallo, que reconoce la «impresionante capacidad» del programa para desplegar sus esfuerzos en la crisis sanitaria. Si la entidad premiada y otras instituciones no se confabulan para atajar la emergencia y reciben los fondos precisos, el hambre adquirirá «proporciones inconcebibles», argumenta el comité. Ya asola de manera inmisericorde a Yemen, República Democrática del Congo, Nigeria, Burkina Faso y Sudán del Sur, por poner solo unos ejemplos en los que la explosiva mezcla de guerra y pandemia ha disparado el número de personas al borde de la inanición.
David Beasley, Director ejecutivo del PMA
El hambre puede conocer dimensiones bíblicas. Según un informe de la ONU dado a conocer a mediados de julio, la recesión mundial provocada por el coronavirus puede hacer que entre 83 y 132 millones de personas más sepan lo que es tener el estómago vacío. El brazo del PMA se queda corto y no alcanza a intervenir allá donde se le llama. En el mundo hay 155 millones de niños con problemas de desnutrición, pero el programa solo puede procurar ayuda a 18 millones.
La institución premiada cuenta con 19.000 empleados y dispone de 5.600 camiones, 20 barcos y 92 aviones que entregan alimentos y dan asistencia de forma constante a los más necesitados. Con frecuencia es el primer organismo en pisar el terreno de una emergencia para asistir a las víctimas de guerras, terremotos, inundaciones, sequías, huracanes y otros desastres naturales.
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